te á los estrangeros, sino tambien á los naturales del pais, sin permiso expreso del Suba, que casi nunca lo concede. Lo particular que hay en Tanaza son quatro caravanseras, y la mas principal está destinada para la Corte: todas están acompañadas de grandes jardines, y adornadas con galerías magníficas, salones espaciosos, y otras habitaciones cómodas y agradables. Delante de cada uno de estos edificios hay una gran plaza, al rededor de la qual hay muchos quartos pequeños, donde se alojan los forasteros: á estos se dá de valde pan, arroz y legumbres, y estas posadas están francas para todo el mundo. Lo que mas distingue el Reyno de Golconda de las otras partes del Asia, es la riqueza de sus minas de diamantes. La curiosidad de visitar los lugares que los producen, y el método que se observa en sus minas, me obligó á emprender este viage, que no me alejaba mucho de la capital, pues la mina de Culur que fui á visitar, no dista mas que algunas jornadas de ella. El descubrimiento de esta mina se atribuye á una casualidad; el Director de ella nos contó, que un pastor, conduciendo su ganado por aquel terreno, observó una piedra que brillaba mucho. Habiéndola cogido, la dió por un poco de arroz á otro, que tampoco соnocia su valor. Así pasó de mano en ma t no hasta que llegó á las de un mercader inteligente, que sacó de ella grande ganancia. Este descubrimiento fue muy ruidoso, y muchos se aplicaron a cabar en el parage donde se habia encontrado el diamante. No fueron inútiles las repetidas investigaciones que se hicieron; se descubrió una mina abundante, y con el tiempo se ha hecho uno de los mas preciosos ramos de las riquezas del Estado. Llegamos á la mina por un pais esteril, desierto y lleno de peñascos; el parage mas arido, escabroso é inculto es donde la naturaleza ha escondido estas piedras tan estimadas. Se encuentran los diamantes en las venas de aquellos peñascos, donde estan mezclados con una tierra arenisca, roxa con alguna mezcla de blanco y amarillo. Quando se acaba la vena, rompen el peñasco volándolo con pólvora, pero á veces se estropean los diamantes. 1 El número de trabajadores empleados en aquella mina, ascenderá á unos 300. Despues de haber reconocido el parage en donde se hallan los diamantes, allanan otro es pacio de terreno casi de la misma extension: le rodean con una pared de dos pies de al to, y por baxo de esta pared dexan algunas aberturas para dar salida al agua, pero tienen cerrados estos conductos hasta el punto de soltar el agua. Despues se juntan todos los obreros con el amo que los emplea, acompañado de sus parientes y amigos. Lleva consigo un ídolo delante del qual se postran todos por tres veces: un Sacerdote reza oraciones durante esta ceremonia, y despues de haberse lavado todos, se celebra un gran banquete. Concluido este, comienza el trabajo; unos cavan la tierra; otros llenan cubas de ella, la llevan al recinto preparado, y abren los conductos para dár salida al agua, la qual se lleva todo el lodo. La arena que queda se extiende para dexarla secar al sol, y si queda aun alguna tierra la desmenuzan con las manos, ó con unos maderos. Luego pasan la arena por una criba, para separar la tierra ó polvo que haya quedado, y entre aquella arena se buscan los diamantes. Los prácticos con la simple vista de un terreno conocen qual promete mejores esperanzas: en algunos parages no hacen mas que escabar la tierra, y en otros profundizan hasta diez ó doce brazas. Las minas de Golconda están arrendadas por el gobierno, ó á campañías, ó á algunos particulares poderosos; de ellas saca el Rey sumas inmensas ademas de reservarse todos los diamantes que exceden el peso de diez carates. Los arrendadores dividen el terreno en varias porciones quadradas, que subarriendan á otros particulares; y aunque son muy rigurosas las penas contra los defraudadores de los derechos, este temor no impide el que se oculten y reserven los diamantes mas preciosos. Los mineros suelen tragárselos, porque no tienen otro medio para ocultarlos, pues trabajan casi desnudos; y como es tan grande el peligro á que se exponen, los venden muy caros. Quando se saca de la mina una piedra limpia, no hacen mas que pasarla por la rueda ligeramente, sin procurar darla mejor figura, por no disminuir su peso. Si tiene algun defecto, procuran ocultarlo, labrándola con artificio. Hay varios modos de pulir los diamantes; unos tienen una gran porcion de facetas, y terminan en una superficie plana, y entonces los llaman brillantes; á otros dan la forma de un capullo de rosa, y por esto los llaman rosas. Las qualidades que distinguen un buen diamante es el fondo del brillo, la forma regular, la limpieza de la piedra sin manchas, pajas ni venas, lo qual le constituye en la primera clase: si tiene alguna mancha, ó el color es obscuro, se le considera de segunda clase; y si el color es pálido, es aun inferior en valor. En las minas de Golconda, esto es, en Kaolkonda, y en Culur, se hace un gran omercio de diamantes: los mercaderes acuden allí de toda la India, y es muy notable el modo con que se comercia. El con trato se executa con el mas profundo silencio: el vendedor y el comprador están sentados sobre sus talones, uno enfrente del otro. El comprador se descifñe su cinturon; el vendedor ase la mano derecha del comprador, y la cubre juntamente con la suya con la punta del cinturon. Si coge toda la mano, esta señal expresa el número de mil, y cada apreton de mano significa un millar. Si un diamante vale 100 rupias, le aprieta diez veces la mano; pero si el vendedor no coge mas que los cinco dedos de la mano, significa solamente quinientas. Cada dedo significa un centenar: la mitad del dedo cincuenta &c. De este modo los interesados no se hablan palabra, y solo se entienden por estas señas de mano: por lo que sucede que un diamante se vende muchas veces en presencia de gran número de testigos, sin que nadie sepa el precio sino los dos tratantes. : Quando la venta se hace públicamente, para que no haya fraudes en el peso, preside siempre un oficial Real, sin cobrar ningun derecho de los particulares. Su obligacion es pesar todos los diamantes, y los mercaderes deben atenerse á su dicho. Los diamantes mas preciosos que se conocen, son el que estaba antiguamente en el tesoro del Gran Mogol, el qual pesaba cerca de 280 carates, y se cree que se lo lle |