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Fanny Natali de Testa desempeñó el difícil carácter de Azucena: una presunción hasta cierto punto disculpable en una actriz de la edad corta y figura bella de la Sra. Testa, la hizo presentarse no como una gitana vieja y fea, sino como una giovinnetta graciosa y encantadora; salvo esta impropiedad Fanny agradó; su voz pareció entonces de mezzo soprano con muy buenas notas bajas, pero no de verdadero contralto: fuérase lo que se fuese, su voz era muy simpática, clara y fresca, y en general agradó mucho y estuvo muy feliz. Stéffani, antiguo conocido de nuestro público, lució como siempre su voz fresca y pura, aunque no bien modulada, y sujeta á frecuentes desafinaciones por su ansia de sofocar las de los que le acompañaban. Ottaviani estuvo más feliz que nunca en el Conde de Luna; cantó con expresión, seguridad y buen gusto. Rocco en el Ferrando mereció como de costumbre aplausos repetidos.

Al Trovador siguió el Hernani en que se presentó Sbriglia, con voz también fresca y agradable, bueno y correcto método, pero muy inferior á la de Stéffani. Biachi fué juzgado y aplaudido como el mejor bajo que en México habíamos tenido, pero se entiende que después del gran Marini. Como tercera de abono se cantó El Barbero, con presentación de Elena D'Angri, notable por su vocalización facilísima y su precisión admirable: su voz ya estaba algo sofocada, pero era en cambio una consumada artista del más correcto estilo; sus notas bajas eran rotundas y sonoras. Con esa obra también se presentó Enrique Testa; su voz muy ligera y puede decirse de salón, fué realzada por su mucha expresión y su exquisito gusto: sus vocalizaciones eran extraordinariamente limpias, y muy recomendables sus dotes como actor. Quienes entonces le oyeron celebran su irreprochable manera de cantar El Elixir de amor, La Hija del Regimiento y el D. Pascual.

No debemos entrar en muchos detalles, deseoso como estoy de no alargar demasiado estos capítulos. Las hermanas Natali fueron en efecto, como lo predijo Maretzek, las heroínas de la temporada, sobre todo Inés. Ambas eran hermosas y cantaban bien, y esto bastó á nuestro público para ver con cierto despego á la D'Angri, que ciertamente no podía rivalizar con ellas en belleza corporal, ni en juventud. De la D'Angri, México aplaudió más el prestigio de que venía precedida que el placer de verla. Necesario es repetirlo; el encantamiento operado en nuestros teatros por la Steffennone y la Sontag, jamás ha sido superado aquí por nadie. Recórranse los periódicos de la época y se verá confirmado este aserto. La Compañía de Maretzek en 1861 fué muy superior á cualquiera de las que nos visitaron en los siete años precedentes, pero incapaz de ser comparada con las grandes Compañías de 1852 y 1854.

El peso del trabajo le llevaron, en la que nos ocupa, las hermanas Natali, que se conquistaron día á día partidarios y amigos, en Nor

ma, Lucrecia, Marta, Traviata, Hija del Regimiento, Favorita, Stradella, Hernani, y otras más conocidas, cuyas protagonistas corrieron á cargo de Inés, tomando parte Fanny en todas las de su cuerda. La D'Angri sólo cantó la Rosina del Barbero, el Arsace de Semiramis, la Fede del Profeta, el Romeo, y alguna más que en el momento no tengo presente.

La Bertucca cantó en Rigoletto, Los Lombardos, Semiramis, Profeta, La Muda de Pórtici y Guillermo Tell, presentándose casi siempre que cantaba la D'Angri.

Los dos grandes éxitos y las dos grandes obras de esa temporada, fueron El Profeta y Guillermo Tell. Se cantó por primera vez El Profeta el sábado 8 de Junio, estrenándose siete magníficas decoraciones pintadas por Serrano. Sbriglia interpretó el Giovanni; Biachi, Zacarías; Testa, Jonatás; Rocco, Matias; Ippolito, Obertal; la D'Angri, Fede; la Bertucca, Berta; y Rubio y Maffei, los papeles secundarios: el gran Wiethoff dirigió los bailes y tomó parte en el de los patinadores, ejecutado por diez y seis individuos. Se estrenó Guillermo Tell el 25 de Setiembre, así repartido: Guillermo, Ottaviani; Arnoldo, Sbriglia; Gualtiero, Rocco; Melchtal, Maffei; Jemmi, Inés Natali; Eduvnge, la Pagliari; Matilde; la Bertucca; Gesler, Ippolito; El pescador, Testa; y Rodolfo, Rubio. El 27 de Junio se cantó Catalina de Guisa, de Paniagua, por Inés Natali, Biachi, Ottaviani y Sbriglia, y se repitió varias veces. Inés Natali dió en su beneficio Roberto; Fanny, Marta, la Polka en acción, escena bufa compuesta y cantada por Rocco, y la Jota de los toreros, que cantó en castellano con Rocco y en traje de carácter: Biachi, dió Attila en su beneficio; la D'Angri, Romeo y Julieta, y Sbriglia, Marcos Visconti.

