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de muy modesto, y la escena del regreso de la Reina á su palacio fué regularmente presentada. En la noche del estreno, la concurrencia no dejó de ser bastante numerosa; pero en las repeticiones la sala casi estuvo vacía. A tal punto habíase desacreditado una empresa, que aun así se atrevió á solicitar del Gobierno una subvención, que se tuvo el buen acuerdo de no otorgarle.

En 1o de Noviembre, en la Plaza de Armas y frente á las casas del Ayuntamiento, se inauguró en un local de vigas y manta pintada, pero muy vistoso y hasta cierto punto elegante, una lucidísima Exposición municipal, que dió buena muestra de los progresos de los artesanos é industriales en el Distrito. Modesta y todo, esa Exposición merece recordarse y ser celebrada por cuantos amen á México, y con este motivo me es satisfactorio dedicar, aunque no sea más que una corta referencia, al organizador de ese notable certamen, el buen caballero y ameritado escritor D. Luis Malanco.

Con las tradicionales fiestas de Noviembre, revivió el tristemente célebre teatrillo de América, con sus escándalos de reglamento, y se erigió el jacalón que llamaron teatro de la Exposición, campo de triunfos de las bailarinas Pancha Bravil é Isabel Smith. En el Principal el empresario Moreno, que salía de México cuando á él llegaba alguna novedad, y á él regresaba en cuanto la novedad hacía fiasco, volvió á reanudar sus espectáculos de zarzuela con El Rey Midas, Las Georgianas y El pequeño Fausto. En el teatro de la Democracia ó de Arsinas, la joven y muy apreciable actriz Concha Padilla, encantaba al público bueno de aquel barrio.

El 11 de Diciembre Romeo Dionesi, que también iba de capa caída en el entusiasmo del público voluble, dió en el Principal una función á beneficio del periódico infantil El Periquito, que redactaba Ildefonso Estrada y Zenea: éste dijo en un remitido á los periódicos, lamentando el mal éxito de la función, lo siguiente: "Hecha la liquidación de gastos, debo recibir cincuenta y seis pesos en localidades que están por cobrar: los niños pobres, sin embargo, recibirán en nombre del niño Romeo Dionesi los doscientos ejemplares que me obligué á regalar semanariamente, cualquiera que fuese el resultado de la función ofrecida por aquél."

Para no olvidar cosa que merezca aplauso, diré que el miércoles 3 de Diciembre dió en el Teatro de Hidalgo, y de invitación y obsequio por de contado, su primera representación la Sociedad dramática "Alianza," poniendo en escena el drama de Larra La Oración de la tarde y el sainete Por una equivocación. El fundador, director y primer actor del grupo de inteligentes aficionados que formaban tan simpática y útil asociación, fué D. Carlos Escudero, y en esa noche trabajaron en las obras, puestas en escena con rara perfección, las Sritas. Virginia Carrasquedo, María y Teresa Aréizaga, Regina Ruiz y Con

cepción Peña Roja, y los Sres. Escudero, Argumosa, Pefia Roja, Aréizaga y Santibáñez. Esta Sociedad, que más tarde tomó el nombre de su fundador, que lleva todavía, no sólo ha sido un motivo de recreo para sus socios y para las personas que aplauden su talento, sino también una agrupación benéfica, siempre dispuesta á socorrer á los desgraciados y á los pobres y á honrar la memoria de sus compatriotas ilustres. Naturalmente y al paso de los años, mucho ha cambiado de socios y de artistas, pero siempre ha tenido el raro privilegio de que unos y otros hayan seguido siendo dignos de sus antecesores.

