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de estas tres impresiones progresivas. La Sra. de Razo tiene una voz de contralto neto: reune todas las dotes de las artistas superiores: órgano admirable de sonoridad y de extensión; notas graves, llenas, claras, rotundas (creo, Dios me asista, que baja hasta el mi natural); estilo clásico, rossiniano; precisión irreprochable; afinación exactísima, expresión esencialmente dramática; agilidad, flexibilidad notables; trinos de una dualidad bien marcada, escalas perladas como las de un piano.... ¿Es de extrañar que con cualidades tan eminentes produzca siempre la Sra. de Razo una sensación profunda que se traduce, en medio y al fin de cada una de sus piezas, con un trueno de aplausos frenéticos y prolongados?

"Es una perla, es una de las joyas más preciosas, es una de las glorias de la Sociedad Filarmónica.

"Cantó la dificilísima aria de Mahometto como lo canta todo: admirablemente."

En elogio de los maestros Tomás León y Aniceto Ortega, que en uno de los conciertos tocaron el andante de la Sinfonía 3a de Beethoven, se expresaba así Bablot:

"La música clásica está poco cultivada en México; es de deplorarse: uno de estos días, cuanto Deus nobis hæc otia faciet, algo se dirá aquí sobre este asunto interesante. La comisión de conciertos, con el laudable objeto de ir familiarizando á sus consocios con esa clase de música, ha acordado que cada sábado se ejecute, cuando menos, una pieza de los inmortales maestros Haendel, Bach, Haydn, Clementi, Mozart, Dussek, Beethoven ó Mendelson; esta es una prueba más del constante afán de la Sociedad Filarmónica, por practicar el precepto de Horacio, que es la divisa que ha adoptado: reunir lo útil á lo agradable.

"Mencionar á los Sres. León y Ortega como intérpretes del andante de Beethoven, equivale á decir que la ejecución de este trozo fué perfecta. Ese Tomás León es el primer pianista mexicano: para conocer lo mucho que vale, es preciso haberle visto junto á Lubeck y después con Pfeiffer, que ambos lo estimaban altamente, y con quienes tocaba días enteros en unión fraternal; para apreciar todo su mérito es preciso verle descifrar con una facilidad sorprendente las más complicadas composiciones, en las reuniones dominicales de la Sociedad; es preciso verle ejecutar todo el repertorio de Hummel, Listz, Thalberg, Prudent, Gottschalk, Dohler, Dreyschock, de toda la pléyade de los grandes pianistas modernos.

"En cuanto á Aniceto Ortega...... Ah! de éste os hablaré próximamente con detención, con conciencia, dejando todo afecto, toda simpatía, toda adhesión á un lado;-os diré los títulos que tiene á la admiración de los amantes del arte; os revelaré sus inmensos y trascendentales trabajos; sus profundos conocimientos como armonista, sus

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doctas teorías sobre la técnica musical; sus estudios físico-matemáticos sobre las vibraciones sonoras; sus indagaciones complexas sobre la ciencia de la música;-todo lo que pienso de él os lo diré, aun cuando deba-ese sabio y ese artista-velarse la faz, ruborizado de tanto elogio merecido, pero bien pálido de seguro, en parangón de tanto y tanto mérito!"

Hé aquí ahora, para concluir con este asunto, el programa de uno de aquellos conciertos familiares de la Sociedad Filarmónica Mexi

cana:

"Stabat Mater (Introducción núm. 1), Rossini.-Introducción de la Sinfonia V de Beethoven, ejecutada en el piano, á cuatro manos, por los Sres. Tomás León y Julio Ituarte.-Aria de bajo de Hernani, cantada por el Sr. José Miguel Furlong, Verdi.-Dúo de soprano y tenor de la Traviata, cantado por la Srita. Josefa Contreras y el Sr. Alberto Hermosillo, Verdi.-Aria y cavaletta (nueva), de Lucrecia • Borgia, cantada por la Srita. Soledad Vallejo, Donizetti. - Cuarteto de Rigoletto, cantado por las Sras. Joaquina González y Josefa Lebrija de Razo y los Sres. Pánfilo Cabrera y José V. González, Verdi.— Impromptu de Chopin, ejecutado en el piano por la Sra. Wagner, Chopin.-Aria de barítono del Corsario, cantada por el Sr. Luis Muñoz Ledo, Verdi.-Dúo de soprano y barítono, de Rigoletto, cantado por la Srita. María de Jesús Contreras y el Sr. José V. González, Verdi.- Aria final de Saffo, cantada por la Sra. Paz Castillo de Becerril, Pacini. Dúo de soprano y barítono de Il Trovatore, cantado por la Sra. Clotilde Espino de Cardeña y el Sr. J. Francisco Alfaro, Verdi."

