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Dalmau, José Garcés, Ignacio Mora y Joaquín Cisneros. Estrenáronse el 13 de Noviembre en el Principal con el drama en cuatro actos El Tesorero del Rey.

El mismo día, en Iturbide dió su primera función F. Cabali, propietario de "un dilatado número de figuras de vara y tercia de estatura, las cuales ejecutarán vistosísimas escenas domésticas, otras de riña, costumbres nacionales, bailes serios y grotescos, sonecitos del país, corridas de toros, dramas trágicos y cómicos, zarzuela y todo cuanto es susceptible de ponerse en escena," según dice el programa que en esta parte he copiado. Cabali aseguraba que el espectáculo, del cual era autor, era á la vez enteramente nuevo en la Capital.

Si el de Iturbide estaba, según vemos, entregado â titeres, el Nacional despidió el año de 1859, y á 29 de Diciembre, con la Compafiía Gimnástica de Duverloy, en combinación con la Drusilla Garbato que en un intermedio cantó la polaca de Los Lombardos, y con la cooperación de la Compañía Dramática, que resucitó la comedia Yoko ó el Mono del Brasil, corriendo el interesante papel del cuadrumano á cargo de Duverloy.

. Antes de pasarnos del pobrísimo año artístico de 1859, debo decir, á título de curiosidad, que el 8 de Mayo, si creo el programa que tengo á la vista, el antiguo y pésimo teatro de La Esmeralda y de LaFama, sito en la calle de Corchero, tomó por primera vez el nombre de Teatro de Hidalgo, y se inauguró con el drama La Vivandera. El programa á que me refiero, lo firma D. J. M. Palacios, quien lo encabeza así:

"Nueva Compañía, magníficas decoraciones, elegante guardarropa, alumbrado de gas; verso, zarzuela y baile."

El 20 de Noviembre se dió allí el beneficio de Victoria Cervantes, primera actriz de la Compañía, con el drama en tres actos La Loca de Londres y la zarzuela Buenas noches, Señor Don Simón.

Ni la historia de los teatros secundarios entra en mi plan, ni debo dedicar mayor atención á compañías y espectáculos que nada pesan en la historia del arte en México; por esta razón, cito, y nada más, el paso de un actor español, Gabino Leonor, que el 17 de Diciembre, y en el Teatro de Iturbide, se presentó á nuestro público con el drama trágico El Pelayo.

No empezó 1860 mejor que 1859 había concluído: en el Principal trabajaba Antonio Castro, llamando gente con su feliz interpretación de La Carcajada; el resto de la Compañía era el mismo que, organizado en sociedad empresaria, todos hemos conocido, administrada por D. José María Servin.

En Iturbide luchaba por la vida la Compañía Poblana; daba de vez en cuando funciones de prestidigitación José Antonio Vargas, y

hacía fiasco una Compañía dirigida por Angel Castañeda y formada por sus discípulos, á lo que se dice, de escaso valer.

En Nuevo México estaban en auge para cierto público, las operetas pastoriles de Osorno, en las que Bato, Gila, Felizardo, y varios y diversos espíritus y personajes, cantaban coplas y romances con música de Belisario, Sonámbula, Roberto, Moisés, Safo, Semiramis y otras cien óperas que á sí mismas se desconocían en tan curioso descenso.

El excelente Castro, para ver de ganar alguna cosa, se veía precisado á olvidarse de que era un insigne artista y gloria de nuestro teatro, y á dar en su beneficio, á 10 de Febrero, la detestable farsa cómico-zarzuelesca Por seguir á una mujer.

Para encontrar algo verdaderamente notable tenemos que saltar de Febrero á Julio, y sin fijarnos en las funciones que el Principal y el Nacional dedicaron á festejar el arribo á México del famoso y no gratamente recordable Ministro español D. Joaquín Francisco Pacheco, á diestra y siniestra saludado con el himno de Riego y el Chacolí, en las noches del 8 y el 10 del anterior Junio, vistámonos de etiqueta para asistir á la aparición de una celebridad mexicana, la muy insigne Angela Peralta. Revelóse en todo su mérito esta magna artista, gracias á los caritativos sentimientos de la Junta de damas á cuyo cargo corría la bien hechora Asociación de San Vicente de Paúl, que organizó una función para allegar recursos para sus pobres. Entre las damas de esa Junta figuraban las Sras. Da Dolores Rubio de Rubio, Da Dolores del Río de Sagaceta, Da Faustina Gutiérrez de Arrigunaga y las Sritas. Guadalupe y Pilar Sagaceta, Carlota Escandón y otras muchas de lo más granado, de lo más florido de la más alta sociedad. Para tan benéfica obra se dispuso una audición de El Trovador de Verdi. El ensayo, verificado en la noche del lunes 16 de Julio, dejó encantados á cuantos consiguieron asistir. El miércoles 18 tuvo lugar la representación con un tan buen producto que se asegura que la suma colectada ascendió á cuatro mil quinientos pesos, á pesar de los gastos.

