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y seis en luneta. La primera se dió en la noche del 10 de Enero del año de 1880 con la ópera Rigoletto, que desempeñaron la soprano Angélica Rizzi, la contralto Giuseppina Zipilli, el tenor Eduardo Camero y el barítono Manzuetto Astori. La Rizzi fué una soprano que tuvo toda la extensión de su categoría: su timbre de voz era dulce, argentino, robusto; sus notas medias y agudas, sonoras y bien afinadas; su modo de cantar muy correcto: su desempeño del papel de Gilda le valió una justa ovación y le grangeó las simpatías generales. Pasaron regularmente la Zipilli, el barítono Astori y el tenor Camero, quien después de estar muy bien en el primer acto, flaqueó mucho en los demás; su figura era desgraciadísima por lo excesivo de su obesidad. En la segunda función fué cantado El Trovador, desempeñando la Peralta á Leonor, en que se hizo aplaudir de un modo extraordinario: el tenor Colombano, de mejor presencia que Camero, regaló al público con cuatro dos de pecho tan fáciles, claros y sostenidos, que provocó el frenesí de los espectadores: Astori pareció más regular como cantante, pero más frío y helado como actor: el bajo Reina estuvo como siempre, magnífico: la Zipilli pareció como en la primera noche, muy joven, muy de agradable presencia, fresca como una rosa, pero mediana cantante. La concurrencia fué en esta segunda función tan numerosa y escogida como en la primera. Anunciada para tercera Lucia, no pudo cantarse por indisposición de la Peralta, y fué sustituída con Rigoletto, en que Angélica Rizzi volvió á cantar magistralmente. En Fausto estuvo muy bien el barítono Marzziali, y muy medianos la Rizzi, Camero y el mismo Reina, que no comprendió su papel. El Barbero de Sevilla no pasó de regular, y en Un Ballo in Maschera, la Peralta se distinguió en la Amelia, y la Rizzi arrebató en el paje Oscar: Reina y Múgica estuvieron bien en sus papeles de conspiradores, y Camero y la Zipilli débiles como de costumbre. El primer abono concluyó cantándose Don Pascual para undécima función, y la debilísima Esmeralda para duodécima y última. Con una repetición de esta misma ópera comenzó el 5 de Febrero el segundo abono, con la concurrencia muy disminuída y disgustada con las repeticiones y frecuentes cambios, según aconteció en la segunda función en la que, estando anunciado Ruy Blas, fué sustituído con Don Pascual.

Al fin, en la noche del 12 se cantó aquella aplaudida partitura, en la que la Rizzi estuvo bien como siempre, y mal los demás, como de costumbre. Rigoletto, Traviata, Linda y Fausto, precedieron á la hermosa Aida, cantada por primera vez en esa temporada en la noche del 28 de Febrero, para novena función de abono. Esta obra se repitió diferentes veces, ya en funciones comunes ya extraordinarias, y al fin la Compañía salió para Veracruz y otras poblaciones en busca de mejor suerte de la que le cupo en el Nacional.

De los demás teatros poco tengo que decir referente á esos prime

ros meses de 1880. En Arbeu se estrenó el 11 de Enero, con mediano éxito, la zarzuela El Caballero Gastón, y el 15 de Febrero un arreglo de Mignón, en el que la Carrión estuvo muy bien en la Filına, así como muy mediana en la protagonista Matilde Montañés: á Pedro Arcaraz le faltaron toda la pasión y dulzura que exige el papel de William Meister. La traducción y el acomodo de la letra española á la música, fueron obra de Talavera y de Meneses. Todo ello preocupó, sin embargo, muy poco á los buenos habitantes de la Capital, entretenidísimos con la solemne recepción que se hizo al Gral. Ulises Grant, que entró en nuestra ciudad en la noche del 21 de Febrero y durante varias semanas fué el héroe de fiestas brillantísimas, bailes, banquetes y paseos.

El 13 de Marzo, en el Teatro Nacional, ostentando al pecho más medallas y condecoraciones que el celebérrimo Merolico, se presentó ante un público bastante numeroso el profesor Pietro d'Amico, muy apto, á lo que se decía, en asuntos de magnetismo y sonambulismo: el público no hizo muy formal al profesor, y hubo en la sesión los gritos, chistes y jácara de costumbre en esa especie de espectáculos, y la cosa habría acabado mal si los concurrentes no se hubiesen dejado subyugar por la figura de una elegante y muy simpática joven, la Srita. Juana Calero, que D'Amico decía ser su hija, y con la cual ejecutó distintas experiencias hipnóticas, de que fué llamado á dar fe el Doctor Belina. En una de esas experiencias la hermosa joven sufrió un verdadero ataque de histeria, una violenta crisis nerviosa, con fuertes convulsiones y gritos ahogados, que asustaron á los espectadores y les hicieron maldecir de semejante espectáculo. Pietro D'Amico procuró borrar esa impresión desagradable, con varias de sus suertes de hábil prestidigitación, ejecutadas con mucha limpieza. Dos días después, el 15, Fanny Natali ofreció en el Teatro del Conservatorio al Gral. Ulises Grant una audición de la Marta, de Flotow, con el siguiente reparto: Lady Enriqueta, Concha Carrión; Nancy, Fanny Natali; Lio. nelo, Enrique Testa; Plunket, A. Morales; Tristano, L. Monge; el Sherriff, J. Quesadas.