Por esos mismos días se supo con agrado en México, que había merecido aplausos en París un artista compatriota, de quien el periódico La Francia Musical, dijo: "El Sr. Felipe Ramírez Valdés es un joven flautista de gran talento: no sólo es notable por la maestría con que ejecuta la música de los grandes compositores antiguos y modernos, sino por una particularidad muy especial y nueva que revela en él una aptitud verdaderamente excepcional. En el concierto en que lo hemos visto, tocó en la flauta una pieza bastante complicada y brillante, con sólo la mano derecha, al mismo tiempo que estaba acompañándose en el piano con la izquierda. Causó un asombro general. Bien se decía con anticipación, que nos habríamos de sorprender con semejante fenómeno, pero nadie creía en su realización, ni mucho menos en el buen efecto que había de producir. El Sr. Ramírez ha inventado y se ha mandado construir una flauta, cuyas llaves todas están al alcance de los dedos de la mano que sostiene el instrumento: las dificultades que tiene que superar son grandes y numerosas, y no podemos menos que tributarle los elogios más cumplidos por el talento y habilidad de que ha dado prueba en el concierto de antenoche,

así como por la maestría, gusto y elegancia con que'tocó dos trozos clásicos de Briccialdi y de Ciardi."

Otro periódico parisiense decía á su vez:

"En una tertulia musical íntima, dada por M. Ritter á sus amigos, he oído al Sr. Ramírez, y si mi opinión bastara á su reputación, yo lo proclamaría sin vacilar un gran flautista. Es difícil, en efecto, tener mejores dedos, más dulce embocadura y el sentimiento más correcto en la emisión del sonido. El Sr. Ramírez ha dado un concierto en que ha revelado y ha hecho apreciar todo lo que vale. ¡Cosa admirable! Este músico raro, toca la flauta y á la vez se acompaña en el piano; pero esta habilidad por grande que sea no es lo que debe elogiarse más en el artista; y prefiero citar el grande éxito que obtuvo una romanza sin palabras, de su composición, titulada: Salut a la France. El Sr. Ramírez tiene que dar aún dos conciertos en París, y con esta ocasión y con mejor conocimiento de causa, volveré á ocuparme de él. René Douai se ha hecho oir del flautista mexicano en el violoncello, y ambos se han cumplimentado; el talento aclamaba al talento."

En aquel mes de Marzo de 1867 y en sus primeros días, el inolvidable caballero y escritor español D. Anselmo de la Portilla, de imperecedera memoria para cuantos respeten la honradez sin tacha y el talento sin límite, empezó la publicación del gran periódico español en México que llamó La Iberia y tan bueno y útil fué para los escritores mexicanos. Si de suficiente espacio dispusiéramos, íntegro insertaríamos su magnífico prospecto, una positiva pieza literaria. Empezaba lamentando que ningún periódico hubiesen tenido aquí los españoles durante algunos años, razón por la cual creía no estuviese de más La Iberia, diciendo con notables modestia y buen juicio:

"No por eso creemos que sea indispensable para que nuestros compatriotas sepan las noticias de España: todos los demás las publican entre sus noticias extranjeras, y algunos lo hacen con una solicitud que revela la importancia que dan á la nación española y á sus hijos residentes en México.

"Tampoco es necesario un periódico para defender aquí el nombre y la historia de nuestra patria: no los tenemos en tan poco que los consideremos necesitados de que una nueva hoja de papel salga en su defensa, ni podríamos nosotros añadir, por más que hiciéramos, un solo rayo de luz á los resplandores de su gloria.

"Menos necesario es todavía un periódico para defender los derechos é intereses de los españoles residentes en México: esos derechos é intereses se defienden por sí mismos, y están bajo el amparo de la justicia universal y de las leyes: no han menester otros defensores."

Exponía después que considerando pueril alarde y repugnante ficción en achaques de periodismo, anunciar con tono enfático que tal

ó cual órgano viene á satisfacer grandísimas necesidades, á llenar vacíos inmensos, á desempeñar misiones altísimas, La Iberia confesaba no tener semejantes pretensiones, y sí únicamente el de evocar para sus compatriotas los dulces recuerdos de la patria ausente, sin pronunciarse por ningún partido, sin censurar ningún sistema, y sin echar en olvido que en tierra extranjera los españoles no son ni deben ser más que españoles. Hé aquí sus propias palabras:

"Achaque suele ser del periodismo anunciar en tono enfático, que viene á satisfacer grandísimas necesidades, á llenar vacíos inmensos, á desempeñar misiones altísimas. Nosotros tenemos por pueriles estos alardes, y vemos con invencible repugnancia tales ficciones. La Iberia no viene á nada de esto: nosotros la fundamos con la esperanza de que no ha de pesarles de ello á nuestros compatriotas; pero no tiene la pretensión de cumplir grandes destinos, y todas sus aspiraciones se reducen á representar modestamente un humilde papel, el de ser un eco casi imperceptible de lo que aquí podemos llamar el pensamiento español, que es un pensamiento de paz, de trabajo y de progreso.