La Compañía Maretzek se despidió de México el 27 de Setiembre con Guillermo Tell y el último acto de Semiramis.

Retirada la ópera, la Compañía dramática de Iturbide, que en 16 de Setiembre había estrenado el drama de Riva Palacio y Mateos, El Abrazo de Acatempan, reanudó sus abonos, y en 1o de Diciembre puso en escena la comedia Política casera, de los mismos aplaudidos autores mexicanos.

CAPITULO XIII

1861 á 1864.

Como era de esperarse, los conservadores no se conformaron con la victoria de los liberales, dueños, según ya dije, de la Capital desde fines de 1860, y la guerra civil continuó terrible. El 3 de Junio de 1861, D. Melchor Ocampo fué proditoriamente asesinado por una fuerza reaccionaria; el 16 del mismo, corrió suerte semejante D. Santos Degollado, que á vengarle había salido de México, y el 22 fué á su turno fusilado por aquel enemigo sin piedad, el Gral. D. Leandro Valle. Ciego de indignación, el gobierno liberal puso á precio las cabezas de Zuloaga, de Márquez y de Mejía y otros, y después de rechazar á las tropas del segundo de los nombrados, que intentó atacar la Capital, alcanzó en 13 de Agosto el triunfo de Jalatlaco, dando á los conservadores un golpe que por completo los nulificó. Pero entonces más que nunca movieron los resortes de su ira, y sus agentes en Europa, D. José María Gutiérrez Estrada, D. Juan Almonte y D. José Hidalgo, determinaron á tres poderosas naciones europeas á intervenir en los asuntos de México, sirviéndoles á maravilla de pretexto el decreto de 17 de Julio del mismo año, por el cual el Congreso de la Unión, en vista de la escasez del Tesoro, suspendió por dos años todos los pagos, aun los de las deudas extranjeras, que cercenaban en mucho los productos de las aduanas marítimas. El 31 de Octubre, España, Inglaterra y Francia, firmaron la convención de Londres. limitada á apoderarse del litoral mexicano para garantizar así la seguridad de sus nacionales y cobrar y distribuirse las sumas que se les adeudaran. El 17 de Diciembre, Veracruz fué ocupada por el ejército expedicionario español salido de la Habana; el 7 de Enero de 1862, llegaron al mismo puerto las tropas inglesas y francesas, y el 14 los tres comisarios dirigieron su ultimátum al Gobierno liberal reclamando la satisfacción de los agravios que se habían inferido á los súbditos de sus respectivos monarcas. Los comisarios extranjeros y el Ministro de Relaciones, D. Manuel Doblado, firmaron el 19 de Febrero en la Soledad, un convenio para abrir negociaciones en Orizaba, sobre la base de que nada se intentaría contra la independencia é integridad de la República; pero á poco andar los representantes de Francia faltaron indignamente á lo pactado en Londres y en la Soledad;

disgustados los de España é Inglaterra, declararon en 9 de Abril rota la alianza, y acto continuo se retiraron y reembarcaron para Eu

ropa.

Francia quedó sola en el país cuya entrada habíanle abierto los españoles y los convenios de la Soledad, y abusando de esas ventajas dió principio á la más injusta guerra con un hecho de felonía que el Gral. Prim calificó de único en los anales militares desde que el mundo es mundo. En vano el ejército liberal quiso impedir al invasor el paso de Acultzingo; pero de los desastres de aquella acción, México quedó ampliamente vengado con su gran victoria del 5 de Mayo en la heroica Puebla.

Para atender al socorro de los heridos, diéronse en nuestro Gran Teatro dos funciones extraordinarias, el 2 y el 27 de Mayo, aparte de otra con que el 20 se celebró la victoria alcanzada por D. Ignacio Zaragoza.

En la del 2, fué cantada Traviata por las Sritas. Mariana Paniagua, Trinidad Heros y Pilar Bejarano, y los Sres. Enríquez, Pineda, Munguía, Jiménez, Arsinas, Loza y Sánchez, bajo la dirección de Paniagua; en los entreactos ejecutaron al piano varias piezas, la Srita. R. Valenzuela y los Sres. D. Melesio Morales y D. Francisco Elorriaga; los Sres. Escobar y Loza cantaron el dúo de las banderas de Puritanos; la Srita. Josefa Contreras se hizo aplaudir en un vals de bravura compuesto por el Sr. Abella, y la Srita. Esther Tapia recitó una composición poética escrita para aquella solemnidad.

