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artista español, el drama de Paolo Ferrari y su distinguido traductor Manuel Peredo. Después dió su función de gracia Pilar Belaval con la comedia Miss Susana y la suya Antonio Muñoz con El primo y el relicario. Estas funciones, y la espantosa caída que Adolfo Buyslai, el popular gimnasta, se dió el domingo 27 de Febrero en la Plaza de Toros del Paseo al ascender, cogido de un trapecio suspendido á guisa de canastilla en un globo aerostático, fueron las novedades únicas dignas de mención en la temporada anterior á la Cuaresma.

Por esos días se supo con regocijo en México, que la distinguidísima artista Angela Peralta había con gran éxito presentádose al público madrileño en el Teatro de la Zarzuela, sito en la calle de Jovellanos, con la protagonista de la ópera Lucia, que tan maravillosamente cantaba. Esa presentación la hizo en la noche del 15 de Diciembre de 1869, secundada por el tenor Campanini, el barítono Lenggi y el bajo Marconi, todos muy inferiores á ella. El éxito artístico de Angela fué esplendidísimo, y toda la prensa periodística de la Capital de la entonces República Española, la calificó de prodigiosa cantante y la celebró al igual de las famosas artistas allí tan queridas, la Penco y la Patti. Los aplausos obtenidos en Lucia, Sonámbula y El Barbero, le valieron ser contratada por el empresario Robles para dar algunas funciones en el Gran Teatro de la Plaza de Oriente, en el que se presentó con Lucía en la noche del 12 de Marzo de 1870 con los eminentísimos Tamberlick y Squarcia. Cantó después Los Puritanos en la noche del 26, y con una repetición de esta gran ópera de Bellini, se despidió del público madrileño. "Nunca hemos oído cantar con tanta animación y brillantez á tan notable artista:-dijo un periódico de la villa-cantó magistralmente la polaca; en el rondó hizo prodigios de agilidad, y el público la colmó de aplausos, arrojó á la escena infinitos ramos de flores y la hizo salir cuatro veces á recibir las entusiastas aclamaciones de la sala entera. En el duetto final con Tamberlick estuvo la Peralta inimitable en expresión y recibió infinitas demostraciones del aprecio y cariño con que se le ha premiado lo mucho que ha sabido elevarse en Lucia, Sonámbula y Puritanos. Deseamos feliz viaje á tan distinguida artista."

Reanudemos nuestra narración. El jueves 10 de Marzo, y á los doce días de recibido el espantoso golpe en la Plaza del Paseo, falleció el simpático gimnasta Adolfo Buyslai: la sociedad mexicana y las colonias extranjeras acudieron en auxilio de la familia, engrosando una suscrición abierta en su favor. También hicieron lo mismo una y otras con la de Merced Morales, contribuyendo á ésta D. Benito Juárez, Presidente de la República, con un fuerte donativo, acompafiado de una bondadosa esquela. Eduardo González tuvo el gusto de que su activa propaganda en favor de la esposa é hijos del artista su compañero, diese notables provechos, y, para acrecerlos, dispuso

una gran función que se verificó el jueves 17 del citado Marzo en el Teatro Nacional.

Todas las localidades se vieron ocupadas por lo muy escogido de la sociedad mexicana, á la cual el actor español ofreció el estreno del drama nuevo y original de Justo Sierra, intitulado Piedad, cuya acción comienza en México, y, sin interrumpir la unidad de tiempo, se desenlaza rápidamente en Tacubaya. La obra, no exenta de defectos, pero sembrada de bellezas de primer orden, gustó mucho y fué muy aplaudida, especialmente en su segundo acto, que es magnífico, y por lo fuerte y terrible de sus situaciones casi toca en lo trágico. El público acogió el drama con entusiasmo y llamó al autor al palco escénico, colmándolo de aplausos: la ejecución fué excelente por González y la Belaval; la Servín tuvo arranques de consumada actriz; la Mayora, Muñoz, Mata y Rodríguez trabajaron muy bien.

