Historiadores primitivos de Indias: Verdadera historia de la conquista de la Nueva-España

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M. Rivadeneyra, 1862
 

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Página 294 - Bautista, con otro letrero ; y también traía en el dedo un anillo muy rico con un diamante, y en la gorra, que entonces se usaba de terciopelo, traía una medalla, y no me acuerdo el rostro que en la medalla traía figurado la letra d'él; mas después, el tiempo andando, siempre traía gorra de paño sin medalla.
Página 32 - ... que Dios la había hecho mucha merced en quitarla de adorar ídolos ahora y ser cristiana, y tener un hijo de su amo y señor Cortés, y ser casada con un caballero como era su marido Juan Jaramillo...
Página 59 - Dejemos esto, y digamos cómo doña Marina, con ser mujer de la tierra, qué esfuerzo tan varonil tenia, que con oír cada día que nos habían de matar y comer nuestras carnes, y habernos visto cercados en las batallas pasadas, y que ahora todos estábamos heridos y dolientes, jamás vimos flaqueza en ella, sino muy mayor esfuerzo que de mujer...
Página 22 - Y asimismo la india mujer del Gonzalo habló al Aguilar en su lengua muy enojada, y le dijo: «Mira con qué viene este esclavo a llamar a mi marido: ios vos, y no curéis de más pláticas...
Página 76 - ¡Qué voluntad tienen estos traidores de vernos entre las barrancas para se hartar de nuestras carnes ! Mejor lo hará nuestro señor...
Página 306 - Roma, los bautizan; y demás desto, con los santos sermones que les hacen, el santo Evangelio está muy bien plantado en sus corazones, y se confiesan cada año, y algunos de los que tienen más conocimiento a nuestra santa fe se comulgan.
Página 53 - Paréceme, señores, que ya que no podemos hacer otra cosa, que se ponga una cruz." Y respondió el padre fray Bartolomé de Olmedo: "Paréceme, Señor, que en estos pueblos no es tiempo para...
Página 311 - ... crédito a lo que he dicho, que diese testigos y razones de algunos coronistas que lo hayan escrito, como suelen poner y alegar los que escriben, y aprueban con otros libros de cosas pasadas, y no decir, como digo tan secamente, esto hice y tal me acaeció, porque yo no soy testigo de mí mismo.
Página 359 - ... hermosa que quedaba atrás con otra gente suya que luego vino. Y como el licenciado Juan de Vadillo le viese de aquella suerte, preguntóle que para qué...
Página 330 - Atabalipa era hombre de treinta años, bien apersonado y dispuesto, algo grueso; el rostro grande, hermoso y feroz, los ojos encarnizados en sangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor; hacía muy vivos razonamientos, y entendidos por los españoles, conoscían ser hombre sabio; era hombre alegre, aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto y no mostraba alegría.

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