En la función del 27 se estrenó la comedia en tres actos y en verso, original de D. M. Gutiérrez, con el título de Un Capricho y un Modelo; se oyó un himno compuesto por mexicanos; cantó Villanueva un aria de Lucrecia, y Mariana Paniagua el vals Giacinto Azzurro, compuesto por su padre para la D'Angri, y leyeron composiciones poéticas D. Guillermo Prieto, D. José Rivera y Río, D. Julián Montiel y D. Alfredo Chavero.

En la función del 20 de Mayo se representó la comedia de Marco Libertad en la Cadena; cantó y tocó el maestro alemán D. Luis Hahnt, y leyó D. Guillermo Prieto una oda en elogio de Zaragoza.

El 17 de Junio, el cuadro mexicano de Opera Italiana, dirigido por Paniagua, repitió Traviata, cantada por las tres señoritas que hace poco nombré, y por los Sres. Antonio Morales, Francisco de P. Pineda, José Murguía, R. Salvatierra, Mariano Arsinas y M. Fierro.

En la Linda de Chamounix, cantada el 25 de Julio, desempeñó el Pieroto la Srita. Francisca Ortega, y el Marqués de Boisfleury el Sr. José Jacinto Jiménez, con mucha discreción y aplauso.

No acabaría si hubiese de citar una por una todas las varias y diversas funciones que con tanto lucimiento como patriotismo, se dedicaron en esos memorables tiempos para allegar recursos para los

heridos ó las familias de los muertos en la guerra con los franceses. Citaré únicamente algunas de las más brillantes.

En el Gran Teatro, y el 18 de Octubre, una Comisión de damas que formaron Da Margarita Maza de Juárez, Da Luciana Arrázola de Baz, Da Juana Calderón de Iglesias, Da Rosario E. de Cabrera y Da Luisa Elorriaga de Zarco, acertó á disponer un interesante espectáculo: la Compañía del Principal, con Merced Morales á su frente, estrenó la comedia Cornelio Nepote; la distinguida aficionada Joaquina González cantó con maestría el Vals de Venzano; la Tommasi y Ottaviani un dúo de Traviata; Eusebio Delgado tocó en el violín las variaciones del Carnaval de Venecia, y, por último, se representó la comedia en un acto Un Episodio del 5 de Mayo, improvisación escrita para esa noche por un grupo de poetas, dirigidos por Guillermo Prieto. El 12 de Noviembre, y también para los hospitales de sangre, el Ayuntamiento de México combinó otra gran función en el Nacional: la Cañete, la Cejudo, la Suárez, y Mata, Morales, Padilla y Cisneros, pusieron en escena el drama nuevo de Riva Palacio y Mateos, La Hija de un Cantero; la música de cuerda de Antonio Díaz de la Vega, Vicente Asiáin y Nicanor Díaz, acompañó á José Ortiz una dificilísima fantasía sobre temas de I Masnadieri, por Ortiz compuesta y ejecutada en el saxophon, instrumento nuevo entonces en la Capital; Joaquina González cantó una aria de Medea; Andrés Díaz de la Vega tocó en el bandolón unas variaciones sobre Lucrecia; Delgado una fantasía de Artot, acompañado al piano por Pedro Mellet; leyéronse composiciones de Esther Tapia y de Guillermo Prieto, autor de la letra de un himno cantado esa noche, con música del profesor D. Jesús Valadez.

El 18 del mismo Noviembre fué cantada Catalina de Guisa à beneficio de Paniagua, quien cedió una parte de los productos á los hospitales de sangre.

Por último, el 18 de Diciembre, la "Junta de Damas," en que figuraban las Sras. Da Altagracia P. de Morales, Da Margarita Maza de Juárez, Da Dolores Delgado de Alcalde, Da Luz Zamora de Herrera, Da Dolores Herrero de Bravo y Da Josefina Bros de Riva Palacio, dió á su turno una función así compuesta: la zarzuela en un acto La Vieja y el Granadero, música del maestro mexicano Joaquín Luna; el drama en cuatro actos, La gloria del dolor, original de Pantaleón Tovar y dirigida por Angel Padilla; concierto en que tomaron parte José Escobar, Angel Cabrera, Jesús Valadez y las Sritas. Merced Adalid y Josefa O'Farril, que tocó varias piezas en la cítara. Este espectáculo terminó con una "Apoteosis del Gral. D. Ignacio Zaragoza," compuesta de nueve números de verso y música, debidos á Pantaleón Tovar, Joaquín Luna, Srita. Refugio Argumedo y la niñia María Garfias, que, contando apenas 13 años de edad, era ya una notabilidad

R. H. T.-T. II.-44

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