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las intenciones de Francia, el imponeros una forma cualquiera de gobierno contraria á vuestros sentimientos.-Mariscal, Bazaine.-Cuartel general en México á 3 de Febrero de 1867."

Como lo anunciaba esa proclama, el grueso de la fuerzas francesas que habían quedado en México, salió de la ciudad el martes 5 de Febrero, entre diez y once de la mañana, y acampó en el pueblo de la Piedad y en sus contornos, en número de cuatro ó cinco mil hombres, para arreglar allí sus jornadas, el escalonamiento de sus diversas fracciones y provisión de víveres.

El Mexican Times, periódico redactado por norte-americanos, consagró, el mismo día 5, un notable artículo á la proclama de despedida de Bazaine y á la salida del ejército francés. Con motivo de los asertos de la proclama relativos á las intenciones de Francia en México, citaba la carta de Napoleón III al general Forey, en que decía el primero que el objeto de la expedición era poner coto á la expansión de los Estados Unidos y establecer la influencia francesa en el centro del nuevo continente. Citaba asimismo este otro pasaje de la expresada carta: "Si bien está en nuestro interés que los EstadosUnidos sean poderosos y prósperos, no está que se apoderen de todo el golfo de México, impongan desde allí su ley á las Antillas y la América del Sur y sean los únicos dispensadores de los productos del Nuevo Mundo...... Si, por el contrario, México conserva su independencia y mantiene la integridad de su territorio, y si se funda allí un gobierno estable con el auxilio de la Francia, habremos restaurado á la raza latina del otro lado del Océano su fuerza y su prestigio."

Hacía también notar el Mexican Times que las tropas francesas se iban de México antes del plazo acordado y designado en la convención de Miramar, y citaba los artículos 2o y 3o de tal convención, en cuya virtud las expresadas tropas francesas evacuarían el país á medida que el Emperador Maximiliano pudiera ir organizando las tropas nacionales necesarias para reemplazarlas, permaneciendo aquí la legión extranjera al servicio de la Francia seis años después de la partida de las demás tropas.

Al indicar el Mexican Times que la potencia aliada de México no había cumplido todo aquello á que se comprometió, preguntaba: ¿Se retira sin esperanza de cobrar sus créditos por la persuasión de que su intervención es aquí considerada innecesaria, y de que el país desea el régimen republicano; ó en vista de los conflictos que puedan estallar en Europa, y de la actitud del gobierno de los EstadosUnidos, en la cuestión de México?

El periódico francés la Ere publicó sobre el mismo asunto de la salida de las fuerzas de su país un artículo en que se expresaba así: "Hemos llegado al momento de que tanto se ha hablado de seis me

ses á esta parte sin acostumbrarse á creer en él. De un instante á otro las fuerzas francesas habrán salido de México, dejándonos en frente de esa incógnita que, con diversas conjeturas, excita unánime ansiedad. Hasta la última hora halagaba la esperanza de que la intervención, antes de retirarse, lograría aclarar algo el horizonte ante el cual vamos á permanecer. No es ya lícito contar con esto. El porvenir se abre ante nosotros con todas las incertidumbres que traen consigo los peores días de un país, y quedamos entregados á nosotros mismos para afrontarlo."

A la justa alarma causada por la salida de los franceses, se unió el espanto que produjo la siguiente proclama del General D. Leonardo Márquez:

"El General en jefe del segundo cuerpo de ejército, á los habitantes de esta Capital: — Compatriotas: Acabo de encargarme de esta hermosa ciudad, y como me conocéis, creo innecesario deciros nada; pruebas tenéis de que sé sacrificarme por lo que se me confía, y moriré antes que permitir el menor desorden. En consecuencia, he tomado todas mis precauciones para vuestra seguridad: tengo la fuerza armada suficiente, y vosotros mismos vais á ver de qué manera queda guarnecida esta plaza. Deseo que no haya ningún genio inquieto que tenga la loca pretensión de turbar la paz, para no verme en la triste necesidad de aplicarle la ley, á lo cual estoy firmemente resuelto. Cuartel general en México, á 5 de Febrero de 1867.-Leo

nardo Márquez."

