del libertador, tanto mayor es la ingratitud del que se está arrellanado en la mazmorra, y la prefiere á la libertad. ÒRACION, Dame, Jesus mio, que conozca yo la muy grave dolencia que padezco por haberte dexado á tí, y buscado fuera de tu amor el descanso y la paz que no se halla en la mala conciencia. Entienda yo quan amargo es y quan insoportable y pesado yugo para el hombre haber abandonado á su Dios y Señor, posponiéndole á niñerias y vilezas agenas de la generosidad de su ser. Dame este conocimiento, Señor, y con él lágrimas para llorar mis yerros pasados, y ansia de recobrar en la piscina de la contricion la limpieza de la santidad que me robó el pecado, ¿ Quándo me veré sano de la mala conciencia? ¿ Quándo volverá á mí aquella paz interior regalada, contra la qual no tiene poder la carne ni el mundo? ¡O paz! ó caridad! ó salud perfecta del alma! ¿quándo te recobraré? ¿quándo te poseeré como herencia mia perpétua? Ven á mí, no te soltaré. Apodérate de mí, y me uniré contigo íntimamente; tú vivirás en mí y yo para tí. En tí me gozaré, en tí descansaré. No buscaré cosa agena de ti y mucho menos contraria á tí. Señor, Señor, acaba en mí esta obra de tu misericordia: el deseo de hacer penitencia tú me lo das ; cúmplelo, no dexes á medio hacer esta obra. Súbeme contigo á la Jerusalen espiritual, á la morada de la paz donde tú reynas como legítimo Príncipe: bórrame de la memoria todo deleyte que no sea de caridad, todo deseo que no sea de cumplir tu voluntad; para que poniendo en tí el principio y el blanco de mis placeres, ninguna cosa quiera ni busque, sino lo que á tí me lleváre, DIA XXV. MARTIROLOGIO. En Roma los SS. Mártires Chrysanto y Daria su muger, los quales despues de muchos tormentos que padecieron por Jesu Christo en tiempo del Prefecto Celerino, por sentencia del Emperador Numeriano fueron echados en un arenal en la via Salaria, y alli con piedras y tierra sepultados vivos. En Roma tambien el tránsito de 46. soldados, que fueron bautizados juntos por el Papa Dionisio, é inmediatamente fueron degollados por orden del Emperador Claudio, y sepultados en la via SaJaria: alli mismo fueron tambien depositados otros 121. Mártires, entre los quales estaban estos quatro soldados de Jesu Christo, Teodosio, Lucio, Marcos y Pedro, En Soisons en Francia los SS. Mártires Crispin y Crispiniano, nobles Romanos, los quales en la persecucion de Diocleciano, en tiempo del Presidente Riciovaro, despues de padecer crueles tormentos, siendo degollados consiguieron la palma del martirio; sus cuerpos fueron despues llevados á Roma, y sepultados honoríficamente en la Iglesia de San Lo renzo llamada Panis-perna. En Florencia la pasion de San Miniato soldado, el qual en tiempo del Emperador Decio peleando generosamente por la fe de Jesu Christo, alcanzó la corona del martirio. En Torres en Cerdeña los Santos Mártires Proto Presbítero, y Genaro Diácono, los quales habiendo sido enviados á aquela Isla por el Papa San Cayo, en tiempo de Diocleciano fueron martirizados por orden del Presidente Bárbaro. En Constantinopla la pasion de los Santos Martirio Subdiácono, y Marciano Cantor, martirizados por los hereges en tiempo del Emperador Constancio. En Roma San Bonifacio Papa y Confesor. En Perigord en Francia San Fronton, el qual consagrado Obispo por el Apostol San Pedro, despues de haber convertido á Jesu Christo en compañia de Jorge Presbítero una gran multitud de gentiles, esclarecido en milagros descansó en paz. En Brescia el tránsito de San Gaudencio Obispo, esclarecido en santidad y doctrina. En Gevaudan San Hilario ó Ilier Obispo. SAN FRUTOS CONFESOR, La ciudad de Segovia cuenta entre sus glorias la (1) Conforme a lo que de