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las de piedra. Estan enlosadas de marmol blanco muy blando, que se cria en la misma isla: cada casa tiene su jardin, cuyo cultivo es la principal diversion de los Cipriotas. Algunos cónsules Europeos tienen casas muy bellas, y en particular el de Inglaterra. Las casas de los Turcos y de los Griegos son por lo general grandes y espaciosas, pero de un gusto extravagante y de una disposicion irregular.

El agua era antiguamente muy mala en Larnica, y aunque los naturales se quejaban de la ruina de los aqüeductos de Citium, estas quejas no habian producido ningun efecto; hasta que en fin un baxá los hizo construir de nuevo, y por ellos se trae el agua excelente de Arpera, de que he hablado en Salinas.

Larnica está gobernada por un Digdaban, que es nombrado por el gobernador general de la isla, y es la segunda dignidad del reyno. El palacio pretorio es la morada det cadi y del presidente de los Codgias; estos son unos ancianos venerables, cuyos consejos se siguen con puntualidad. Las sentencias de este tribunal no son mas que provisionales, y se apela de ellas en última instancia al tribunal superior de Nicosia.

Tres horas despues de ponerse el sol salen todas las noches del palacio del Digdaban los Culaches, que es una guardia para hacer la ronda. Estan encargados de cuidar de la tranquilidad pública; qualquiera que anda por la noche sin luz, es preso por ellos. Si son vasallos del imperio, los llevan á la cárcel pública; si Europeos, á la casa de su cónsul respectivo: quando no hay otro delito, se contentan con exigir de los presos una ligera contribucion.

En Larnica y en toda la isla de Chipre hay seis naciones Europeas, los Franceses, los Ingleses, los Toscanos, los Napolitanos, los Venecianos y los Raguséos : cada una tiene su cónsul respectivo, exceptuando la Toscana, que está baxo la proteccion del cónsul Inglés. Se ven tambien Imperiales, Daneses, Suizos, Holandeses, y Genoveses.

En las cercanias de Larnica hay gran multitud de cisternas enlucidas con una argamasa muy tenaz, impenetrable al aceyte, para cuya custodia estaban destinadas antiguamente. Esta argamasa se hacia mezclando arena menuda del mar con cal y aceyte hirbiendo. Si es cierto que estas cisternas servian para guardar el aceyte, como parece muy probable, es preciso que hubiese grande abundancia de olivares en esta isla.

Hay aquí Dervises, que son una especie de religiosos Turcos: llevan una túnica de lana grosera de varios colores, dexando el pecho descubierto: encima se ponen un manto blanco de lana fina, que les rodea todo el cuerpo : sobre la cabeza llevan un gorro de

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fieltro blanco, que tiene la figura de un pan de azucar: su parte inferior se levanta, y la doblan en forma de turbante. No usan camisa, y sin embargo son muy limpios: afectan mucha dulzura en el trato, pero esta hipocresía no se dirige mas que á pervertir la juventud, y abandonarse al vicio mas abominable. Ocupan varios conventos y mezquitas: predican dos veces á la semana: hombres y mugeres asisten á sus sermones, lo qual no se ve en los otros templos: su objeto es la explicacion de algun pasage del alcoran, y declaman contra los vicios, siendo ellos los mas perversos de todos los hombres. Los Dervises estan separados del concurso del pueblo por medio de una balaustrada: concluido el sermon, entonan un himno acompañado con la música de varias flautas. El superior da principio á una danza, que los demas executan de este modo: empiezan marchando unos tras otros al rededor de la mezquita por dentro: poco a poco van acelerando el paso, hasta ser tan precipitado, que apenas se los puede seguir con la vista. Concluido este ridículo bayle, los Dervises se arrodillan, se sientan sobre los talones, y permanecen así con las apariencias del mayor recogimiento. Levántase el superior, síguenle los Dervises, repítese la danza, y esta farsa dura hora y media.

Algunos viageros mal instruidos han confundido á los Dervises con los llamados impropiamente santones, que son otra especie de religiosos mahometanos, y se distinguen de los primeros en el vestido, en el trato, y en las ceremonias de su culto. Es verdad que su trage es casi lo mismo que el de los Dervises, pero son muy sucios y desaseados: van regularmente medio desnudos, y aun yo los he visto en la mayor desnudez. Su trato es muy grosero, y son el oprobio de la especie humana. Comienzan sus funciones religiosas á las tres de la mañana: consisten en dar vueltas al rededor, en saltos y contorsiones ridículas y violentas, acompañándolas con alharidos y bramidos espantosos. Tocan unos atabalillos, y gritan con toda su fuerza allahu, que quiere decir gran Dios. Despues se dexan caer en el suelo, como privados de sentido, y echan espuma por la boca: en este momento es quando los estúpidos musulmanes creen que los santones estan en conversacion con Dios y con Mahoma. Quando vuelven en su acuerdo, estos impostores libertinos comen en compañia de jóvenes y de mugeres, y no hay exceso á que no se abandonen. Estos malvados no son estimados en todas partes; la mayor parte de sus conventos estan en la Natolia.

Los Abdales son otra especie de religiosos, que no tienen domicilio fixo, y son unos vagos esparcidos por toda el Asia, Andan vagando de una parte á otra, y se detienen donde encuentran que comer : su conducta es lo mismo que la de los santones, pero son mas estimados.

La campiña de Larnica no es de las mas agradables de la isla , porque es bastante árida. El sol abrasa en estas llanuras, se respira un ayre ardiente, y en vano se busca un arbol para guarecerse á su sombra de los ardores del sol. Solo se ven algunas moreras y palmas esparcidas á largo trecho. La causa de la esterilidad de estas cercanias es la falta de agua, y el ser el terreno muy pedregoso; sin embargo, suelen coger abundancia de cebada. Pero si los campos son áridos, las huertas son amenas y fértiles, porque las riegan con canales que vienen por debaxo de tierra: lo mismo se observa en los jardines, donde se cria todo género de flores: las naranjas y limones son excelentes.

Para pasar de Larnica á Nicosia se camina hácia el norte: á distancia de milla y media dexé á la derecha una grande aldea, que ha mudado su antiguo nombre de Tridat en el de Livadia. Antiguamente estaba rodeada de vastos y amenos prados; su riqueza consistia en el gran número de sus ganados; la mayor parte de sus habitantes eran pastores, y todo respiraba las dulzuras de la vida pastoral. Esta nueva Arcadia ha

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