Música en la oscuridadSeix Barral, 2024 M04 3 - 416 páginas La emocionante historia real de un sastre republicano que cambió la vida de su comunidad gracias a la música. «Impresionante, conmovedor y desgarrador.» De Telegraaf En el invierno de 1930, llegan al barrio rural de Las Casetas Joaquina y su marido, un clarinetista de la banda de Zaragoza, sastre de profesión, llamado Mariano. Ha sido contratado para hacerse cargo de la exigua banda municipal de esa localidad de gente trabajadora, mayormente agricultores sin formación. Enseguida conoce a los que han de ser los miembros de su banda: campesinos con los dedos deformes y las uñas negras sin ningún sentido musical. Pero nadie parece querer ponerselo fácil, ni siquiera funciona la pequeña sastrería que abre y es Joaquina la que debe trabajar en un horno de pan y vendiendo bocadillos en la estación para sacarlos adelante. |
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... Lleva agarrados con firmeza a sus dos nietos, que andan tirando de sus manos ásperas de agricultor para librarse de esa tabarra metálica de trombones y platillos, para poder pisar los charcos. La cabeza de Jerónimo sigue el compás y ...
... lleva la contraria; asiente a todo lo que le dice con un cabeceo resignado. Se pone a chispear y Jerónimo empieza a cagarse en Dios. Cae un agua pesada cargada del lodo de los Monegros y enseguida se quita el impermeable, aunque haga un ...
... lleva reloj de bolsillo con una cadena que podría ser de plata, aunque más bien le parece de alpaca. No puede saber que cuando se lo regaló su padrino ya no funcionaba, que nunca ha funcionado, pero Mariano no quiere desprenderse de él ...
... lleva el roto más grande. Se hace un silencio incómodo. Ve que la caña de la boquilla del único clarinete está mordida. Lo tiene cogido un individuo bajito y algo fondón al que le faltan todos los botones del viejo uniforme. Lleva unas ...
... lleva en una carpeta de cartón y les pone delante El sitio de Zaragoza. que —No nos hace falta papelico. Está todo en la mollera. —Y el Trapala, habla muy atropellado, se señala la cabeza. El Regañao se parte de la risa. —¡Pero, maño ...