Esta proclama iba seguida por el furibundo y amenazador bando que decía así:

"Leonardo Márquez, General de división y en jefe del segundo cuerpo de ejército, á los habitantes de esta ciudad, sabed, que:-Aunque en la actualidad no hay ningún motivo de alarma en la Capital, debiendo este cuartel general prever oportunamente toda eventualidad, por remota que sea:- En uso de las facultades que concede la Ordenanza, he tenido á bien decretar:-Art. 1o El toque de alarma para la ciudad, lo anunciará la esquila mayor de Catedral, que sonará por espacio de diez minutos.-Art. 2o Al sonar dicho toque, todos los habitantes de la ciudad se retirarán á sus casas y permanecerán en ellas con las puertas cerradas sin volver á salir ni asomarse á los balcones, ventanas ó azoteas, hasta que cese la alarma, lo cual será anunciado en Catedral, por un repique de igual tiempo, con la campana mayor. Art. 3o Todo individuo, sea cual fuere su categoría, que de cualquier manera infrinja el anterior artículo, será castigado gubernativamente, según las circunstancias de la falta.-Art. 4o En consecuencia, la fuerza armada que estará situada convenientemente para la seguridad de la población, tendrá orden de reducir á prisión á los culpables, haciendo uso de la fuerza, si fuere necesario.- Art.

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5o De la misma manera, serán castigados ó consignados al Tribunal que corresponda, los individuos que se armen sin conocimiento de este cuartel general; que disparen una arma de fuego ó causen alarma por medio de alguna detonación; que ejecuten cualquiera demostración de hostilidad; que viertan palabras subversivas; que levanten la voz con gritos alarmantes ó sediciosos, ó que de cualquier modo promuevan el menor desorden.-Art. 6o Inmediatamente que se dispare una arma de fuego ó se oiga alguna detonación, la fuerza armada se presentará en la casa de donde haya salido el tiro ó producidose la detonación; la puerta se abrirá de grado ó por fuerza: el culpable será aprehendido, y si no se encuentra, todos los habitantes de la casa serán castigados conforme al art. 3o de este Bando.-Art. 7° Desde el momento en que se anuncie á la ciudad que ha cesado la alarma, todos sus habitantes quedan en libertad para abrir sus puertas, salir á la calle y ocuparse de sus negocios, con sólo la circunstancia de no cometer ningún desorden, porque en caso de hacerlo, será reprimido como queda aquí expresado.-Dado en el cuartel general de México, á 5 de Febrero de 1867.-El General en jefe, L. Márquez."

Por el momento no hubo ocasión de cumplir ninguna de esas amenazas, y el temido Gral. Márquez salió de la Capital para Querétaro, permaneciendo en esta última ciudad hasta que, disgustado con el Gral. Miramón, vino de nuevo á la Capital en fines de Marzo á sostener el sitio que le puso el ejército republicano.

El anciano y ameritado actor D. Juan de Mata Ibarzábal, ofreció á sus amigos y partidarios su beneficio en el Gran Teatro Imperial la noche del 8 de Febrero, con la comedia de Larra El bien perdido y la zarzuela Una alma en pena, letra de Olona y música del actor mexicano Felipe Suárez. El 15, las simpáticas Ana y Rita Cejudo, dieron en su función de gracia la muy mala comedia española También la nieve se quema. El 22, el distinguidísimo artista mexicano Merced Morales, no disponiendo de novedades buenas, se hizo aplaudir una vez más en Súllivan, y en la comedia de Valladares y Saavedra La piel del Diablo, de la que el beneficiado dijo en su programa:

'En esta graciosa composición, mi amable compañera la Srita. Ana Cejudo, desempeñará tres caracteres distintos: el primero es el de una maja, en el cual, cuando la escena lo exija, bailará en carácter un precioso jaleo andaluz. En el segundo, caracterizará el tipo de una italiana, que á su tiempo, con la bravura propia de las hijas de aquel bello país, recitará los valientes y sonoros versos del Himno Nacional de México, diciendo el final de la última estrofa, acompañada de la orquesta. Y tercero, representará un valentón yankee, espadachín de profesión, el cual se batirá con sus adversarios, tirando el florete y ejercitando el manejo y ejercicio del fusil, á su tiempo y en el mo

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mento oportuno. Para el desempeño de esta parte de la composición, la joven Cejudo ha tenido una dedicación, concurriendo á varias escoletas, digia de toda mi consideración y agradecimiento, habiendo logrado la perfección posible en unos ramos tan ajenos al carácter de una señorita, por cuya bondad y voluntaria disposición le tributo públicamente un testimonio de gratitud."

El notable y modesto Merced Morales, dirigió al público, con motivo de ese su beneficio, una manifestación en que le decía:

"Hace veinte años que el azar, el destino, ó la inclinación, me hizo abrazar la carrera de actor dramático. Mexicano por familia, por corazón y por nacimiento, aquí me he formado, aquí he vivido y aquí he consagrado mis esfuerzos á una sola aspiración: á merecer el aprecio de mis compatriotas.

