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mino al nordeste de Sidon. Estos religiosos habian juntado en estos últimos tiempos gran número de libros árabes impresos y manuscritos; pero Djezar, habiendo entrado de mano armada en este pais, los robó y dispersó todos.

Volviendo á la costa se encuentra á Seide, resto degenerado de la antigua Sidon: esta ciudad, residencia antigua del baxá, está mal construida, como todas las ciudades turcas, es sucia y llena de escombros modernos. Ocupa á lo largo del mar un terreno de unos seiscientos pasos de largo, con ciento y cincuenta de ancho : en la parte del sur hay una pequeña fortaleza moderna : desde ella se domina á la ciudad, pero no podria resistir á un cañonazo. En la otra extremidad de la ciudad está el castillo, construido en el mismo mar, y unido con el continente por medio de arcos: al oeste del castillo hay un escollo de quince pies de alto y de unos doscientos de largo: el espacio comprehendido entre el castillo y el escollo sirve de rada á los navios, pero no estan seguros de los temporales. La ribera que corre a lo largo de la ciudad era antiguamente el puerto, rodeado de un muelle, pero está ya cegado con la arena. Fakreldin, emir de los Drusos, empezó á arruinar todos los puertos desde Berito hasta Acre, porque temiendo á los navios turcos, hizo cegar todos estos puer

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tos con piedras. La ciudad por la parte del mar no tiene ninguna muralla; la que tiene por la parte de tierra, no es mas que una pared: toda la artilleria de esta plaza no llega á seis cañones, sin cureñas ni artilleros: la guarnicion ascenderá á unos cien hombres. El agua viene del rio Aula por canales descubiertos, adonde van las mugeres á cogerla: estos canales sirven tambien para regar las huertas, donde hay algunas moreras y li

moneros.

Seide ó Sidon es una ciudad de bastante comercio, porque es la plaza principal entre Damasco y lo interior del pais. El trabajo del algodon es el principal ramo de industria de sus habitantes, cuyo número ascenderá á cinco mil almas.

A seis leguas al sur de Seide, siguiendo la costa, se encuentra Sur, que es la antigua Tyro, no menos desfigurada en lo material que en el nombre. Este nombre Tyro recuerda unas ideas tan magníficas de su antigua opulencia y comercio, que debo detenerme aquí en hacer mención de algunos lugares, que fueron antiguamente el teatro del mayor comercio del mundo, la cuna de las artes y las ciencias, y la patria de la nacion mas industriosa que jamas ha exîstido.

El lugar que hoy ocupa Sur es una peninsula; que se introduce en el mar como un martillo de cabeza ovalada: esta cabezá

es un fondo de roca cubierta de una tierra parda vegetal, que forma una llanura de unos ochocientos pasos de largo, y quatrocientos de ancho. El istmo que une esta llanura con el continente, es de arena pura de mar. Esta diferencia de terreno hace perceptible el estado antiguo de esta ciudad, antes de que Alexandro la reuniese con el continente por medio de un muelle : el mar cubriendo con su arena este muelle, lo ha ido aumentando sucesivamente hasta formar el istmo actual. La ciudad, ó mas bien la aldea de Sur, está situada sobre la union de este istmo con la antigua isla, y no ocupa la tercera parte de él: la punta que el terreno presenta al norte, está ocupada por un estanque, que fue un puerto abierto por mano de hombres, y en el dia está tan lleno de arena, que los muchachos lo pasan á pie sin que les llegue el agua á la cintura. La abertura que hay en la misma punta, está defendida por dos torres que se corresponden, á las quales antiguamente se ataba una cadena de cincuenta á sesenta pies de largo para cerrar enteramente el puerto. De estas torres empieza una linea de murallas, que rodeaban toda la isla, pero en el dia no se reconocen mas que los cimientos. Mas dentro en el mar á unos trescientos pasos hay una linea de escollos á flor de agua: el espacio que los separa del continente, forma

una especie de rada, donde anclan los navios con mas seguridad que en Sidon; pero no estan fuera de peligro, porque el viento de nordoeste los agita con violencia, y el fondo roza los cables.

Entrando en la isla se observa , que la aldea dexa libre la parte que cae al oeste: este espacio sirve de huerta á los habitantes, pero es tal su pereza, que produce mas espinos que hortalizas. La parte del sur es arenosa, y está mas llena de escombros. Toda la poblacion de esta aldea consiste en cincuenta ó sesenta familias pobres, que se mantienen miserablemente de algunos granos que cultivan, y de una escasa pesca. Las casas que ocupan, no son ya como en tiempo de Estrabon, edificios de tres ó quatro altos, sino unas miserables chozas que amenazan ruina, Antiguamente no tenian ninguna defensa por la parte de tierra; pero los Motualis, que la ocuparon el año de 1766, la cercaron con una pared de veinte pies de alto, que aun subsiste. El edificio mas notable son unos paredones que se ven al sudeste, y fueron de una iglesia christiana, construida probablemente por los Cruzados: no queda ya mas que una parte del coro. Cerca de allí entre montones de escombros hay tendidas dos bellas columnas de granito roxo de una especie desconocida en Siria. Djezar, que ha despojado todos estos can

tones, para adornar su mezquita de Acre, quiso llevárselas; pero sus ingenieros no pudieron moverlas de su puesto.

Saliendo de la aldea por el istmo se halla á cien pasos de la puerta una torre arruinada, en la qual hay un pozo, adonde las mugeres van á sacar agua: este pozo tiene quince ó diez seis pies de hondo, pero no tiene mas que dos o tres de agua, y es la mejor que se bebe en toda la costa. Por un fenómeno, cuya causa se ignora, se enturbia por septiembre, y por algunos dias está llena de una arcilla roxiza: esto dá motivo á una gran fiesta para los habitantes ; var en procesion al pozo, y derraman en él un cantaro de agua del mar, que segun ellos, tiene la virtud de clarificar el agua def pozo. Continuando el camino por el istmo hácia el continente, se encuentran de trecho en trecho ruinas de arcos que van á parar en linea recta á un cerrillo, el único que hay en la llanura : no es artificial como los del desierto, sino que es un pefiasco natural de unos ciento y cincuenta pasos de circuito, con quarenta á cincuenta pies de altura : no hay en él mas que una casa ruinosa, y el sepulcro de un santon mahometano, notable por la cúpula blanca que lo cubre. La distancia desde este peñasco á Sur es de un quarto de hora de marcha á paso de caballo: á proporcion que iba acercándome á este cer

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