nuestro Santo escribieron Colmenares en la Historia de Segovia. El P. Juan de Orche en la vida de S. Frutos impresa en Valladolid el año 1610. y el M. Florez tom. VIII. p. 89. y sig. los cuidados de su familia no podia conservar la paz y sosiego interior á que Dios le llamaba. Determinóse á romper con todo. A los hermanos habló en esto con tanto fervor de espíritu, que movió sus ánimos á que le siguiesen en aquella empre sa. Repartieron su hacienda entre los pobres; y despidiendo de sí al mundo con sus pretensiones y honras vanas, salieron para el desierto sin volver los rostros atras, como quien de veras ponian la mano en la esteva del arado para no hacerse indignos del reyno de los cielos. Anduvieron los Santos hermanos como nueve ó diez leguas al norte de Segovia, y atravesando el rio Duraton, tomaron su camino la ribera abaxo, y á poco mas de media legua de donde está ahcra el Monasterio de nuestra Señora de la Hoz, que es de la Orden de San Francisco, hicieron su morada y asiento. Enamoráronse de aquel lugar por ser de peñas muy quebradas, y casi inaccesibles. Pareciales que en esta soledad hallarian tiempo y reposo para darse del todo á la contemplacion de las cosas del cielo. Hicieron sus chozas y cabañas entre los riscos. En lo alto del monte edificaron un oratorio y ermita á nuestra Señora, donde pudiesen juntarse á hacer oracion. Dicen tambien que con el dedo tocó Frutos en una peña, y de ella salia luego un golpe de agua que mana aun ahora, y se llama la fuente de San Frutos. Aposentados pues en este desierto entablaron la vida penitente y áspera á que les habia Dios llamado. El dia y la noche tenian repartido en la leccion de los libros santos, en la contemplacion y la penitencia y labor de manos. Armábales el demonio sus redes algunas veces con gravísimo riesgo. Los Santos hermanos tenian dentro de sí otra potestad mayor para triunfar de él, y otra sabiduria mas alta para dexarle burlado. Porque el Espíritu Santo ་ pelea en nosotros, y habla por nosotros, y vencemos con sus fuerzas, y con su sabiduria somos sabios, y las agudezas del demonio paran en ton terias. Habia muchos años que el glorioso San Frutos y sus hermanos hacian vida de Angeles en aquella ribera, quando vino sobre España el azote de la irrupcion de los moros. Estaban los siervos de Dios con esta calamidad afligidísimos; no sabian que hacerse, si estarse quedos alli, ó refugiarse con los demas christianos á los montes de Asturias. Alentó Frutos á sus hermanos á que permaneciesen en aquel sitio, fiados de la proteccion de Dios. Poco tiempo despues vió una gran muchedumbre de moros que de tropel iban corriendo ácia su ermita. No se turbó él ni tuvo miedo, antes cobró ánimo; y poniendo su esperanza en Dios, invocando tambien á la Virgen Maria de quien era muy devoto, les salió al encuentro determinado á morir por la fe. Pues como se viniesen acercando á él los bárbaros, hizo él con el báculo una raya en el suelo, mandándoles que no pasasen de alli. Y al punto se hendió la peña y se hizo en ella tan grande abertura, que no pudieron pasar adelante. Esta maravilla está autorizada por documentos de aquella Iglesia. Aun hoy diase mantiene dividida la peña, y aquel sitio llaman, La cuchillada de San Frutos. Desde entonces se extendió por toda España la gloria de este siervo de Dios: venerábanle los christianos, los moros se espantaban de solo oirle nombrar. Pasado de pena estaba San Frutos de oir las lástimas á que en esta cautividad quedaron reducidas nuestras provincias, los pecados sin número que se cometian, las afrentas y trayciones contra Dios, la befa pública que se hacia del nombre de Christo. Cansado ya de vivir en mundo tan lleno de peca |