El domingo de Pascua, 28 de Marzo, y con la comedia El Ejemplo, inauguró en el Principal sus trabajos el primer actor español D. José Ortiz y Tapia, de antiguo conocido en México, al frente de una Compañía en la que figuraban María de Jesús Servín, Juana Osmunda. de Orea, Juana Ortiz Duclós, Carolina Márquez, Josefa García, Josefina Pla, Juan Montijano, Francisco Alonso, Manuel Valladares, Ricardo Yáñez y Pedro Servín. Los precios de abono por seis funciones fueron, en palcos diez y seis pesos, y en luneta dos pesos cincuenta centavos. En ese tiempo se comenzó á reedificar la fachada de dicho teatro Principal, dándole la agradable apariencia que al presente tiene: el derrumbe de la antigua empezó el día 11 de Febrero y al

comenzar sus trabajos la Compañía Ortiz, sólo los tres arcos del centro estaban terminados. En el Nacional la Compañía de Angela Peralta anunció un abono de doce funciones y dió la primera en la misma noche del domingo 28 de Marzo con Aida; pero el público fué tan extraordinariamente escaso que la Empresa desistió de su propósito y ya no dió la segunda, prefiriendo salir para el Interior, donde era muy solicitada.

La primera de la Compañía Ortiz, dada como dije con El Ejemplo, de Echeverría y Santibáñez, fué casi un fracaso; la actriz encargada de recitar El Idilio de Núñez de Arce, hubo de retirarse de las tablas antes de haber llegado á la mitad de la hermosa composición, picada por las muestras de desagrado del público, que en su mayor parte se retiró del teatro sin acabar de oir el sainete Dos y tres.... dos. En su segunda función dada con El tejado de vidrio, de López de Ayala, el éxito fué mucho mejor: era Ortiz un actor de bastante naturalidad, de voz escasa, de fisonomía inteligente y expresiva, y de bastante desembarazo y soltura. En Arbeu siguió como de costumbre el empresario Moreno, que ofreció á su público Mignón, desempeñando Adela Maza el papel de la protagonista, estrenado, según á su tiempo dije, por Matilde Montañés: en ese cuadro seguían figurando Arcaraz, la Carrión, Labrada é Iglesias.

A competir con todos ellos se presentó á mediados de Abril la Empresa Bernis-Burón, cuyo representante Joaquín Nestosa, publicó el prospecto respectivo, anunciando el siguiente cuadro: Compañía Dramática: Primer actor y director de escena, Leopoldo Burón; Primer actor y director del género cómico, Domingo García; otro primer actor, Juan Reig; primeras actrices, Carolina Fernández, Sofía Alverá; actriz cómica y dama joven, Enriqueta Mendoza; primer actor de carácter, Fernando Altarriba; caracteristica, Enriqueta Guerra; primer galán joven, José García Tomás; dama joven, Inés García, segundo galán, Antonio Lorca; segunda dama joven, Ramona Castell; otro actor cómico, Francisco Navarro; característico, Casimiro García; actrices, Manuela Fernández, Teodora Martínez, Julia La Riva; actores, Manuel Castell, José de la Rosa, José Atané; apuntadores, José González, Pedro Roquero.

Compañía coreográfica: Maestro compositor y director, Giovanni Lepri; primera bailarına absoluta del género francés, Amalia Lepri; primer bailarin y director del género español, Miguel Andrés; primera bailarına española, Carolina Quintana; cuerpo de baile, Elisa Mancini, Elisa Carullo, Josefa Mir, Catalina Mir, Francisca Martínez, Antonia Real, Marina Mellado, Amalia Pumareta, Luisa Velati, Angelina Ambrogetti, Laura Cosío, Ernestina Valera, Elisa Panzena, Luisa Casselli: José Atané, José Roig, Antonio Mellado, Leopoldo Vidal, Manuel Atané, Salvador García y A. González. El actor Juan Reig no llegó á venir con esa Compañía.

La Empresa quiso establecer abonos á estilo de Madrid, separando el precio de la localidad y el valor de la entrada; pero advertida á tiempo de que esa reforma era mal recibida y no le daría resultado, cambió esta parte de su programa, anunciando que el precio de abono por cada doce funciones sería en palcos sesenta y seis pesos, y en luneta diez.

