cuesta la vida. El mayor peligro es quando sopla á ráfagas: entonces la velocidad aumenta el calor en terminos de matar de repeate, y con circunstancias singulares: porque á veces se ve caer á un hombre muerto en medio de otros que quedan sanos; á veces basta taparse la respiracion con un pañuelo; á veces es preciso tenderse sobre la arena, y formando en ella un hoyo, respirar en él, porque de otra suerte el viento pestífero mata de repente. Los camellos por un instinto natural arriman el hocico al suelo, para no respirar aquel ayre mortífero. Este viento es mas dañoso desde Monsul á Bagdad, que en ninguna otra parte, lo qual se atribuye á la qualidad sulfúrea del terreno por donde pasa. Lo notable es que no incomoda á las caravanas que se hallan entonces en el camino de Damasco á Alepo: en Bagdad es mortal sobre la torres y terrados, pero no en los lugares baxos. Luego que alguno muere de este viento, se sigue la hemorragia por la nariz y por la boca; el cadáver permanece caliente, se hincha, se pone cardeno, y se hace pedazos facil mente. Otra qualidad de este viento es su grande sequedad, 'la qual llega á tal grado, que apenas se acaba de regar un aposento, el agua se evapora en un instante. Con esta extremada sequedad marchita y deshoja las plantas; y absorbiendo repentinamente las emanaciones de los cuerpos animados, se pone aspero el cutis, obstruye los poros, y causa un ardor febril, que acompaña á la supresion de la transpiracion. Estos vientos ardientes no son peculiares del Egipto ; se observan tambien en el desierto de la Nubia y en la Siria; Nieburh los observó en la Arabia, en Bombai, y en el Diarbeckir; igualmente se han observado en varias partes del Africa y en la Persia: el sirocco, que tanto molesta en Italia y en Sicilia, es tambien de la misma especie. No en todos estos paises corre siempre de un mismo punto; pero exâminando la naturaleza y situacion de los lugares, se ve que estos vientos abrasadores vienen siempre de paises desiertos y ardientes; y es muy natural que el ayre pasando por estos arenales abrasados, donde no hay agua alguna ni montañas ni bosques que lo refrigeren, adquiera todo el calor y sequedad de que es susceptible. El clima de Egipto es reputado con razón por muy caliente, pues en julio y agosto el termómetro de Reaumur se mantiene en los quartos mas templados á los veinte y cinco y mas grados. En el Said aun sube mas: la cercania del sol, que en el estio está casi perpendicular, es sin duda la primera causa de este calor ; pero considerando, que otros paises en igual latitud son mas fres 1 cos, es preciso confesar que contribuye tambien mucho para este efecto la poca elevacion del terreno, que está casi al nivel del mar. Por causa de este temperamento no se deben distinguir, propiamente hablando, mas que dos estaciones en Egipto, que son la primavera y el estío, esto es, la frescura y el calor. Este último dura desde marzo hasta noviembre, y aun desde fines de febrero el sol á las nueve de la mañana ya es intolerable para un Europeo. En toda esta estacion el ayre está abrasado, el cielo como que arroja llamas, y el calor debilita en extremo á los que no estan habituados. Aunque el vestido sea muy ligero, y aunque no se haga ningun exercicio, siempre se está sudando; y el sudar se hace tan necesario, que la menor supresion causa una enfermedad. Al retirarse el sol se templan algo estos calores: los vapores de la tierra humedecida por el Nilo, y los que traen los vientos del oeste y del norte, absorbiendo el fuego esparcido por la atmosféra, procuran una frescura agradable, y aun frio, si se ha de creer á los naturales del pais, y á los Europeos establecidos allí por mucho tiempo; no porque realmente haga frio, sino porque como tienen tan abiertos los poros con el calor, la menor impresion de frescura los hace estremecerse. A esta delicadeza contribuye mucho el abuso que hacen los Europeos de los vestidos forrados en pieles, el qual es tan grande que en invierno llevan dos ó tres pelizas de zorra, y en verano conservan las pieles de armiño. Dicen que los obliga á esto la demasiada frescura que hace á la sombra; pero la verdadera causa es, que los forros de pieles son los galones de los Turcos, y el objeto favorito de su luxo : son la insignia de la opulencia, la etiqueta de las dignidades, porque la investidura de los grandes empleos se expresa siempre con el regalo de una peliza, como dando á entender á la persona á quien se le da, que en adelante ya no debe pensar sino en transpirar. ( Con estos calores, y con el estado pantanoso del pais que dura tres meses, se pudiera creer que el Egipto es un pais mal sano; pero la experiencia prueba lo contrario: los vapores de las aguas estancadas, que son mortíferos en Chipre y en Alexandreta, no producen este efecto en Egipto. La causa de esta diferencia me parece que se puede atribuir á la sequedad habitual del ayre, producida de la cercania de la Africa y de la Arabia, que absorbe sin cesar la humedad, y á la corriente perpetua de los vientos que pasan sin obstáculo. Esta sequedad es tan grande, que las carnes expuestas aun en estío al viento del norte no se corrompen, sino que se desecan y endurecen. En los desiertos se encuentran cadáveres así desecados, los quales acartonándose se hacen tan ligeros, que un hombre levanta facilmente con una mano todo un camello. Sin embargo, junto á la costa el ayre no es tan seco, por lo que no se puede dexar en Alexandria ó Roseta nada de hierro expuesto al ayre por veinte y quatro horas, sin que se tome de orin. A esta sequedad del ayre se añade su qualidad salina, de lo qual se ven pruebas en todas partes: las piedras estan corroidas, y en los parages húmedos se encuentran largas agujas cristalizadas, que parecen de salitre. Esta propiedad del ayre y de la tierra, juntamente con el calor, es lo que dá á la vegetacion una actividad que parece increible. CARTA ΧΧΙΙ. Habitantes del Egipto. Entre los habitantes del Egipto se pueden distinguir quatro castas principales de hombres. La primera y la mas esparcida es la de los Arabes, que se deben dividir en tres clases. Primera, la posteridad de aquellos que en la invasion de este pais por Amru el año de 640 vinieron de todas las partes de la Arabia á establecerse en este pais, tan justamente ponderado por su fertilidad y abundancia. Todos procuraron adquirir tierras, y ΤΟΜΟ ΙΙ. C |