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habitación de la calle del Coliseo Viejo. Púsose en escena El Felipe, comedia en dos actos, de Scribe, desempeñada por las Sras. Duvreville, Cordero y Santacruz y los Sres. Salgado, Valleto y Castro. La Sra. López y el Sr. Leonardi cantaron un dúo, y el distinguido Guillermo Vicente Wallace, tocó las grandes variaciones de Paganini en el violín.

Diez días después, el 25 de Mayo de 1841, en las esquinas y en los principales periódicos, entre ellos el "Diario del Gobierno," se publicó el siguiente aviso:

"Teatro de Nuevo México. - Prospecto. Al presentarse al público nuestro NUEVO TEATRO, no haremos de él grandes elogios, no emplearemos el charlatanismo de que se usa en estos casos; por el contrario, confesamos ingenuamente que no es sino un ensayo de lo que hace mucho tiempo reclama la bella Capital de las Américas, de 10 que bien pronto tendrá la hermosa México, y si algún mérito podemos atribuirnos, es el de haber dado el primer paso hacia el progreso, arrostrando las dificultades y exponiéndonos á los sacrificios que demanda. Tampoco nos gloriamos de haber hecho mucho, sin embargo que no hemos omitido gasto ni diligencia alguna para que, en cuanto lo han permitido la premura del tiempo y la localidad, el todo del edificio, así en su construcción como en su ornato, sean lo mejor que hasta el presente hemos poseído, sin que por esto lo creamos exento de defectos.

"Nuestro primer cuidado fué organizar una Compañía, digna, si era posible, del público ante quien va á presentarse, y con este objeto procedimos desde luego al ajuste de los actores de conocida habilidad que se hallaban sin compromiso en esta Capital, y solicitamos algunos de fuera, de quienes adquirimos buenos informes: resultando de nuestras diligencias el cuadro que en seguida listamos, sobre cuyo mérito nos abstenemos de hablar, porque esta calificación corresponde exclusivamente á nuestros ilustrados espectadores.

"Actrices: Sras. Concepción Molino, Edwiges Ramos, Inocencia Martínez, Cándida García, Crescencia López, Manuela Méndez, Soledad González.- Actores: Sres. Francisco Pineda, Fernando Martínez y José María Fernández, directores.-Juan Dalmau y Antonio. Ruiz, graciosos.-Sres. Mariano Olaeta, Angel Castañeda, Ignacio Servin, Luis Méndez, José Alonso, Antonio Granados, Mariano Arsinas, Francisco Guelvenzu.-Apuntadores: Juan Campuzano, José María Moctezuma.- Baile: Soledad González y Antonio Granados, director del ramo.

"La Sra. Molino se ha comprometido á llenar algunos finales de función con piezas de canto, lo que esperamos sea del agrado del público.

"El vestuario de las partes principales, podemos asegurar, en ge

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neral, que es magnífico, y por nuestra parte hemos cuidado de que el de los comparsas no desdiga en decencia y propiedad, habiendo tenido igual empeño con respecto á las decoraciones, ajuar y demás útiles y enseres del servicio.

"La orquesta, compuesta de profesores de reputación conocida, y dirigida por el acreditado artista D. José María Chávez, cubrirá los entreactos con piezas modernas y escogidas.

"El numeroso archivo de que podemos disponer comprende casi todas las obras clásicas de nuestro teatro antiguo y moderno, y, además, tenemos corresponsales en la Habana y Cádiz, para que nos remitan lo más selecto de cuanto se vaya publicando.

"El método de alumbrar se ha variado totalmente, y esperamos que esta innovación dé por resultado mayor hermosura y comodidad para los espectadores.

"Los cuidados de la Empresa se han extendido aun á la calle, que se ha mejorado extraordinariamente, empedrándola de nuevo y poniéndole un amplio embanquetado, á lo que ha contribuído eficazmente el Excelentísimo Ayuntamiento, de cuyo celo por los adelantos públicos nos prometemos continuará impartiéndonos su poderosa protección, para llevar á cabo las reformas que nos proponemos hacer. "Aunque á pesar de nuestros reiterados esfuerzos, la parte de ornato no podrá estar concluída para el día 30 del presente mes, los graves compromisos con que nos encontramos nos obligan á abrir el teatro para el indicado día, trabajando en él á tarde y noche, y volviéndolo á clausurar hasta el 6 del inmediato Junio, en que continuarán nuestras tareas, dando veintidós funciones, de noche, por mes, además de las tardes de los días festivos.

"Los señores que gusten abonarse pueden ocurrir á la Contaduría del Teatro, desde el lunes 1o de Junio, siendo los precios de abono, y adelantando las veintidós funciones del mes, los siguientes: Palcos primeros y segundos, libres de entradas y de todo otro gravamen, treinta y cinco pesos; lunetas y asientos en galería, seis pesos; cazuela ó gradería alta, dos pesos dos reales.