La Compañía Dramática no era, ni mucho menos, un prodigio; pero sí bastante buena: su primer actor y director Leopoldo Burón no lo había sido del Teatro Español de Madrid, único que, como he dicho y repetido, es el que consagra, por así expresarme, la categoría de los primeros actores españoles. Leopoldo Burón trabajó, no obstante, en dicho primer teatro, en la temporada de 1872 á 1873, siendo empresario D. V. Roca. En esa Compañía figuraban en primeros lugares Balvina Valverde, Cándida Dardalla, Elisa Boldún, Josefa Hijosa y Teodora Lamadrid. Los actores fueron Alfredo Maza, Antonio Pizarroso, Antonio Vico, Antonio Zamora, Calixto Boldún, José Alicedo, José García, Julio Parreño, Leopoldo Burón, Ricardo Morales y otros hasta el número de veinte y cinco, que no créo necesario nombrar, pues mi objeto es sólo el de hacer notar que Leopoldo Burón ocupaba en el cuadro de actores el noveno lugar: Antonio Vico no pasaba entonces del tercero.

Después de esa temporada, Leopoldo Burón no volvió á trabajar en el Teatro Español. No quiere decir esto que no fuese un actor distinguido y de mérito: nacido en Sevilla, hizo sus primeros estudios bajo la dirección de Máiquez y Capo, según dice uno de sus biógrafos, mintiendo descaradamente, puesto que á ser cierta semejante aberración cronológica, la supuesta dirección de Máiquez daría á Burón una respetable antigüedad, pues sabido es que el gran artista murió en Granada el 19 de Marzo del año de 1820. La primera obra en que trabajó fué El si de las niñas. De Sevilla pasó á Cádiz bajo la dirección de Isidoro Valero, y después á Alicante con Rafael Calvo. En Barcelona trabajó siete temporadas seguidas como primer actor, estuvo después en Madrid, según ya dije, presentándose con el papel del Capitán Don Alvaro, en el drama de Tamayo Locura de amor; fué después á Zaragoza, se embarcó para la América del Sur, regresó á España y se escrituró para la Habana y México.

Sofía Alverá, la encantadora rubia y discreta actriz que en el elenco de la Compañía en cuestión figuraba después de Carolina Fernández, sí había estado en primer puesto en el Teatro Español en la temporada de 1874 á 1875, siendo empresario director Manuel Catalina. La mayor parte de los demás actores y actrices de la Compañía Bernis-Burón, habían figurado en más ó menos importantes puestos en diferentes cuadros del teatro clásico madrileño. El Empresario Alberto Bernis fué un inteligente é infatigable catalán, que ganoso de

demostrar que en España podía desplegarse con elementos nacionales tanto lujo escénico como en París y otras primeras capitales europeas, acometió con ánimo y energía catalanes la realización de su proyecto, y de 1875 en adelante, montó en Barcelona y en Madrid, de un modo maravilloso, La Pata de Cabra, La Redoma encantada y El Testamento de un brujo, y más tarde, La Almoneda del Diablo. Fué un entendido empresario y un apreciable caballero.

CAPITULO VI.

1880.

Apenas publicado el prospecto de la Compañía Bernis-Burón, gran parte de la sociedad y de los círculos políticos de la Capital hubo de ponerse de luto con motivo del fallecimiento de la Sra. Da Delfina Ortega de Díaz, esposa del Señor Presidente de la República. La Sra. Ortega de Díaz había sido muy querida por sus virtudes, sencillez, modestia y consagración á sus hijos y á su esposo, y por su bondad para con los necesitados y los pobres, así es que su muerte fué causa de espontáneo y general pesar. Ocurrió esta desgracia á las nueve y cuarenta y cinco minutos de la mañana del 8 de Abril de 1880, y el entierro se verificó el día siguiente en el Panteón del Tepeyac. Por esta causa los teatros suspendieron sus funciones durante la se

mana.

Pasados los días de duelo, el Principal estrenó el drama en tres actos El autor de su desdicha, original de Alfredo Chavero, quien fué muy aplaudido y llamado á la escena en los dos primeros actos, y estuvo á pique de hacer fiasco en el tercero: quienes conozcan este drama en la impresión que de él se hizo en 1880, no comprenderán el rigor del público, pero debe tenerse presente que el autor rehizo ese tercer acto casi completamente, quitándole todo cuanto había parecido defectuoso ó censurable: así lo hacemos constar con sumo gusto en elogio del fecundo autor, que jamás usó, como usaron otros en sus fracasos, el recurso de insultar á sus censores en torpes é importunas defensas. El estreno de El Autor de su desdicha tuvo lugar en la noche del 13 de Abril.

El la del 24 del mismo mes dió su primera representación en el

R. H.TT. III.-39

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