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ciliacion, mediante un regalo que les hice. El que no pensaba como sus compañeros, sin duda porque era mas supersticioso é intolerante, estaba muy irritado, igualmente que todo el pueblo, por la insolencia del Christiano que se habia atrevido á usar del trage de musulman. Exigian, ó que me volviese al punto, ó que renegase, amenazando asaltar la casa en que yo estaba, si no tomaba alguno de estos dos partidos. Despues de muchas altercaciones y gritos, los mas moderados consiguieron que se me permitiese estar en la ciudad por tres ó quatro dias para descansar; pero era tan poca la obediencia que tenian á los xeques, que en los dos primeros dias no podia salir sin exponerme á ser apedreado, llenándome de injurias. Esta y otras muchas pruebas que vereis en el discurso de mis viages por los dominios de los Mahometanos, demuestran la falsedad de los que han afirmado que estos bárbaros son muy tolerantes en materia de religion. Sin embargo, el tiempo que me habian concedido para descansar, produxo alguna novedad á mi favor, á lo menos respecto de los xeques, porque el populacho siempre permaneció intratable. Los xeques consintieron al cabo de quatro dias, en que me pasease por la ciudad, para ver lo mas notable de ella.

Salí, pues, al amanecer de mi posada, porque habia muy poca gente por las calles:

mis guias me conduxeron por una senda rodeada de árboles y de huertas, y despues de haber andado dos millas, llegamos á un sitio, que llaman las ruinas, ó birbé. Quedé en extremo sorprendido al ver allí un edificio de la mas remota antigüedad, aunque pequeño. No tenia mas que una pieza, pero las paredes estaban construidas de grandes piedras semejantes á las de las pirámides: esta pieza tenia treinta y dos pies de largo, quince de ancho, y diez y ocho de alto, y en su principio estuvo cubierta con seis grandes piedras que alcanzaban de un extremo á otro. Una puerta situada en una extremidad formaba la principal entrada, y en cada uno de los lados habia cerca de esta principal otra puerta paralela. El otro extremo de la pieza estaba arruinado, pero a pesar de esto se conocia que nunca habia sido mas grande: parece tambien, que no habia ningun otro edificio contiguo, pues lo exterior de las paredes estaba cubierto de esculturas. Se veian tres filas de figuras, que representaban una procesion, y los intervalos estaban llenos de geroglíficos. El techo estaba tambien adornado del mismo modo; pero se habia caido una de las piedras que lo formaban, y no se podia ver la serie de las esculturas: las otras cinco piedras del techo estaban enteras: la escultura que tenian, era facil de distinguir, y aun los colores de las pinturas se habian conservado en algunos pa rages.

Se advierte facilmente, que en las cercanias de este edificio hubo antiguamente otros; pero el tiempo los ha destruido hasta el nivel del suelo, y las gentes del pais han ido quitando los materiales. En las paredes de varias casas de la ciudad observé algunas piedras que provenian sin duda de estas ruinas, pero no pude distinguir su destino. Dixéronme que habia otras muchas ruinas cerca á estas, pero no pude 'reconocerlas. Los xeques me habian preparado la comida en una huerta, donde estuve libre de la molestia de los habitantes: allí tuve proporcion de hacer observaciones astronómicas, y hallé que Siva está á los veinte y nueve grados y doce minutos de latitud boreal, y á los quarenta y quatro grados, cincuenta y quatro minutos de longitud al este del meridiano de Greenwich.

Al dia siguiente me conduxeron á ver unos aposentos abiertos en peña viva, construidos probablemente para servir de sepulcros: no tenian ningunos adornos ni inscripciones, pero debió de costar mucho trabajo su construccion por la dureza de la piedra. Estaban todos abiertos, y no se ha conservado nada que pueda indicar con certeza qué uso se hacia de ellos: sin embargo, se ven todavia craneos y huesos humanos con algunos fragmentos de pellejo y aun cabellos, y parece que han pasado por el fuego; pero no se puede decidir, si estos cadáveres fueron de una nacion que acostumbraba quemarlos, ó si estos restos han sido quemados por los actuales habitantes. El tamaño de estas catacumbas da motivo para sospechar que metian en ellas los cuerpos enteros: tienen doce pies de largo, seis de ancho, y otros tantos de alto: su número pasa de treinta.

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Habiendo hallado en este parage un monumento como éste, que anunciaba habia sido obra de los antiguos Egipcios, esperé encontrar otros mas considerables internándome mas en el pais, ó á lo menos adquirir noticias de los Arabes errantes acerca del templo de Júpiter Ammon, si es que aun existe, como algunos afirman. Los habitantes de Siva tienen relaciones de comercio con el Egipto y con el Fezzan; y los Arabes errantes atraviesan el desierto en todas direcciones, quando van á Siva á proveerse de varios comestibles, que compran mas baratos que en las ciudades de Egipto. Pasan allí de Elvah, de Feium, de la Thebaida, del Fezzan, de Trípoli, del Cairo y de Alexandria. Por esta razon creia yo, que si había ruinas considerables, ó algun monumento en aquellos desiertos, debian tener noticia de ellos. Consulté sobre esto á los xeques, y

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se explicaron francamente sobre los cami-
son del desierto, y sobre todo lo que sa-
bian de aquellos parages; pero habiéndotes
preguntado sobre el lugar en que debian
estar las ruinas del templo de Júpiter Am-
mon, me protestaron que no tenian ninguna
noticia de semejantes ruinas. Preguntéles si
habian oido hablar de un parage llamado
Santrich, y me aseguraron que no. A lo
menos, les dixe, tendreis noticia de algunas
ruinas que esten mas lejos hacia el oeste ó
el sudoeste? Sí, respondió uno de ellos, hay
un parage llamado Araschié donde se ven
ruinas, pero no puedes acercarte á ellas, por-
que estan rodeadas de agua, y no hay allí
ningun barco. Despues me hizo una relacion
maravillosa de aquel parage, como acos-
tumbran los Arabes siempre ponderativos, y
me aconsejó que no fuese allá.

Segun la descripcion que me hizo este
Arabe de Araschié, comprendí muy bien,
que aquel no era el Oasis de Ammon; pero
creyendo encontrar algun nuevo descubri-
miento, resolví hacer este viage. Tuve que
guardar el mas profundo secreto sobre mi
proyecto, temiendo que los habitantes de
Siva se opondrian á su execucion : ajustéme
con dos de ellos de los mas pobres, para
que me conduxesen á Araschié.

El Oasis en que está situada Siva es de unas seis millas de largo, y

Y quatro de an

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