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tecas, rebelado contra la reacción levantada para impedir el planteamiento de las reformas iniciadas por el Vicepresidente D. Valentín Gómez Farías.

Zacatecas distinguió á Calderón con toda clase de honores y distinciones; allí fué nuestro poeta varias veces Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia; Diputado á su Legislatura; Coronel de Artillería de Milicia Nacional; individuo de la Junta departamental, de la que salió por no haber querido jurar el decreto que disolvió el Congreso Constituyente. D. Francisco García, D. Manuel González Cosío y D. Marcos de Esparza, Gobernadores zacatecanos, le confirieron honrosas y delicadas comisiones, y jamás hubo quien desconociese su mérito ni dejase de otorgarle ilimitado aprecio.

Cuando los acontecimientos políticos le expulsaron de Zacatecas, recibiéronle en México, con singulares distinciones, Quintana Roo, Pesado, Gómez de la Cortina, Ortega, Lacunza y tantos otros ilustres escritores que honraban las letras patrias, y Pacheco, Olaguibel, Lafragua, Zozaya, Otero, Payno, Prieto, Andrade y Rodríguez Galván, le festejaron y aplaudieron por sus triunfos dramáticos. Estos empezaron en 1827 con Reinaldo y Elina, Zadig, Zeiba, Armandina, Los Politicos del dia, Ramiro, Ifigenia y Hercibia, consideradas todas ellas simples ensayos por su propio autor, que las dió á la escena en los teatros de Guadalajara y Zacatecas. Más tarde compuso A ninguna de las tres, El Torneo, Ana Bolena y Hermán ó la Vuelta de un Cruzado. Al morir dejó en sólo proyecto un Poema sobre la creación y un drama que debió llamarse El Caballero Negro, fundado en los hechos de Ricardo Corazón de León. Amable, dócil y festivo, nunca tuvo enemigos nuestro poeta, nunca el orgullo se apoderó de su alma, ni pasión alguna innoble atormentó su corazón de ángel. Una existencia tan hermosa, llena de acciones meritorias, pues nunca el pobre y el afligido salieron desconsolados de su casa, un corazón generoso, una alma pura, no quedaron sin recompensa.

Dios se la acordó dándole una resignación ejemplar en sus últimos días; cuidados de familia, trastornos políticos, la ingratitud de algunos, y un año de dolencias que le extenuaron, dieron fin á su vida. El 17 de Enero de 1845, el Cura de Ojocaliente le ministró el Viático; con ánimo sereno, á pesar de su postración, arregló el poeta todos sus asuntos, y por la tarde comenzó á perder la cabeza, hasta la una y tres cuartos de la mañana del diez y ocho, en que expiró, rodeado de su familia y de sus amigos y con la tranquilidad propia de los justos. En la tarde de ese mismo día su cuerpo fué llevado á Zacatecas y depositado en la Iglesia de San Juan de Dios; de allí, con ceremoniosa solemnidad, sus restos fueron conducidos á la Parroquia, y á las diez de la noche se les dió sepultura en la bóveda en que reposaban sus mayores. Fernando Calderón vivió treinta y cinco años,

cinco meses y algunos días. Su fallecimiento causó positivo luto en Guadalajara, Zacatecas y México.

Continuemos nuestra rápida revista. El martes 5 de Agosto del citado año de 1845, el Teatro Nacional, en combinación con la dramática, ofreció al público la primera función de una Compañía de Opera Italiana, que se presentó con Los Puritanos, en cuyo desempeño se distinguió, con general aplauso, Eufrasia Borghese, en el papel de Elvira; joven, de agraciada presencia, de acción animosa y natural y muy dramática, fué acogida lisonjeramente, sin que pudiese escapar á ciertas duras críticas que fueron contestadas por un escritor, haciendo notar, que tan difícil es que un artista agrade á todos á la vez, que cuando la Cesari se estrenó en México con la Semiramis, su mérito, aunque notable, no fué apreciado en su justo valor, y sucedió lo propio cuando se oyó á la Castellán por primera vez en las tablas mexicanas, no obstante, lo cual, una y otra llegaron á ser muy estimadas entre nosotros. El bajo Tomassi, ya conocido, compartió el triunfo con la Borghese, y obtuvieron también buena acogida el Sr. Perozzi y el barítono Candi. Eufrasia Borghese había nacido en París en 1813, y la lanzaron al teatro los trastornos sufridos en los negocios por su padre, distinguidísimo Abogado del Foro de Ruen. Discípula de Remí Migneron, del célebre Paer, de la famosa Toldy, y de Boizel, hizo su presentación en Roma en Octubre de 1835, y cantó después en Mesina, Nápoles, Venecia, Liorna y otras ciudades. Distinguióse en Belisario, El Barbero, Semiramis, Sonámbula, Puritanos y Elixir de Amor. Donizetti escribió para ella La Hija del Regimiento, con la que obtuvo completo triunfo en París. De la Habana, Nueva York y Nueva Orleans, pasó la Borghese á México.