"He trabajado con la fe del alma. Si mi humilde inteligencia no ha bastado á llenar el vacío que otros actores han dejado, culpa ha sido de la pobreza de mis dotes, no de la falta de esfuerzos para conseguirlo; pero la misión se ha cumplido y no está en mi mano oponerme á los designios de la Providencia. Así y todo, falto como me hallo de esas grandes cualidades que forman al artista; satisfecho en mi oscura posición; sin más aspiraciones que las de no desmerecer del aprecio público, hoy, por vez primera, después del largo período que hace que consagro mis estudios al teatro mexicano, me atrevo á dirigirme á mis compatriotas para decirles solamente: ni estas palabras son un llamativo, ni mi beneficio es una especulación; es sencillamente una función más que ofrece á sus compatriotas en los teatros de México un actor mexicano; si éstos lo aceptan como ofrenda de estudio y de trabajo, no de ambición y vanidad, veré en ello, como actor, mi más cumplida recompensa; como hombre, mi más preciado recuerdo, y como mexicano, mi más codiciado timbre."

Vinieron después, ya en el mes de Marzo, en las noches del 3 y del 5 tristes y desairados bailes de máscaras en el Gran Teatro: en la del 24 el beneficio de la discreta actriz Rosario Muñoz con La coja y el encogido, y el domingo 31 una función extraordinaria en provecho de la Escuela gratuita de Sordo-mudos, establecida ocho meses antes por el Ayuntamiento. La comisión que firmó el programa, estuvo así compuesta: Presidente, José Urbano Fonseca; Comisión del Excmo. Ayuntamiento, Francisco Villanueva, Gregorio G. Zozaya, J. Fernández de Jáuregui; Vice-presidente, Dr. Ignacio Durán; Visitador, Antonio Vértiz; Tesorero, Luis Landa; Secretario, Isidro Díaz. En la invitación se decía entre otras cosas:

"Como los fondos municipales son tan escasos, que con dificultad bastan para cubrir las atenciones más preferentes del servicio público; el Concejo municipal apela á la generosidad del pueblo mexicano, para que imparta su protección á ese Establecimiento, que exclu

sivamente le pertenece, que ha sido fundado con los fondos que los mismos habitantes de la ciudad proporcionan, y que redunda en beneficio de una clase infeliz, que alguna vez ha de ser útil á la sociedad."

El orden seguido en esa función fué el que dice el siguiente programa:

"1. La orquesta de la Sociedad de Santa Cecilia, deseando cooperar por su parte al lucimiento de la función, abrirá el espectáculo con la selecta obertura del maestro Auber: El Filtro, cubriendo los intermedios con escogidas piezas de su magnífico repertorio. 2o A continuación se pondrá en escena la aplaudida comedia en tres actos, escrita en verso por Enrique Zumel, intitulada: Las Riendas del Gobierno. 3o En el intermedio del primero al segundo acto, se presentará el aplaudido y estudioso niño Jacinto Osorno á ejecutar en el violín, acompañado en el piano por Francisco Contreras, la gran fantasía brillante de C. Beriot y G. A. Osborne, sobre algunos motivos de la grandiosa ópera: Guillermo Tell. 4. En el intermedio del segundo al tercer acto, tendrán lugar unas hermosas variaciones sobre temas de la simpática y aplaudida ópera, Norma, ejecutadas en el bandolón por el aplicado y aplaudido profesor Pedro Sariñana, acompañándolo en el piano Jesús Loreto."

Poco después comenzó el sitio de la Capital y la Compañía dramática hubo de suspender, casi en lo absoluto, sus poco concurridas representaciones.

Por idéntica causa cesó también en su útil actividad la muy meritoria agrupación de artistas y aficionados músicos de la "Sociedad Filarmónica Mexicana." Nació este importante centro artístico en la casa del muy ilustre maestro mexicano, D. Tomás León, quien en ella de tiempo atrás reunía un corto número de personas afectas al divino arte. Esa reunión se daba el título de "Club Filarmónico," y su importancia fué tal, que se llegó á creer necesario reglamentarla según bases que propuso el distinguidísimo compositor D. Aniceto Ortega. Admitidas que fueron, la Sociedad se instaló el 14 de Enero de 1866 con setenta y cuatro socios; éstos hicieron la elección de funcionarios que recayó en las personas siguientes: Presidente, Manuel Siliceo; Vice-presidente, José I. Durán; Tesorero, Clemente Sanz; Pro-secretario, Lorenzo Elízaga y Secretario el Dr. Eduardo Licéaga. El Presidente nombró un consejo, que dividió en comisiones de esta manera: de enseñanza musical, Sres. Urbano Fonseca, Aniceto Ortega y Manuel Payno; de fondos, Sres. Alfredo Bablot, Jesús Urquiaga y Clemente Sanz; de conciertos, Sres. Agustín Balderas y Tomás León; de etiqueta, Sr. Jesús Dueñas.

La Junta Directiva así formada, se instaló el 21 del mismo Enero, y acordó reunirse tres veces por semana para llenar los objetos con

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