Imágenes de páginas
PDF
EPUB

sus cincuenta centavos, porque pasaron unas horas de bromita en uno de los primeros coliseos de la República." No por eso suspendió sus funciones Manuel Estrada, muy hecho y muy fogueado en esos embates, y prosiguió sus funciones monstruos, y continuó exhibiendo á su discipula de Salvını, sin duda acostumbrada á su vez á las bromitas del público; "continúa figurando, decía el mismo periódico, en esa Compañía la Sra. María di Prato, cuyo acento italiano y exagerada declamación, vuelven cómicas las escenas más trágicas; la Sra. di Prato es graciosa, simpática, elegante, pero algunas veces declama moviendo demasiado los codos y profiriendo tales exclamaciones que el público ríe cuando debiera estar más serio, cuando casi debía llorar."

Sin dificultad se nos creerá al asegurar que muy superior á ésta, era la Compañía dramática que, disuelta la de Servín ocupó el teatro de Arbeu, ante escasísima concurrencia; en ella figuraban el muy regular primer actor Francisco Solórzano, la muy notable Emilia Toscano, la muy ameritada Mariana Rivero y el discreto Manuel Campuzano, mexicanos todos ellos. La Pasionaria, por la Rivero, y Divorciémonos, por la Toscano, podía verlas y aplaudirlas el espectador más descontentadizo. Actores y actrices tenían conciencia artística y empeño para el estudio, y en conjunto no eran en modo alguno inferiores al pobrísimo cuadro de Burón. Sin embargo, el mismo teatro Arbeu, lleno con Burón, estaba casi vacío con Solórzano. Por lo que al repertorio se refiere, no había sido más nuevo el del actor español que el de los actores mexicanos; por el contrario, Solórzano ofrecía á cada instante, estrenos de traducciones del repertorio francés, que tiempo hacía estaba en boga.

Fué una de ellas el Sergio Panine, de Ohnet, bien vertida al castellano por José R. del Castillo, por primera vez representada el domingo 15 de Agosto. El traductor y los artistas fueron aclamados, pero la concurrencia no pasó de muy mediana en número. Mayor la tenía Estrada con sus funciones monstruos. Al siguiente domingo 22, Solórzano y la Rivero estrenaron la simpática comedia de Dumás, Le demi-monde, bien traducida; el jueves 2 de Setiembre, la misma Compañía, reforzada con el concienzudo actor O'Loghlin, dió la primera representación de El ramo de asahar, drama de Julio Espinosa, que fué aplaudido y llamado á la escena. La Empresa Solórzano merecía en verdad más protección que la que se le concedió.

Hablemos ya de la Compañía de Opera Italiana de Napoleón Sieni, que para la temporada de Otoño de 1886, presentó el siguiente cuadro: Prima-donnas dramáticas, Adela Gini, Rosina Aimó; Prima-donna ligera, Isabel Svicher; prima-donna contralto Palmira Rambelli; comprimaria, Elisa Baraldi; primer tenor dramático, Guillermo Rubis; primer tenor de medio carácter, Pedro Lombardi; primer tenor de gracia,

Giovanni Masin; tenor comprimario, Italo Giovannetti; primeros baritonos absolutos, Gioachino Aragó, Vicenzo Quintilli Leoni; primer bajo absoluto, Pablo de Bengardi; otro primer bajo, Fernando Fabro; primer bajo cómico, Gustavo Genoval; bajo comprimario, Gaetano Befani; directores de orquesta, Beniamino Lombardi, Paolo Vallini.

El estreno se hizo en la noche del 18 de Setiembre con Hernani, presentándose en ella Rosina Aimó, Guillermo Rubis, Joaquín Aragó y Fernando Fabro. El 19, para segunda de abono, fué cantada Favorita, por Palmira Rambelli, Pedro Lombardi, V. Quintilli Leoni y Pablo de Bengardi. El 21, y con Rigoletto, se presentó Isabel Svicher. Rosina Aimó, en Elvira, pareció hermosa mujer y soprano de buena escuela; Palmira Rambelli, mezzo-soprano muy agradable, con muy claro fraseo; era una vehemente y concienzuda actriz; Isabel Svicher, muy joven, delgada, esbelta, de mediana estatura, muy simpática y de bella fisonomía, fué la artista que más aplausos alcanzó, conquistándose, desde el primer momento, toda la estimación del público; las buenas condiciones de su voz, descollaron en el aria Caro nome, que bordó con notas picadas, trinos y otros adornos de bell canto que entusiasmaron á sus oyentes, cuyo frenesí provocó con un mi natural sobreagudo, sostenido con admirable limpieza y tierna y dulce vibración; entre nutridos aplausos y tempestuosos hurras, la Svicher repitió el aria, alcanzando una ovación.