"Nada se perdería, en verdad, con dejar á este pensamiento desarrollarse solo y sin ruido en su terreno práctico, como lo ha hecho siempre; pero nada se perderá tampoco con que tenga un órgano en la prensa, ya que por otra parte apenas concede nuestro siglo el derecho de vivir á ningún interés grande ó pequeño que no esté representado por algún periódico. Es una preocupación general y profunda á la cual tenemos que someternos para que nadie dé por muerto el elemento español en estas comarcas. De paso podrá La Iberia contar á los españoles la marcha progresiva de su país, y evocarles, aunque no sea más que con su título, los dulces recuerdos de la patria

ausente.

"Vamos ahora á decir cómo ha de cumplir La Iberia su propó

sito.

"Nuestra patria, sin dejar de ser la nación caballeresca de otros siglos, está realizando en su seno todas las conquistas del siglo presente. Sus instituciones y sus leyes se modifican conforme al espíritu de la civilización moderna, su territorio se cruza de ferrocarriles y telégrafos, su comercio y su industria se desarrollan, sus letras y sus artes florecen. Estos progresos no se verifican, sin embargo, sino al través de incesantes agitaciones, que parecen ser en nuestros días el patrimonio de todos los pueblos civilizados. España, como todos ellos, está dividida en bandos políticos, que se disputan el poder en el palenque de las ideas, y alguna vez por desgracia en la arena de los combates. Males son estos, que no se pueden evitar en épocas de transformaciones y mudanzas, pero que ni son tan grandes en España como algunos ponderan, ni han impedido que el período actual,

aunque borrascoso en extremo, tenga derecho á ser contado entre los más fecundos y gloriosos de su historia.

"De todos modos, los españoles que vivimos en México, no podemos tomar parte en las luchas de nuestros partidos, ni daremos jamás el escándalo de reproducirlas aquí entre nosotros: ausentes de aquel teatro, no nos es permitido traer hasta acá las cuestiones que en él se ventilan, porque son cuestiones puramente domésticas que sólo deben tratarse dentro de casa, y no nos toca dar voto alguno sobre ellas, sean cuales fueren, por otra parte, nuestras opiniones ó simpatías. La Iberia cumplirá religiosamente el deber que esta situación le impone; y, ora evoque las memorias de otros tiempos, ora consigne los hechos contemporáneos, dichosos ó infelices de la patria, nunca echará en olvido que en tierra extranjera no somos ni debemos ser más que españoles.

continuaba diciendo Por

"Esta tierra extranjera en que vivimos, tilla, no lo es empero para nosotros como lo sería cualquiera otra. Todo nos recuerda en ella el genio civilizador de nuestros padres, y todo nos dice que ellos pasaron por aquí dejando huellas indelebles de su magnificencia.

"Esto da un carácter especial á la posición de los españoles en México. Extranjeros como todos los demás, y sin más derechos ni pretensiones que cualesquiera de los otros, sentimos no obstante doble interés que ninguno por la suerte de este país, porque nos ligan con él vínculos de familia que jamás podrá romper el tiempo."

Y tras de tan oportuna observación, el insigne D. Anselmo dictaba la siguiente regla de conducta que muy pocos periodistas españoles en México han sabido comprender:

"Esta posición excepcional no hace sino más estricto el deber que tenemos de respetar profundamente todo lo que se refiera á los negocios interiores del pueblo mexicano. No nos toca tomar parte en cuestiones cuya solución corresponde exclusivamente á sus hijos, ni debemos entrar en discusión sobre materias que solamente ellos pueden ventilar y resolver, conforme á sus circunstancias y á sus necesidades. En consecuencia, nuestro periódico se abstendrá invariablemente de mezclarse en la política de México, cuyo terreno consideramos como absolutamente vedado para nosotros. Así cumpliremos una obligación sagrada que nos impone nuestro carácter de extranjeros, y así podremos hacer mejor el bien de este país, lo que de nosotros tiene derecho á esperar en nuestra condición de amigos y de hermanos."

Luego explicaba cuáles serían las tendencias de La Iberia, en la siguiente forma:

"Hay cosas en efecto, fuera de la política, que no nos están vedadas, y son precisamente las que más han de contribuir á la paz y ven

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