Ni podemos, ni debemos seguirla en su campaña artística entre nosotros, pero no dejaremos pasar sin la correspondiente cita, su empeño y dedicación en perfeccionar en el canto á una distinguida sefiorita mexicana, que en salas y audiciones particulares tenía ya conquistadas las simpatías de sus compatriotas. En efecto, en la noche del 20 de Setiembre y nada menos que en Lucrecia Borgia, se presentó en el Nacional la Srita. María de Jesús Zepeda y Cosío, como cantatriz de ópera, siendo notable el éxito que tuvo en Beatrice di Tenda de Bellini, por el mes de Noviembre.

En esa época quedó, por fin, arreglado, en el edificio del Nacional, un bastante cómodo Hotel, cuyos contratistas, apoderados de tiempo atrás de todos los derechos y acciones de D. Francisco Arbeu, tuvieron la donosa ocurrencia de imponer á la Compañía Lírico-dramática, la obligación de encabezar sus programas de este modo: Gran Hotel del Teatro Nacional: para esta noche, la ópera ó la comedia tal ó cual, todo con objeto de anunciar el estreno del Hotel susodi

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cho, para cuya mayor aptitud y comodidad se sacrificaron algunas localidades del Teatro, quitándole varios departamentos y salones de descanso y de ensayos. Mercurio derrotaba á las Musas.

El martes 2 de Diciembre tuvo lugar el beneficio de Eufrasia Borghese, con El Barbero de Sevilla, desempeñando D. Ramón Barrera el papel de D. Bartolo, Tomassi el de Figaro, Perozzi el de Almaviva, Candi el de D. Basilio, la Sra. López el de Berta, Zannini el de Fiorello, y la Borghese el de Rosina. Esta, en la escena de la lección, cantó el rondó francés Non, non, je ne veux pax chanter, de la ópera Le billet de loterie, del Maestro Nicoló. María de Jesús Zepeda y Cosío cantó en un intermedio la cavatina Ah se estinto ancor mi vuoi, de la Donna Caritea, de Mercadante; D. Hipólito Larsonneur ejecutó en el violín las variaciones del Carnaval de Venecia. Para final y en recuerdo de la primera salida de la Borghese en el Teatro Real de la Opera Cómica de París, se ejecutaron sin interrupción las siguientes piezas de La Hija del Regimiento: Obertura por la orquesta; coro del Rataplán, rataplán; escena y dúo La voilá, la voila, por la Borghese y Perozzi. El día 5, para beneficio de Antonio Tomassi, se cantó Belisario. El martes 9 la Sonámbula, á beneficio de María de Jesús Zepeda y Cosío; en la octava escena de la segunda parte del primer acto, la beneficiada cantó la romanza de Parisina, Sogno talor, acompafiándose ella misma al piano; en el primer entreacto la Borghese cantó la tirolesa Ouvrez, c'est nous; en seguida la Cosío cantó la plegaria nueva del profesor D. Vicente Blanco, intitulada A una calavera. La Srita. Cosío anunció así su beneficio:

"La pérdida de mis bienes, en la que yo no tuve parte alguna, me condujo necesariamente á una situación bien desgraciada: esto es notorio en México.

"En tales circunstancias, los señores de la Empresa de este teatro, primero por la mediación de algunos amigos de mi familia, y después por sí mismos, se sirvieron hacerme proposiciones para que me resolviese á pertenecer á la Compañía de ópera italiana en clase de prima donna.

"No se me pudo ocultar cuán difícil era el desempeño de un cargo tan superior á mis débiles fuerzas, no teniendo más escuela dramática ni más condiciones favorables que las pocas que podía reunir una persona aficionada al canto.

"Sin embargo, la persuasión de aquellos buenos amigos, la de los señores de la Empresa, y más que todo, la confianza que me inspiraba un público ilustrado y benévolo, que en su mayor parte sabía mis tristes ciscunstancias, me decidieron á servirlo, esperándolo todo de su indulgencia.

"¡Cuál sería mi sorpresa, cuál mi emoción al ver el modo tan extraordinariamente halagüeño con que me recibió al ingresar yo al

teatro, y con que ha continuado acogiendo mis pequeños trabajos! Esto apenas puede sentirse, pues que no hay expresiones bastantes para explicarlo.

