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tanto, sin embargo, pues ya en Mayo de 1842 había tenido la chiripa de que un poeta durangueño, D. Bernardo de la Torre, le dedicase un elogio en verso de sublimidad tal cual la denuncia el siguiente cuarteto, tomado de esa composición, que para ser apreciado en toda su donosura, debe ser leído pronunciando los nombres de los grandes dramaturgos franceses tal como están escritos:

Modelo de Corneille y de Moliere,
levanta al cielo tu gloriosa faz,
que el ingenio divino nunca muere:
su gloria llega el orbe á dominar.

Por de contado no todos sus compatriotas hiciéronse reos de iguales crímenes: el inimitable Fidel, y permítaseme una vez más el uso de ese calificativo, tributo de mi respeto, nos dijo de esa primera representación y principio de temporada en el Gran Teatro: "El salón estaba espléndido y tan concurrido, que más de cuarenta individuos se devolvieron por falta de asientos. Verdaderamente tuvimos una agradable sorpresa de ver un local tan hermoso, con una lámpara ideada de modo que la luz da á los semblantes una media tinta melancólica y agradable, con un foro extenso y unas decoraciones magníficas. La comedia que se representó fué la de nuestro famoso poeta mexicano D. Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, intitulada Las Paredes Oyen. Esta composición tiene un fin altamente moral, como es el de corregir á los habladores y maldicientes, y abunda en versos fluidos y sonoros; pero como desde antes pensamos, no agradó al público, por estar construída en ese molde antiguo de Calderón y Lope, que no es hoy por lo común del gusto de los espectadores, bien que muchos reconocen el infinito mérito literario de esas piezas."

Dejémonos de comentarios tristes, y pasemos á dar cuenta de cómo revivieron nuestros teatros al finalizar la semana dedicada á recordar la Pasión del Salvador, y, también, habla el cronista, "á estrenar sombreros, botas y fracs, y túnicas de gros tornasol y mantillas blancas, y á beber mucha agua de chía, orchata, limón y tamarindo." Además del de Vergara, abriéronse los conocidos por el viejo Corral de Belchite, y el más antiguo y venerable Panteón de Santa Paula: éste rejuvenecido con blanco, como mujer de moda, con su telón de boca repintado y su entrada transformada algún tanto, se reestrenó con la comedia Conspirar por no reinar: salvo el olor del aguacola, los maullidos de un gatito que, teniendo su residencia en el patio, se veía molestado por el público, nada había que objetar, y antes bien que elogiar, la mejoría del alumbrado. Con el papel de Williams, de la citada comedia, se presentó el nuevo galán D. Angel Padilla; "tiene, dice

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el cronista, buen metal de voz, regular presencia para papeles de galán joven; pero su acción es algo forzada y necesita mucho más fuego; sin duda con la aplicación y el estudio adelantará en la difícil posición en que se ha puesto, pisando un teatro donde hemos visto y aplaudido al joven Castro." En el mismo teatro, en la comedia El Alma de un Artista, se presentaron Da Isabel Martínez, dotada de buena presencia, de alguna expresión y fuego, y de una voz de un tiple constantemente igual, y la característica Da Cándida García: la Martínez cantó bastante bien un aria de María de Rudenz, y la García un dúo de Norma, con la Sra. Amalia Ricci.

En cuanto á los actores del de Santa-Anna, escuchemos una vez más á Fidel en su revista de la Rueda de la Fortuna, de D. Tomás Rodríguez Rubí:

"¿Qué es mirar al señor Méndez cuando nos recita estático

su papel de diplomático

como égloga de Meléndez?

Rosa Peluffo lució
por lo noble y lo galana;
¡qué discreta cortesana!
á todos nos agradó.

¡Qué dignidad de modales,
qué traje, qué pedrería!
¡cuán gallarda parecía

en los salones reales!

Sólo os falta para actriz,

y vaya un rasgo encomiástico,
un cuerpo menos elástico
y más inmóvil cerviz.

Ni espero ni temo ¡oh dama!
que haga usted lo que reclamo,
y á fe de Fidel, la aclamo
reina en México del drama.

Soy un bárbaro, os atufo,
¡por vida de Moctezuma!
mojemos en miel la pluma
y quede en paz la Peluffo.

Señor Castro, compasión ¡por las leyes del Decálogo! ¿por qué repetís un diálogo con voz de Kirie eleisón?

En la Marquesa tal fuego y usté frío, cual sorbete,

con tan raro sonsonete,
con tan helado sosiego.
Alerta! que usted es joya
que nuestra escena preludia;
pero acaba el que no estudia
con comedias de tramoya.

¿Tan frío y es una abispa
que cuanto quiere alborota,
y que donde pisa, brota
si no un laurel, una chispa?
Aquel traje tan opaco
que entre la burla y la risa
en un tris lo decomisa
el resguardo del tabaco;

y aquel sombrerillo al tres con mustio papel dorado, sin duda alguna arrancado á un Justicia de entremés:

no, por Dios, que tal borrón

eclipsa vuestra memoria;

sé que tenéis sed de gloria

y

de artista el corazón.