"Las funciones que tendrán lugar en la tarde y noche del domingo 30, se avisarán al público por anuncios separados. México, Mayo 25 de 1841.- La Empresa."

Digamos algo de los dos primeros directores de la Compañía de Nuevo México, D. Francisco Pineda y D. Fernando Martínez.

Pineda nació en San Lúcar de Barrameda: la biografía suya que consultamos y publicó el periódico semanario El Apuntador, impreso en 1841 por D. Vicente García Torres, ni dice la fecha del nacimiento de Pineda, ni el cómo ni el cuándo vino á México, contrayéndose á manifestar que cualquiera de esos datos sería ocioso, "porque el actor nace el primer día que por primera vez se presenta delante

del público, y muere cuando por última vez pisa el escenario." Tan peregrina opinión parece como que quiere ocultar que Pineda no debía ser de muy juvenil edad.

Después, su biógrafo continúa así: "Comisionado el Sr. Pineda por el Gobierno de Guadalajara para formar en Guanajuato una Compañía dramática, á petición de los actores que había contratado, se presentó en el teatro de esta ciudad con la célebre tragedia Los hijos de Eduardo. El entusiasmo que causó en el papel de Glócester, fué tanto, que por tres veces se le hizo salir á las tablas después de concluído el drama. He aquí el primer ensayo y el primer triunfo de este artista. Desde entonces trabajó en el teatro de Guadalajara, cuya reforma hizo, y sucesivamente en el de Tepic, cuya construcción dirigió, y en el de Mazatlán, que erigió completamente, mereciendo todas estas obras el aprecio de los inteligentes. Ahora se halla, en unión de los Sres. Martínez y Fernández, de Director del Nuevo México de esta Capital.

"Si es grande el mérito de un artista que sobresale, cuando tiene escuela y un maestro, es sin duda mucho mayor el de otro que careciendo de entrambas cosas llega á un punto elevado en su arte. En este caso, pues, se encuentra el Sr. Pineda. Simples reminiscencias de Latorre, Ligier y algunos otros afamados artistas de Europa, le ayudaron en los primeros ensayos; después, su genio suplió á todo, y con verdad, pueden llamarse originales, la mayor parte de sus creaciones, y profundas sus observaciones, tanto de actor como de di

rector.

"Dotado de una figura noble y elegante, poseyendo los modales de la alta sociedad, Pineda ejecuta bien los caracteres de fashionable, de calavera del gran mundo, de diplomático fino y de militar, llevando el uniforme con la mayor gracia y marcialidad, y vistiendo siempre con la mayor elegancia. Desempeña con mucha verdad papeles de simplón, como en La Visionaria; abraza el género cómico con bastante propiedad, y ciertamente el Rauzott de El Arte de conspirar es uno de sus más bellos triunfos: pero donde no tiene rival es en cierto género de romanticismo, como en el Glócester de Los hijos de Eduardo, el Ethelwood de Catalina Howard, el Manrique de El Trovador, y otra porción de dramas románticos, que constituyen principalmente su cuerda, porque su declamación, su acción y el claroscuro ideal con que caracteriza sus personajes, son completamente de la escuela romántica y el tipo de esa innovación característica de un nuevo sistema literario. Verdad, naturalidad, fuerza de sentimiento y energía en la expresión, son sus principales dotes.

"Otras muchas cualidades pudiéramos citar, si no temiéramos hacer demasiado largo este artículo. Una, sin embargo, nos será permitida: posee un tacto admirable para director de escena; una porción

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de menudencias que conoce y aprecia el menos observador; el acabado cuadro que ofrece la batalla que se figura en El Trovador y el no menos acabado de la Plaza de San Marcos en La Conjuración de Venecia, revelan un conocimiento exacto de la escena, hijo de una observación profunda de las obras dramáticas y de un asiduo estudio de la historia antigua. La rigorosa exactitud de los trajes, es también una prueba, como lo es que el Sr. Galli le encomendase la dirección de la escena. En fin, es tan buen actor como director.

"Se le ha motejado, sin embargo, su voz como defectuosa: es verdad; pero el artista no puede responder de los defectos que debe á la naturaleza, y menos cuando en recompensa, y sin mencionar otras dotes, su gesticulación sola pesa más en la balanza que todos los defectos que se le puedan hallar."