"Como una pequeña muestra de mi profunda gratitud, he ansiado vivamente por presentar en esta función, destinada á mi beneficio, una ópera nueva y digna de tan ilustres Mecenas; mas ya que á pesar de mis esfuerzos y empeño no lo he podido lograr, por diversas é insuperables dificultades, espero que acepte benigno como hasta aquí, lo único que puedo ofrecerle con mi eterno reconocimiento."

En ese año llevó la voz de crítico de espectáculos en El Siglo, aunque por fortuna con grandes intermitencias, el Sr. D. Joaquín Patifio, quien atacó cruel y despiadadamente á todos los artistas de la ópera, mereciendo enérgicas y bien entendidas réplicas de El Correo Francés.

En una de ellas y defendiendo á la Borghese, El Correo decía: "Mlle. Borghese ha tomado ese puesto en este país, puesto honorífico y merecido, mal que le pese á cierto gacetillero turbulento, el Sr. J. P., especie de sabio crítico en todos géneros, que ha querido y quiere todavía presentarse aquí como heredero de la enciclopédica erudición del abate Geoffroy; ese J. P., renovado de los griegos, cuya indiscreta mordacidad no obtiene otro resultado que el de asegurar el triunfo de los artistas que quiere denigrar; ese J. P., en fin, á quien no se puede responder sin riesgo de insultar al buen gusto, á la razón y á la decencia pública."

Patiño se escabulló de tan brusco ataque por el callejón de la patriotería, replicando al colega francés que "á virtud de sus derechos. de ciudadano mexicano, podía y debía explicarse y juzgar como lo tuviese por más conveniente, acerca de las más ó menos discutibles celebridades europeas que venían á llevarse el dinero de los mexicanos, que debíamos guardar para nuestros artistas nacionales." No decía Patiño cuáles fueran éstos, pues ni respetó á la Cosío, á quien tituló "cantante bisofía, sin más méritos que el de tener una octava y media de notas limpias, pero sin extensión ni agilidad, sin energía y sin expresión;" ni exceptuó de su rabioso encono á Barrera, del cual dijo: "en el Barbero no desentonó ni una nota, porque tuvo la sagacidad de no cantarlo."

Se ve por todo esto, que no es sólo de nuestros días eso de lanzarse á la crítica quienes no son capaces de producir algo bueno, ni tienen méritos para exponerse á ella.

CAPITULO X

1846

El final del año cómico de 1845 y 46, no ofreció más de notable que algunas funciones de beneficio. En el Principal se celebró en la noche del 29 de Enero de 1846, bajo el siguiente programa, el de la apreciable y apreciada Soledad Cordero: la comedia en dos actos Un prisionero de Estado. Aria de Marino Faliero, por la Srita. Josefa Salgado; unas boleras jaleadas; cavatina y coro Casta Diva, por la Srita. Cosío; el padedú de La Seducción bailado por la Pautret y por Pa

dilla.

No sólo el buen Angel Padilla hacía tan pronto á lo cómico como á lo bailable: igualmente presentábanse en ambos géneros todos y cada uno de los actores y artistas, sin exceptuarse ni la misma Rosa Peluffo. El 12 de Febrero, María de Jesús Moctezuma, bailó y representó en la función de su beneficio que estuvo así compuesta: Obertura de La Campana Solitaria; pieza en un acto El Capitán Rousel, traducida del francés por López Negrete y desempeñada por Valleto, la beneficiada, La Puerta y Castañeda; baile por la niña Pilar Pavía; la comedia de D. Manuel Eduardo de Gorostiza, en un acto, estrenada en Madrid y nueva en México, El Amante Jorobado, desempeñada por la beneficiada, la Gil y la Francesconi, y los Sres. La PuertayArmenta; la Gozze y Piattoli bailaron el sapateado de Cádiz, la Sra. B. Castañeda cantó una ária de Sonámbula, acompañada al piano por el profesor D. Amado Michel, y el actor D. Antonio Castañeda bailó con la Moctezuma un padedú serio.

En el Nacional, y el 20 de Febrero, fué señaladísimo el beneficio del primer galán joven, D. Antonio Castro, con el drama en tres actos La Carcajada, obra en la que, según dije ya, el actor mexicano gustaba extraordinariamente, asegurándose por los que se la vieron hacer, que en el papel de Andrés tuvo pocos ó ningún rival.

El Domingo de Pascua, 12 de Abril, dió principio el nuevo año cómico en el Nacional con una numerosa compañía en la que, además de los actores con que hasta allí había contado, figuraban Da Carmen Corcuera en clase de dama, Da Antonia Suárez en la de característica y D. Evaristo González como barba. Arrasó, además, con cuanto pudo del Principal, cuya escogida, modesta y constante Compañía

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