Quintilli Leoni, siempre gran artista; el tenor Lombardi, con su fuerte y aterciopelada voz, felicísimo en el Spirto gentile, y el barítono Aragó, agradaron mucho; de Rubis no pudo juzgarse en las primeras representaciones, porque, según se dijo, estuvo enfermo desde que empezó á subir á nuestra Mesa Central. El martes 28, en la sétima de abono, y con Aida, debió reaparecer en la escena del Nacional Adela Gini, á quien sus numerosos amigos y admiradores preparaban una ruidosa y entusiasta acogida; pero por seguir enfermo Rubis, fué necesario cambiar la obra por Rigoletto; en esa ópera se presentó el tenor Masin, nuevo y modesto, que en la canción del último acto y en el cuarteto, logró emitir y sostener una hermosa nota que le valió espontáneo y nutrido aplauso.

Isabel Svicher, con su mi natural del caro nome, volvió á arrebatar al público, que con ansia y recogimiento esperaba y escuchaba la hermosa aria. Por fin, el jueves 30 se cantó Aida que obtuvo un gran éxito. La Rambelli en Amneris, y el buen barítono Aragó, gustaron tanto como la Gini, á la cual se aclamó con frenesi; Rubis ya pudo cantar esa noche.

Ese mes de Setiembre fué notable por lo lucido y animado de las fiestas con que se celebró el natalicio del Gral. D. Porfirio Díaz, que á cada instante se conquistaba más y más el cariño y el respeto de sus conciudadanos. No correspondiendo á este libro otros detalles, sólo

B. H. T.-T. IL-58

diré que estuvo brillantísimo el gran baile con que le obsequió la guarnición de la Capital en la noche del 15: de su fastuosidad dijo un periódico: "en la cena se consumieron dos mil piezas de pan, seiscuentos pollos asados, cien pavos, cun lenguas de ternera, veinticuatro piezas de ídem, veinticuatro jamones, veinte galantinas, seis mil helados, mil cuento veinticuatro botellas de Champagne, ochocientas cuarenta de vino tinto, cuento ochenta de Cognac y ciento ochenta de Jerez. ' Al mismo mes corresponde la cita del beneficio de la discipula de Salvını, la actriz María di Prato, con La Dama de las Camelias: “la actriz, dijo el Monitor, no estuvo por cierto á la altura de su papel, y bien haría en convencerse de que Dios no la llama por el camino de la escena; el público, que en verdad era poco numeroso, tomó aquello á la broma y entre homéricas carcajadas en los momentos más críticos, aplaudía y quedaba como en tandas, y hacía salir á la di Prato á las tablas cinco y seis veces seguidas en cuanto se retiraba, como si no quisiera dejar de reír con sus destemplados gritos é impropias contorsiones: fué aquello una silba de aplausos que nosotros no aprobamos, por su demasiada crueldad para con una señora; de reprobarse es que se convierta el teatro en plaza de toros, y que la víctima sea una débil mujer, que por su sexo debería haber sido tratada con indulgencia. Por lo demás, las funciones monstruos de Manuel Estrada llenan su teatro de un público sui géneris, que muy contento acude á solazarse por cuatro reales con dos ó tres dramas estupendos, terroríficos, espeluznantes, que le retienen en el teatro Principal de las cuatro de la tarde á las once de la noche. A veces las funciones están exornadas con ejercicios acrobáticos, ó con las suertes del prestidigitador Frizzo, ó con algo de cosmorama y vistas disolventes, en las que se arma un horroroso zafarrancho cuando la sala es puesta á media oscuridad." Cansada de llamar en vano al público, la Compañía Solórzano se retiró de Arbeu y salió para Puebla y Veracruz, á dar allí á conocer Sergio Panine, Divorciémonos, Le Demi-monde y Las Patas de mosca, también ésta traducida por el infatigable José R. del Castillo. En los últimos días de Setiembre y primeros de Octubre, la distinguida actriz mexicana María de Jesús Servín se retiró del teatro para unirse en matrimonio con el Sr. D. Agustín Tagle. Por último, y para concluir con estas notas, antes de proseguir con las de la Opera, júzguese aún de lo que eran las funciones monstruos de Manuel Estrada por el programa de la que dió en la tarde del domingo 3 de Octubre. Primero, la tragedia en cinco actos intitulada Lucio Junio Bruto ó la Libertad de Roma; Segundo, presentación de un nuevo programa del prestidigitador Frizzo; Tercero, el drama en cuatro actos intitulado La Traviata ó La Dama de las Camelias, todo por cuatro reales: ahora bien, cinco actos de tragedia, cuatro de drama y uno de prestidigitación, hacen diez actos por cincuenta cen

tavos, esto es, cada acto por cinco centavos, sin cargar cosa alguna por la sinfonía y por las piezas de música de los intermedios. Verdaderamente no puede concebirse mayor baratura.