Ese año de 1873 dejó escrita en la historia de la literatura mexicana una negra y dolorosa fecha, la del sábado 6 de Diciembre. El viernes en la noche, con el pretexto de arreglar sus papeles, el joven y distinguidísimo poeta y autor dramático Manuel Acuña, estuvo, en compañía de un amigo suyo, destruyendo la mayor parte y quemándolos después. "Ya al amanecer, dice un cronista de aquella catástrofe, le llevaron papel enlutado que había pedido y que con la mayor indiferencia colocó sobre su mesa de trabajo, y habiéndose despedido de su acompañante, se acostó, despertando muy tarde al día siguiente. No bien se hubo levantado, puso en orden su habitación, hizo él mismo su lecho, se lavó el rostro y el cuello y escribió después cinco cartas, una de ellas á su señora madre, residente en el Saltillo; otra á Antonio Cuéllar, dos á personas de su estimación y otra á Gerardo Silva. A las doce salió á la calle, volvió algunos minutos después, se vistió ropa limpia y con mano segura y firme escribió lo siguiente: "Lo de menos sería entrar en detalles sobre la causa de mi muerte; pero no creo le importen á ninguno: baste con saber que nadie más que yo mismo es el culpable.--Diciembre 6 de 1873.-Manuel Acuña." A la una de la tarde, su amigo íntimo, el popular y distinguidísimo poeta Juan de Dios Peza, que todas las tardes acostumbraba visitarle, le encontró muerto ya. A sus voces acudieron los estudiantes Vargas, Villamil, Uribe, el Prefecto de la Escuela de Medicina, Dr. Domínguez, y otras varias personas que en vano procuraron devolver á aquel cuerpo la vida que ya le había abandonado. El Sr. Gaxiola, Juez en turno, se presentó en el lugar del suceso á las cuatro de la tarde, y accedió á que la Escuela de Medicina y no los médicos de la cárcel, verificara la verdad del caso por medio de la sangre que de las venas se extrajese, sin proceder á otra autopsia, y el cadáver fué inyectado por los alumnos y expuesto al anochecer en la capilla del Establecimiento.

Alejandro Casaríu y el joven Alamilla sacaron retratos del poeta y prepararon todo lo necesario para formar su busto y tomar el molde de su mano derecha, que escribió los admirables versos que tan justa fama le conquistaron.

Manuel Acuña murió pobre, y fué necesario, para tributarle los últimos honores, recurrir al generoso auxilio de sus amigos, abriéndose al efecto suscriciones en la prensa y en la Escuela: el cuarto de ésta en que Manuel Acuña vivió y murió, fué el mismo que habitó otro distinguido poeta: Juan Díaz Covarrubias.

La víspera de su muerte, Acuña, paseando con Juan de Dios Peza por la Alameda, le dictó el siguiente soneto:

A UN ARROYO.

"Cuando todo era flores tu camino,
cuando todo era pájaros tu ambiente,
cediendo de tu curso á la pendiente,
todo era en ti fugaz y repentino.

"Vino el invierno con sus nieblas, vino
el hielo que hoy estanca tu corriente,
y en situación tan triste y diferente,
ni aun un pálido sol te da el destino.
"Y así es la vida; en incesante vuelo
mientras que todo es ilusión, avanza
en una hora lo que mide el cielo.

"Y cuando el duelo asoma en lontananza,
entonces como tú, cambiado en hielo,

no puede reflejar ni la esperanza."

A las nueve de la mañana del miércoles 10, un inmenso gentío llenaba la plazuela de Santo Domingo, revelando en sus semblantes la expresión del dolor más profundo: á las diez salió de la Escuela el cadáver en hombros de los amigos íntimos, y después de haber atravesado las principales calles, llegó el fúnebre cortejo al panteón del Campo Florido á las once de la mañana. Diez y nueve personas ocuparon allí la enlutada tribuna, siendo Juan de Dios Peza quien primero tomó la palabra á nombre de sus amigos. A las doce y tres cuartos el duelo se despidió ante la tumba recién cerrada.

Manuel Acuña, dice uno de sus biógrafos, había visto siempre la vida al través del desencanto y de la decepción; sus versos rebosaban escepticismo y amargura, pero nunca creímos que en la flor de su juventud atentara contra su existencia, fecunda en esperanzas para el porvenir. ¡Quién sabe qué terrible tempestad agitaría su cerebro de poeta! Acuña había ya ceñido sus sienes con los laureles del genio, y estaba llamado á representar un alto papel en la literatura nacional. Su fallecimiento fué causa de las más sentidas manifestaciones de profundo duelo de todos los escritores del país.

Hablando de Acuña y de su magnífica poesía Ante un cadáver, que

por primera vez en España tuve el gusto de publicar en 1878, dijo en uno de sus estudios literarios el gran crítico español D. Manuel de la Revilla, lo que sigue: "Manuel Acuña es quizás el más original de todos estos poetas. Estudiante de medicina que se arrebató la existencia en edad temprana á impulso de dolores ignorados, es Acuñía tan vigoroso pensador como inspirado poeta. Su poesía Ante un cadáver, escrita en robustos tercetos que recuerdan los de Núñez de Arce, es principalmente notable por estar inspirada en las doctrinas del moderno materialismo, que, por lo visto, no es tan incompatible con la poesía como generalmente se piensa, toda vez que puede inspirar acentos tan enérgicos y sonoros como los que brotan de la lira de Acuña." Entiendo que este elogio salido de la terrible pluma del gran crítico español, hubiese satisfecho al mismo Manuel Acuña.