El papel y la parte de Leonor fueron desempeñados por Angela Peralta: mágico placer produjo su voz de timbre delicado y simpático, bastante extensa, y sobre todo homogénea: la naturaleza y el estudio le habían dado una notable agilidad, una ejecución correcta, suma precisión, é inspiración y sentimiento abundantes. Un crítico de esa época, juzgando á la entonces sólo aficionada, le aconsejó que cantase poco á Verdi, so pena de no tardar mucho en ver apagado ó marchito el delicado y expresivo timbre de su voz: "los grandes esfuerzos en la niñez, añadía, producen una juventud raquítica y una ancianidad prematura; además, la voz de la Srita. Peralta nos pare. ce más propia y adecuada para la ternura y melancolía de Bellini, y

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la gracia y la facilidad de Donizetti." En la ocasión á que nos referimos, la Peralta se mantuvo siempre á la altura del difícil carácter que desempeñaba; dijo con notable maestría la cavatina del primer acto y el dúo con el barítono, cuyo alegro atacó con tanta precisión como bravura: fueron además muy aplaudidas por su buena expresión, algunas frases del Miserere y el aria que le precede.

La Srita. María de los Angeles González y Bossero tuvo á su cargo el papel y parte de la gitana Azucena: contralto extenso, robusto en los puntos graves y vibrante en los agudos, la distinguida aficionada demostró haber vencido con el estudio la desigualdad de que en el medium suelen pecar los contraltos. Abundando en agilidad y en expresión, ejecutó con acierto los pasajes más cantables del drama, y con gran decisión aquellos de bravura en que tanto abunda el carácter de la gitana.

Las dos prime-donne dieron muestras de un desembarazo y propiedad de acción que no eran de esperarse en jóvenes señoritas que por primera vez pisaban la escena. El público no anduvo escaso en aplausos, flores, versos y coronas, dispensándoles una muy merecida ovación.

D. Antonio Balderas, ya de muy atrás aplaudido como barítono de mérito, desempeñó el Conde de Luna, haciendo ver la excelencia de su método en usar de una voz un día sonora y fresca como las mejores aquí oídas.

D. Manuel Arrigunaga (Manrique), músico y violinista muy distinguido, dijo bravamente su parte, luciendo su extensa, robusta y simpática voz.

Al éxito de todos contribuyó con su buena voz de bajo D. Constancio Tonel, ya muy acreditado en los conciertos de la Sociedad Alemana, en la que disfrutaba de merecida reputación.

Fué el Director y maestro al cémbalo el ameritado profesor D. Agustín Balderas, y, como era consiguiente, entró á la parte en los aplausos alcanzados por sus discípulas en Leonor y Azucena.

El celebrado poeta D. José Zorrilla dirigió la parte mímica y, además, en los entreactos leyó composiciones suyas, una de ellas expresamente escrita para aquella solemnidad cuyo recuerdo quedó imperecedero.

En Agosto tomó el principal Antonio Castro, asociado con Ignacio Servín, María Cañete, Josefa García, Rosario Muñoz, Mata, Merced Morales, Angel Castañeda y otros actores y actrices de menor nombradía. Este cuadro pasábase los domingos al Nacional, y en él montó con mucho aparato el drama El Molino de Guadalajara "con cilindros y ruedas movidos con agua natural," según dicen los programas.

En el mismo teatro, y en diversos días de Setiembre, la Tommasi,

la Garbato y Ottaviani, Solares y Zanini cantaron Romeo y Julieta, Hernani y Traviata, y en 20 de Diciembre se presentó á nuestro público la soprano Francisca Samá de Aguirre, llamada El ruiseñor habanero, en un concierto en que tomaron parte varios distinguidos aficionados y profesores mexicanos.

El éxito fué escaso, porque el público no estaba para diversiones. En vano D. Miguel Miramón había asediado á Veracruz: todos sus esfuerzos para allanar aquel baluarte de la Reforma resultaron impotentes: los ejércitos conservadores habían sido vencidos en Zapotlanejo y en Silao, y en 19 de Diciembre consumó su ruina la derrota formidable de Calpulálpam; cinco días después, D. Miguel Miramón, sin elementos ya de ningún género, entregó la situación al Ayuntamiento y salió de la Capital durante la noche del 24, sin que su fama de hombre valiente y de corazón militar, hubiera podido sobreponerse á la opinión pública, francamente contraria al partido conservador.

El día 26, el general victorioso, D. Jesús González Ortega, entró en la ciudad federal y restableció el Gobierno Constitucional, á los tres años de ocurrido el golpe de Estado de Comonfort.

