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poder de estos bárbaros el templo se fue arruinando: despues lo convirtieron en una especie de fortaleza, y expuesto de este modo al furor de las guerras, fue destruido.

El estado de la ciudad no es menos deplorable: el mal gobierno de los emires de la familia de Harfuche la habia destruido mucho; el terremoto del año de 1759 acabó de arruinarla. Las guerras del emir Yuzef y Djezar han empeorado todavia mas su estado; de cinco mil habitantes que se contaban el año de 1751, no han quedado ya mas que unos mil, todos pobres, sin industria, sin comercio, sin mas labranza que el cultivo de un poco algodon, maiz y melones. En toda esta parte el terreno es esteril, y continúa lo mismo, ya se suba hacia el norte, ya se baxe hácia Damasco.

CARTA XXX.

Continuacion de los gobiernos de la Siria. El pachalic ó gobierno de Damasco, quarto y último de la Siria, ocupa casi toda su parte oriental. Se extiende al norte desde Marra, en el camino de Alepo, hasta Habrun en el sudeste de la Palestina : la linea de sus límites al oeste sigue las montañas de Ansarié, las del Anti- Líbano, y el curso superior del Jordan: despues atravesando este rio por el pais de Bisan comprende á Nablus, Jerusalen, Habrun, y pasa al oriente al desierto, donde se introduce, ya mas, ya menos, segun el pais es cultivable; pero en general se aparta poco de las montañas, á excepcion del canton de Tadmur ó Palmyra, hácia el qual se dilata por espacio de cinco jornadas.

En esta vasta extension de pais el terreno y las producciones varían mucho: las llanuras de Horan y las de las riberas del Oronte son las mas fértiles, y producen trigo, cebada, aldora, sésamo y algodon. El pais de Damasco y el alto Bekka son de un terreno p dregoso y de poca miga, mas propio para frutas y tabaco, que para otras producciones. Todas las montañas estan ocupadas de olivares, moreras, árboles frutales, y viñas de

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las quales los Griegos sacan vino y los musulmanes pasas.

El baxá de Damasco goza de todos los derechos de su empleo, y son mas considerables que los de todos los otros; porque ademas del mando absoluto, y de la administracion general de rentas, es tambien conductor de la caravana de la Meca, con el nombre muy respetado de emir hadji. Los musulmanes tienen por tan respetable este empleo, que el baxá que conduce bien la caravana, queda inviolable aun para el Sultan, y no es permitido derramar su sangre. Pero el divan todo lo sabe conciliar, y quando el tal emir incurre en su desgracia, satisface á un mismo tiempo á su venganza y á lo literal de la ley, haciéndolo moler en un gran mortero, ó ahogándole en un saco, de lo que hay muchos exemplos.

El tributo del baxá al Sultan no es mas que de doscientos veinte y cinco mil reales; pero está encargado de todos los gastos de la caravana, que ascienden á treinta millones de reales. Estos consisten en provisiones de trigo, arroz, cebada, &c. en el alquiler de los camellos, que se dan á la escolta y á muchos de los peregrinos. Ademas debe pagar una suma muy crecida á las tribus Arabes que hay en el camino, para que no roben la caravana. El baxá se indemniza con el miri ó impuesto sobre las tierras, ya co

brándolo el por sí mismo, ya dando en arrendamiento su cobranza. No goza del producto de las aduanas, las quales estan administradas por un oficial particular, para emplear su producto en la paga de los genízaros, y de los que guardan los castillos que hay en el camino á la Meca. Ademas el baxá es heredero de todos los peregrinos que mueren en el camino, y este artículo es de mucha importancia, porque regularmente los mas ricos son los que perecen en aquella fanática romeria. En fin, tiene el producto de su industria, que consiste en prestar dinero á usura á los mercaderes y labradores; y ademas es libre en imponer avanias, ó exâcciones arbitrarias.

Sus tropas consisten en unos setecientos genízaros, peor mantenidos y mas insolentes que en ninguna otra parte, en igual número de Berberiscos, desnudos y ladrones como en todas partes, y en unos ochocientos ó novecientos ginetes. Estas tropas que pasan en Siria por un exército considerable, le son precisas no solo para escoltar la caravana, y para reprimir á los Arabes, sino tambien contra sus propios subditos para cobrar el miri. Todos los años, tres meses antes de la marcha de la caravana, sale escoltado de sus tropas á recorrer sus dominios, haciendo contribuir para esto á todos los pueblos y habitantes. Rara vez se hace la co

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branza del miri sin alborotos: el pueblo ig norante, excitado por xefes ambiciosos, ó provocado por las vexaciones del baxá, se amotina con frecuencia, y paga su deuda á fusilazos. Los habitantes de Nablus, de Belen y de Habrun han adquirido en esta parte tal fama, que ha sido preciso concederles franquicias particulares; pero quando el baxá halla ocasion favorable les hace pagar dobladamente lo atrasado, los gastos, los intereses y los perjuicios.

El pachalic de Damasco está expuesto mas que otro ninguno a las invasiones de los Arabes Beduinos, y sin embargo, es el menos arruinado de la Siria. La razon que dan de esto es, que en vez de mudar los baxaes continuamente como se hace en los demas, la Puerta da regularmente este gobierno por toda la vida: en este siglo ha estado ocupado por espacio de cincuenta años por una familia rica de Damasco, llamada El-Adm, que han obtenido sucesivamente un padre y tres hijos; Asad, el último de ellos, lo ha obtenido por espacio de quince años, y ha hecho muchos bienes al pais. Habia establecido alguna disciplina entre sus soldados, para que no robasen á los paisanos. Su pasion era, como la de todos los empleados en el imperio Turco, amontonar tesoros; pero no los dexaba ociosos en sus cofres, y con una moderacion inaudita en estos paises,

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