En lo referente á sucesos políticos, el año no fué de lo más tranquilo, pues el desdén con que creyeron ser vistos por el Presidente de la República D. Sebastián Lerdo de Tejada, sus amigos y partidarios, desdén patente en el hecho de que el nuevo funcionario seguía gobernando con todos los ministros y empleados del difunto D. Benito Juárez, disgustó á una gran mayoría de cuantos por él habían expuesto sus intereses y vidas.

Satisfecho con la opinión que de sí mismo tenía, y en vista de que la muerte de su predecesor y no los trabajos y empeño de sus partidarios habíale llevado á la Suprema Magistratura, hizo realmente á un lado á su partido y se estimó suficientemente capaz para gobernar con todos á la vez; y para que el conservador no creyese en ciertas aficiones que hacia él se le suponían, facilitó el acaecimiento de "un desagradable incidente, que-habla un historiador mexicano "y liberal-contribuyó á encender de nuevo las pasiones políticas y "á traer de nuevo ante la prensa la cuestión religiosa: en 21 de Ma"yo, á horas avanzadas de la noche, el Gobernador D. Tiburcio Mon"tiel ocurrió con la policía á varias casas donde se denunció que "existían reuniones de monjas: se encontraron en efecto y fueron "echadas á la calle á esas horas muchas religiosas, sin tener algu"nas asilo donde acogerse. El Seminario fué ocupado con tropa de "policía, y reducidos á prisión los jesuitas que desempeñaban cáte"dras en ese Colegio. El rigor de esas medidas fué modificado al día "siguiente, pero varios jesuitas fueron expulsados y salieron para "Europa y los Estados-Unidos en los meses de Octubre y Noviem"bre. Las leyes de Reforma fueron elevadas al rango de constitucio"nales, determinándose que todos los funcionarios públicos protes"tasen cumplirlas y hacerlas cumplir, y algunos de ellos prefirieron "separarse de sus empleos ó destinos. Todo esto burló de hecho la "paz moral que se iba cimentando en el país y concitó serios enemigos al Presidente."

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Nada afecto á escribir historia política contemporánea, doy por lo que valgan esas apreciaciones del citado historiador mexicano y liberal, para explicar de algún modo el alejamiento de mucha parte de la sociedad, de las diversiones públicas en ese año.

CAPITULO XV

1874.

La primera gran novedad del año de 1874 nos la proporcionó la Compañía de Opera Bufa Francesa, á cuyo frente figuraba la distinguida actriz en ese género, María Aimée: dió su primera función de abono en el Teatro Nacional el martes 30 de Diciembre de 1873 anterior, con la opereta de Offembach, La Gran Duquesa de Gerolstein. Los precios de entrada fueron: diez y seis pesos en palcos y dos en lu

netas.

El éxito, desde esta primera representación hecha sin apuntador, fué colosalmente bueno: la Aimée pareció inimitable en el papel de la Gran Duquesa, y arrancó frenéticos aplausos en el Dile que y en el brindis del último acto. En la segunda función, dada el jueves 1o de Enero de 1874, se representó La Perichole, con un segundo triunfo para la Aimée, y el día 4 tocó su turno á La Hija de Madama Angot, que entusiasmó con su Fricassé, bailada por la Rolland con inimitable gracia y un lujo de detalles grotescos que volvieron loco al público. Siguieron Barba Azul, La Bella Elena, Las cien virgenes y Le Petit Faust, en el cual alborotaron la Aimée y la Stani. Con repeticiones de las obras citadas se cubrió el primer abono, y en la noche del 21 comenzó el segundo con Les Brigands, gran venero de aplausos para la Rolland y la Stani, Juteaux y Deschamps. A la vez fuéronse alternando beneficios: el de Emilio Juteaux, con Madame Angot, y el de Constant Lecuyer, con Le Petit Faust. Para cuarta función del segundo abono, se estrenó el 25 de Enero L'œil crevé; el 31, y para sexta, Genevieve de Brabant; el 4 de Febrero Fleur de thé; el 6 se verificó el beneficio de Rosina Stani con actos sueltos de Madame Angot y Le Petit Faust; el 10 comenzó un tercer abono con La vie parisienne, y el 12 dió su beneficio María Aimée con el segundo acto de Barbe Bleu, segundo de La Gran Duquesa y segundo de L'ail crevé: la beneficiada cantó en español La Paloma.

El 15 de Febrero, y con La fille de Madame Angot, ofreció su últi

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