El 28 fueron solemnemente promulgadas las Leyes de Reforma, expedidas en Veracruz el 12 de Julio de 1859, y en 11 de Enero de 1861 hizo su entrada en México, entre las aclamaciones de la multitud, el varón fuerte y constante, el Presidente interino D. Benito Juárez, á quien El ruiseñor habanero obsequió la noche del 13 con un concierto en el Gran Teatro, saludándolo con un himno compuesto por Barilli sobre letra de D. José Rivera y Río.

En pos del ejército liberal vino á México, y dió algunas funciones en el de Vergara, una medianísima Compañía de ópera italiana que había estado trabajando en Veracruz, en la cual figuraban el tenor Achilli Herrani y el bajo Giovanni Maffei, y Casali como empresario: para poder cantar algo, hubieron de unirse aquí con Ottaviani, la Tommasi y la Pagliari.

El domingo 27 de Enero de 1861, en el relato de cuyos sucesos insensiblemente hemos entrado, hubo fiesta en Iturbide. Para obsequiar al Gobernador del Distrito, el íntegro y caballeroso D. Justino Fernández, una Compañía dramática puso en escena el drama en cuatro actos y en verso, original de D. Vicente Riva Palacio y D. Juan A. Mateos, intitulado Odio hereditario. A su versificación fluida y sonora unía la composición escenas de mucho interés, y valió á sus autores grandes aplausos. Riva Palacio y Mateos fueron llamados tres veces á la escena; en la segunda recibieron unas coronas, y multitud de versos cayeron de las galerías á la sala. Una música militar, obsequio de González Ortega, les saludó con dianas cuando se presentaron en el foro, y los acompañó después hasta la casa habitación de Riva Palacio. Ese fué el éxito que obtuvieron con su prime

ra obra dramática, repetida en distintos días y en todos con mucho aplauso. Correspondiendo á él, ambos autores dieron á la escena su comedia en tres actos, Borrascas de un sobretodo, estrenada el 10 de Marzo en el Teatro de Iturbide, en una función dedicada al Gral. D. Ignacio Zaragoza y su brigada de Zacatecas.

Pero el gran suceso de aquel año fué la brillante temporada de ópera con que alegró á México el muy distinguido empresario Max. Maretzek, á quien la Capital debió la primera visita de la inolvidable Compañía de la Steffennone. "A la cabeza de mi nueva Compañíadijo Maretzek en su prospecto-se encuentra la ilustre artista Elena D'Angri, cuyos triunfos en los teatros de París, Londres, San Petersburgo, Milán, Madrid y Nueva York, la han colocado en la categoría de una de las grandes artistas de la presente generación; tanto se distingue en las óperas serias como en las bufas, pues une á los milagrosos esfuerzos y á la brillantez de una Albini, las cualidades altamente dramáticas y la apasionada slancia de una García. Esta excelente artista, con las jóvenes y cumplidas hermanas Natali, que han encantado al público de la Habana durante dos temporadas consecutivas, la una como prima donna absoluta, y la otra como primo contralto, no dudo que cuando cada una de ellas sea conocida, llegarán á ser favoritas del público mexicano, proporcionándole la rara oportunidad de oir un conjunto de voces sin igual y que merced á asiduos trabajos y á la práctica constante, han llevado á la perfección. También creo conveniente mencionar al Sr. Annibale Biachi, primo basso assoluto di cartello, al que la prensa y el público de la Habana han proclamado unánimemente como el único sucesor legítimo de Marini."

El elenco fué el siguiente: prime donne assolute, Elena D'Angri, Inés Natali, Fanny Natali de Testa, Apolonia Bertucca Maretzek: Prime tenori assolute di forza, Luis Stéffani, Giovanni Sbriglia: Primo tenori assoluto legero, Enrique Testa; Primi baritoni assoluti, Alejandro Ottaviani, Giuseppe Ippolito: Primi bassi assoluti, Annibale Biachi, Luis Rocco: tenor comprimario, Tomás Rubio: bajo comprimario, Giovanni Maffei: Maestros directores, Max. Maretzek, J. Nicolao: maestro de coros, Abela: primeros bailarines, Carolina Costa, Hipólito Wiethoff. Los precios de abono continuaron siendo los de costumbre por 12 funciones, cien pesos los palcos y diez y seis las lunetas.

En la noche del sábado 13 de Abril, dió Maretzek su primera función de abono con El Trovador, presentándose en ella las Natali: Inés, en el papel de Leonor, arrancó unánimes aplausos y en el Miserere alcanzó ruidosísimo triunfo, á pesar de los buenos recuerdos dejados por la Cortesi y la Peralta: su voz no era de gran fuerza, pero sí muy agradable, y vocalizaba con mucha claridad: sus buenas notas eran las medias y las agudas, advirtiéndose alguna debilidad en las bajas.

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