Según vimos en el prospecto de la Empresa del Nuevo México, ocupaba el segundo lugar como director el Sr. D. Fernando Martínez: éste había nacido en Valencia el 16 de Septiembre de 1810. Hallándose en el de 1826 en Gibraltar, salió por primera vez á la escena, bajo la dirección de Antonio González, primer actor de varios teatros de Madrid. De allí pasó á Granada, y sucesivamente á Málaga y Cádiz, y de ésta y en 1836, á la isla de Cuba, á los teatros de la Habana y de Matanzas. Se embarcó después para Veracruz, subió á Puebla y allí fué solicitado para nuestro Teatro de Nuevo México. "El Sr. Martínez, dice El Apuntador, reune à una bella figura, unos modales llenos de nobleza, dignidad y franqueza, y á una gesticulación natural, una comprensión exacta para caracterizar sus papeles, y una escuela que revela el tino y la maestría del artista que dirigió al Sr. Martínez en sus primeros ensayos. He aquí algunos de los dramas y comedias en que más se distingue: en el género serio y caballeresco, el carácter del Rey Don Pedro en el Rico-home; en el trágico y sentimental, el de Alberto en El Torneo; en el criminal é indiferente, el de Tirrel en Los hijos de Eduardo; en el cómico, el del inválido PlanPlan, y en el gracioso, el Manolo de Los Zapatos: todos ellos prueban suficientemente que su genio se pliega bastante á todos los géneros, si bien en el serio sobresale más."

Hablemos ahora del estreno del Teatro de Nuevo México, verificado, según lo anunció la Empresa, el domingo 30 de Mayo, dándose en la tarde El Torneo, drama en cuatro actos, de D. Fernando Calderón, y en la noche Los hijos de Eduardo, de Casimiro Delavigne, traducido por D. Manuel Bretón de los Herreros. He aquí cómo habla del estreno y del Teatro el cronista del Apuntador.

"Hace algunos días que el público aguardaba con ansia la apertura del Nuevo Teatro. Una Compañía nueva, por decirlo así, con un coliseo nuevo, con nuevas decoraciones y con otras muchas novedades, debía llamar la atención de los aficionados á esta clase de espec

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táculos. Por lo que hace al Teatro, ahora sólo diré que el telón nos ha parecido muy bello, aunque de algo confusa alegoría; pero en general produce muy buen efecto el claroscuro, y en particular aquella nube que se levanta en la parte inferior del lienzo. En recompensa, las lunetas son muy estrechas, los cojines de miniatura, y el patio no guarda un declive suficiente. Quisiera que la Empresa determinase abrir, para mayor comodidad de los espectadores, un tránsito por medio de las lunetas, desde la grada hasta el foro.

"El Torneo, primera producción del Sr. Calderón, tomado de una novelita que lleva el mismo título, publicada en el No me olvides, es un buen drama, con una versificación hermosísima. La representación tuvo bastantes alternativas; el público silbó y aplaudió ad líbitum. El Sr. Martínez es un buen cómico; han llamado la atención su arrogante figura, sus modales caballerosos en la escena, la nobleza y finura de su acción y su declamación: no obstante, quisiéramos que ésta no se acercase tanto á la escuela francesa, cuando declama en alguna escena con la Srita. Martínez, su hermana. En el monólogo del primer acto y en las siguientes escenas, es verdaderamente tierno el Sr. Martínez; en los dos desafíos es enérgico, y en el final del drama es admirable, por la fuerza con que siente y el modo con que expresa. "La Srita. Martínez posee una voz agradable, una buena figura para ciertos papeles, una sensibilidad á veces exagerada, y una acción noble y bien calculada; pero su declamación, completamente francesa, es defectuosa, porque á más de tener cierta languidez en los finales de los versos, y mucha monotonía, se opone completamente á nuestra naturaleza, y más á la de nuestro idioma. En varias escenas mereció aplauso, y particularmente en la última del tercer acto, en que con tanta perfección cayó desmayada. Si se aparta de la declamación francesa, y si no exagera el llanto, será una buena actriz, digna de figurar al lado de su hermano el Sr. Martínez.

"El Sr. Pineda, que no estaba en su cuerda, posee una buena acción, aunque algo exagerada, una gesticulación regular, y siente bien; pero su voz, desgraciadamente, lejos de ayudarle, le perjudica mucho. Los demás actores que contribuyeron á la representación de El Torneo, son regulares no más, á excepción de las dos mujeres, que son pésimas, por más que lo sienta el público del de los Gallos, al cual pertenecían. Llamaron, con justicia, la atención, las armaduras de los Sres. Martínez y Pineda, y la hermosísima decoración del tercer acto; las demás son también muy buenas.

"En el drama Los hijos de Eduardo, representado en la noche, hubo también de todo. Los dos niños estuvieron desgraciadísimos en la ejecución de sus respectivos papeles. El de Isabel no se oyó absolutamente, por falta de voz de la Sra. Molino, de quien sería de desear se dedicase solamente á papeles más comunes, porque de lo con

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