Buen Mata, tu nombre viva,

y asienta con desparpajo, Fidel" una boca arriba

por las que van boca abajo."
Dejó cumplido el deseo,

y hasta su voz, algo bronca,
me pareció menos ronca
en el nuevo coliseo.

Armenta, en el desafío,
¡ influencia fatal del astro!
compitió con nuestro Castro
en lo débil y en lo frío:

pero en lo demás ¡ muy bien ! con las damas, cortesano; con los amigos, ufano; á los grandes, con desdén.

Y ¿qué diremos de Clara? Aliento, apreciable actriz, porque no es muy infeliz la que tiene vuestra cara :

y quien viste así y tal porte sobre la escena acostumbra,

yo no diré que deslumbra,
pero es digna de la Corte....
La antecámara aristocrata
sin un mueble! Santo cielo !
sin una alfombra en el suelo!
Jesús! qué Rey tan demócrata !
¿Y aquel menaje en la Corte,
menaje que parecía
de la testamentaría

del Marqués de Branciforte?
¡Y digo....! los cortesanos
como unas aves sin nido,
grupo invisible, perdido....
¡y sin lavarse las manos!

El tízar lo dan de balde:
puede sacar del barranco
para una mano de blanco
cuando falte el albayalde.

¡Qué cortesanos....! fatales,

pues hasta el más entendido
los hubiera confundido

con lacayos obispales.

Perdón por lo largo de la cita; pero los versos del Romancero se deslizan solos sin que pueda uno remediarlo.

La verdadera novedad del Principal, fué el paso que por su escena hizo el actor D. José La-Puerta, precedido de una gran reputación, que México encontró justificada: clara y excelente su voz, buena la figura, despejada la acción, fino y natural en sus maneras, entusiasmó al público, á partir del 20 de Abril, en Oscar, hijo de Osián, en El Tasso, y en Clotilde, ó el crimen por amor, en la cual y en el papel de la protagonista, se presentó Da María del Carmen Sousa, esposa de La-Puerta. "El Sr. La-Puerta, dice una revista, en algunas escenas estuvo verdaderamente sublime: cuando Tasso dice: "entre tantos imbéciles sólo he hallado un corazón, y ese me lo arrebatan," el público aplaudió con justicia, porque el actor se posesionó del papel de un modo admirable; la última escena fué magnífica, y el silencio que reinaba en el teatro, en los últimos momentos del poeta moribundo, dió bastante testimonio de que el actor había arrebatado la atención de los espectadores." De su interpretación del carácter de Otelo, nos da idea este otro párrafo de una crónica de espectáculos: "En general, el desempeño de los dos últimos actos es sorprendente; los accesos del delirio de Otelo, ciertos y terribles, y ni una mirada, ni un movimiento, ni una aspiración vuelven incon

secuente un papel que ha sido siempre la piedra de toque de los primeros trágicos del mundo." La-Puerta tradujo libremente en prosa y verso, de diferentes metros, el Carlos VII, de Dumás, con el título de El Arabe cautivo ó la Condesa Leonor, que representó á beneficio de su esposa, y la Empresa del Principal, á instancias del público, contrató ambos artistas para el resto del año cómico, con la obligación de dar cinco funciones cada mes. Esto fué á mediados de Junio, mes consagrado á festejar á D. Antonio López de Santa-Anna, quien á las 6 de la tarde del día 3 entró en México, y el 4 prestó juramento y tomó posesión de la Presidencia de la República.

En la noche de ese mismo día 4 de Junio, el Presidente asistió por primera vez al Gran Teatro que llevaba su nombre, honrando la función que la Empresa y la Compañía expresamente le dedicaron. La fachada se iluminó con luces de diversos colores: el vestíbulo, patio y corredores, se adornaron con arbustos de naranjo y con pomposa iluminación; sobre la puerta central, de las cinco que dan al patio, estaban colocadas las armas nacionales, y en las cuatro restantes se repartió la siguiente inscripción: Al Excelentisimo Señor General de División, Benemérito de la Patria y Presidente Constitucional de la República, en testimonio de gratitud por la protección que dispensó á este edificio. El salón se adornó con lujo y exquisito gusto: además de su iluminación ordinaria, tenía distribuídos simétricamente ocho candiles de cristal con velas de esperma: el palco del Presidente se cubrió con un dosel de terciopelo carmesí, con adornos de oro, y se le pusieron persianas de resorte para cerrar los palcos durante los entreactos y para que los concurrentes pudieran fumar y ponerse el sombrero. Cerca de las 9 de la noche se presentó Santa-Anna, que fué recibido con prolongados y generales aplausos, y acto continuo y á toda orquesta, la Compañía dramática cantó el siguiente himno:

CORO.

'Hoy la patria gozosa sonríe
celebrando con gloria y loor,

que preside los pueblos de Anáhuac,
el más digno, el caudillo mejor.

ESTROFAS.

"A las artes é industria proteges,
y á las obras de ornato también,
que ocupado Santa-Anna en el bien,
su Gobierno obtendrá bendición.

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