Deberíamos ya reanudar nuestra revista de la Opera, pero habremos de dejarlo para el siguiente capítulo y dedicar el final de éste á una estudiantina que con el nombre de Sociedad Filarmónica Española Talia, dió varias audiciones en el Teatro Arbeu, á partir del 15 de Octubre. Estuvo formada por quince jóvenes aficionados, ocho de ellos españoles, y mexicanos los otros siete, con el siguiente personal: Director, Ramiro Martínez; Presidente, José Ruiseco; violoncellista, Félix Rocha; violinista, Francisco Calderón; Bandurristas, José Ruiseco, Ginés Azurmendi, Agustín Pérez Rivas, Jesús Aparicio, José Güijosa, Hermenegildo Barinaga, José Sanz, Jacobo Ahumada; Guitarristas, Ramón Gorostidi, Agapito Azcárate, Juan Alvarez, José Suárez. Casi todos eran empleados de casas de comercio, gente de trabajo y útil, que en sus ratos de ocio y de descanso se habían dedicado al ameno pasatiempo de la música, hasta conseguir presentar un perfecto conjunto. De ello dieron la primera muestra en los salones del Casino Español el lunes 4 de Octubre, ante una numerosa y escogida concurrencia de invitados, que les aplaudieron con frenesí. El grupo filarmónico se presentó vistiendo el agradable traje andaluz, chaquetilla de terciopelo, chaleco bajo dejando ver la camisa con chorreras, y á medio cubrir con la ancha faja; pantalón ajustado, polaina de cuero y sombrero calafiés. El buen éxito obtenido y la franca aprobación de los inteligentes, animaron á la Estudiantina Talía á expedicionar en algunas capitales, pero antes probaron fortuna en la misma México, tomando el teatro Arbeu y uniendo á su empresa un modestísimo cuadro de zarzuela formado por las Sras. Gumersinda Villó, Angela Medinilla, Emilia Cavero y Victoriana del Valle, y los Sres. Enrique Trejo, Enrique Quijada, Mariano Mateos y Fernando Guzmán. De ese cuadro fué director y maestro D. Arturo von Jessen Sodring, y primer violín Pablo Sánchez. La sociedad estuvo representada por D. Juan B. Ondovilla, quien abrió un abono por ocho funciones á los precios de treinta y tres pesos palcos, y cinco pesos cincuenta centavos lunetas. La gente acudió con tal apresuramiento á inscribirse en las listas de contaduría, que aun antes de empezar el espectáculo, los programas trajeron la nota de "no pueden ya servirse abonos para plateas y palcos primeros, por estar todos tomados." Las más notables familias mexicanas y españolas ocupaban, en efecto, esas localidades, y el patio también estaba casi lleno por abono.

La Estudiantina Talia y su cuadro de zarzuela, dieron su primera función el 15 de Octubre con la zarzuela en dos actos intitulada Dos leones: en el intermedio, el grupo filarmónico tocó el Paso doble

de Pan y toros, el valse A toi, de Waldteufel, el Miserere del Trovador y la mazurca del mismo Waldteufel, La Bella.

Obligado por los nutridos aplausos del numeroso y escogido público, tocó también un potpourri de aires españoles. En las siguientes audiciones, igualmente bien concurridas, la Talia pudo lucir su buen repertorio de cincuenta piezas, distinguiéndose en Puerto Real, paso doble de Juarranz, Sempre ó nunca, valse de Waldteufel; la obertura de Marta; Un beso, mazurka de Salas; Serenata morisca, de Chapí; Mirtos de oro, valse de Farbach; Obertura de Juana de Arco, de Verdi; L'Ingenue, gavota de Arditti; Marcha fúnebre de una Marioneta, de Gounod, y en los siempre pedidos y siempre aclamados Aires Españoles.

La Estudiantina Talía dió su última función el 31 de Octubre, y salió después para Morelia dejando en México muy grato recuerdo.

CAPITULO XX

1886.

Cada representación de Aida, y fueron muchas, valía un triunfo á la Rambelli en Amneris, y á la Gini en la protagonista: el tenor Rubis en Radamés nunca llegó á la altura en que los programas le ponían, si bien echábase de ver que iba cediendo su enfermedad de garganta, que tan mal le hizo quedar en Hernani. En Lucia no estuvo la Svicher tan feliz como en Rigoletto y en Sonámbula, sin dejar por eso de tener felices momentos. Túvolos también en el Oscar del Baile de Máscaras, si bien añadió á su parte algunos gorjeos de su invención que no cayeron bien al público, aunque sí se los celebraron sus muy numerosos amigos y partidarios. La Svicher fué muy elogiada por una tentativa que hizo para obtener el indulto de Agustín Flores, soldado del 18° Batallón, sentenciado á la pena capital que sufrió el 25 de Octubre; su empresa no fué coronada por el buen éxito, pues el Presidente de la República contestó á la graciosa artista que en la gravedad de los delitos del sentenciado no podía caber el indulto.

En Lucrecia volvió á aparecer la Gini: la predilecta del público tuvo sublimes arranques de actriz en la terrible Borgia. Con entusiasmo volvió á verse y á oírse en el Gran Teatro la Gioconda en cuya protagonista tan admirada había sido Adela Gini en la temporada anterior. No lo fué menos en aquella de 1886: el papel de Laura, que

« AnteriorContinuar »