sirven mas que para hacer mas secretas las infidelidades, pero al mismo tiempo mas fre cuentes. Lo que generalmente se cuenta de la vida doméstica de los maridos que tienen muchas mugeres, bastaria para mirar con horror su suerte, y para conocer los grandes inconvenientes de la legislacion de Mahoma en esta parte. Su casa es el teatro de una guerra civil continua: no se oyen mas que riñas de una muger con otra, y quejas del marido. Las quatro legítimas se quejan de que prefiere las esclavas; éstas de que las abandona á los zelos de sus amas. Si dá á una de ellas una joya, ó licencia para ir al baño, ó alguna otra cosa, cada qual de ellas pretende lo mismo, y se coligan para conseguirlo. Para restablecer la paz el marido tiene que usar de toda su autoridad despótica, y desde aquel punto le miran como á un tirano odioso. Cada qual de ellas procura por todos los medios imaginables sacarle quantas joyas y regalos puede, para tener este recurso en caso de que las repudie; de suerte que son como unas cortesanas que solo tratan de despojar al que cae en sus manos, antes que las abandone. De este modo logran hacerse completamente fastidiosas y despreciables á los ojos del marido; y he aquí el efecto de la poligamia, prescindiendo de los infinitos inconvenientes que acarrea, y entre otros la despoblacion, como varios políticos han demonstrado. Un autor célebre, cuyas paradoxas por largo tiempo han pasado por axiomas de eterna verdad, atribuye la inaccion de los Orientales al calor del clima, y asigna esta inaccion como causa del despotismo que reina en estos paises. Para convencerse de la futilidad de su discurso basta considerar, que estos mismos paises, sin haber variado de temperamento, produxeron antiguamente los hombres mas activos. El tener un pais este ó aquel gobierno, no depende seguramente de los grados de calor ó frio, que señala el thermómetro. Los Negros de Guinea y los aldeanos Rusos ocupan dos climas de los mas opuestos del globo; sin embargo, los Rusos no son menos esclavos que los Guineos. Sin salir del imperio Turco, hallaremos falsificado el gran principio de Montesquieu : los viageros y mucho mas los comerciantes Europeos han notado una total diferencia de carácter entre los musulmanes de la Siria y los Griegos que habitan el mismo pais, como si habitasen en los climas mas opuestos. Los Griegos por lo regular son taimados, pérfidos, mentirosos, abatidos en la adversidad, insolentes en la prosperidad, en fin, de un caracter versatil é inconstante: al contrario, los musulmanes son altivos, orgullosos, francos, de un carácter decidido y constante. Esta diferencia seguramente no procede del clima, pues unos y otros son naturales de un misino pais, y aun los Griegos son mas antiguos en la Siria que los musulmanes: la verdadera causa es la situacion política en que se hallan unos y otros. Los Griegos tratados por los Turcos con el mayor desprecio han ido tomando poco a poco el carácter propio de su situacion : se han hecho taimados y pérfidos, para evitar con astucias la violencia; mentirosos y aduladores, porque los débiles tienen que contemplar á los poderosos; insolentes en la prosperidad, porque los que se elevan por medio de baxezas, se vengan en descargar sobre sus inferiores todos los desprecios que han sufrido para llegar á su elevacion. , no estra En vista de lo que he dicho acerca del modo de vivir de los Orientales ñareis que su carácter participe de la monotonía de su vida privada y de su estado civil. En las ciudades principales, como Alepo y Damasco, las diversiones son las mismas que he referido de los habitantes del Cairo: ir al baño, á sus cafees á fumar, á ver las danzarinas ó los saltimbanquis, á oir contar consejas, &c. Mientras mas extraordinario y maravilloso es el cuento, mas les agrada, y creen quantas patrañas les refieren de duendes, trasgos, encantamentos; porque acostumbrados á creer los absurdos mas extravagantes del alcoran, no deben tener ningun inconveniente en creer otros de la misma naturaleza. Por lo demas, el trato de esta gente es al principio frio, pero con el tiempo se hacen francos, y podrian llegar á ser buenos amigos, si las preocupaciones de su religion no se lo estorvase. CARTA XXXV. Isla de Chipre. Habiéndoseme ofrecido la proporcion de embarcarme en un navio que se dirigia desde Alexandreta á Chipre, no quise perder la ocasion de ver esta isla tan famosa. Hicimonos á la vela, y en breve tiempo llegué á uno de sus puertos: pero ante todas cosas debo daros una breve noticia de esta isla. Chipre está situada á los cincuenta y dos grados de longitud, y á los treinta y cinco de latitud entre la costa de Siria y la de la Cilicia, llamada hoy Caramania. Ha tenido varios nombres : los poetas la hicieron célebre con las deliciosas descripciones de sus varios parages consagrados á Venus. Esta isla se componia antiguamente de nueve reynos: tributaria del Egipto, despues de Roma y de Constantinopla, vino á poder de Ricardo I, rey de Inglaterra, el qual la vendió á los Templarios; los naturales del pais se armaron contra ellos, y desesperando aquellos caballeros de poder poseerla tranquilamente, la devolvieron á Ricardo, quien la cedió á Guido de Lusiñan. El año de 1460, Carlo. ta, última heredera de esta familia, fue despojada por su hermano natural Jacobo. Despues de la muerte de este usurpador, Catalina Cornaro, su viuda, abandonó la isla á los Venecianos en 1480. No gozó la república Veneciana por mucho tiempo de esta isla, pues en 1570 los Turcos se apoderaron de ella y la conservan... : Esta bella isla tiene doscientas veinte millas italianas de largo, sesenta y cinco de ancho, y unas seiscientas de bogéo. Una cordillera de montañas, de las quales las mas altas son el Olimpo, Santa Cruz, y Bufavento, la atraviesa y divide de levante á poniente. La mayor de sus llanuras es la de Messarea, en la qual se pierde la vista por una extension de setenta y ocho millas de largo y treinta de ancho, y la variedad de las perspectivas dá el mayor realce á este vasto horizonte. Entre sus rios y arroyos raro es el que no está seco aun en invierno, porque son muy raras las lluvias: ha sucedido pasarse treinta años sin llover, y esta sequedad contribuye no poco á su despoblacion. Hubo antiguamente en esta isla muchas ciudades, de las quales no ha quedado mas que el |