Al estreno de la Piedad, de Justo Sierra, siguió la apoteosis de Merced Morales, cuyo retrato fué presentado en una especie de altar que rodeaban todos los miembros de la compañía González, y otros muchos que, sin pertenecer á ella, quisieron rendir tributo de cariño al infortunado artista, como por ejemplo, María Cañete, su compañera en campañas de muchos años; Ana Cejudo, Concha Méndez y Joaquín Ruiz. Después de una pieza de Planas ejecutada por la orquesta, Eduardo González recitó unas hermosas quintillas del Sr. D. Sebastián de Mobellán; Ana Cejudo leyó unas octavas; el poeta Emilio Rey una inspirada oda compuesta por él; otra muy tierna y sentida el Sr. D. Ignacio Tenorio Suárez; María de Jesús Servín dijo unos versos de Justo Sierra: Manuel Acuña, que de poco tiempo atrás había empezado á llamar la atención con algunas composiciones de una extraordinaria entonación varonil, leyó á su vez una oda pronunciadamente materialista; le siguió el joven Santa María, y cerró las lecturas el simpático y distinguido poeta cubano Alfredo Torroella con unas quintillas, aplaudidas con frenesí, que decían:

"¿A quién lloráis? ¿A un actor?

Cantarle será mejor,

pues salva abismos de penas
el que rompe las cadenas
de este mundo engañador.

"De la gloria la conquista
no se alcanza en la materia
de sociedad egoísta,
que da por trono al artista
el jergón de la miseria.

"Nadie calma su quebranto,
nadie atiende á su vigilia,

porque sufre tanto y tanto
que sólo herencia de llanto
legar puede á su familia.

"El hombre al verlo pasar,
en imbécil sonreír,
hasta se llega á pensar

que porque sabe fingir

nunca ha sabido llorar.

"Y al verle en gozo profundo
siempre de la gloria en pos
marchar sobre el vicio inmundo,
jes cómico!-dice el mundo,
¡es mártir!-responde Dios.

"Derramad vuestras canciones

en su tumba, mexicanos;
ornadla en negros crespones,
que al honrar á sus hermanos
son más grandes las naciones.
"Si á su patria inmortaliza
no se lleve el Aquilón

la memoria y la ceniza,

del nieto de Gorostiza,

del hijo de Calderón.

"Mientras el mundo traidor

se ríe del sentimiento,

diga vuestro sufrimiento

que los que honran el valor

saben honrar el talento.

"Y tú que lees el arcano profundo del infinito, recibe, actor mexicano,

la lágrima de un hermano,

la bendición de un proscrito."

Para concluir, Eduardo González, que se hallaba bajo la influencia de una emoción vivísima, manifestó que merced á la generosidad mexicana, iba á poner en manos de la familia de Merced Morales la suma de dos mil pesos, con la cual, si no era rica, estaría al menos á salvo de la miseria y del desamparo.

Poco después de terminada esa notable función, la ciudad entera fué puesta en alarma por la campana mayor de Catedral que tocaba á fuego. La Plaza del Mercado del Volador, cuyo centro invadían multitud de tendajones de tablas y sombras de petate, se había incendiado, y por más esfuerzos que hicieron la autoridad y el público, im

posible fué contener los progresos de las llamas, que arruinaron á muchos infelices propietarios de pequeños comercios.

El jueves 31 de Marzo dió María de Jesús Servín, dama joven de la Compañía del Nacional, su función de beneficio, ante una buena concurrencia que le dispensó una entusiasta acogida: numerosos ramilletes cayeron á sus pies, y de los palcos y altas localidades se le arrojaron multitud de versos de Luis G. Ortiz, Justo Sierra, Emilio Rey, Enrique de Olavarría é Hilarión Frías y Soto, y numerosas palomas blancas llevando al cuello lazos de cintas tricolores. En esa noche se estrenaron un capricho cómico de Alfredo Torroella, intitulado: El Istmo de Suez, y el apropósito de Sebastián de Mobellán, que lo llamó La Sombra de Sullivan, dedicado á honrar en buenos versos á Merced Morales y al arte dramático en México: una y otra pieza, escritas á la carrera y sin pretensiones, fueron muy aplaudidas y valieron á los autores ser llamados á la escena. En obsequio á la beneficiada, cantó Concha Méndez la Moza de rumbo, y Concha Carrión una aria de Hernani que, en medio de unánimes aplausos, hubo de repetir. El domingo siguiente, 3 de Abril, dió á su turno en el Teatro Principal su beneficio, el bajo cómico y excelente actor Joaquín Ruiz; la función estuvo dividida en dos partes, la primera se verificó á las cuatro de la tarde con las zarzuelas Las Amazonas del Tormes, La Colegiala y el juguete cómico Siete para una ó los cuadros vivos, y la segunda parte á las siete y media de la noche con la zarzuela El Juramento y el apropósito en un acto Un concilio de familia ó los efectos del Can-cán, todo ello por el precio de cuatro pesos en palcos y cuatro reales en luneta. El éxito fué colosal en aquella función monstruo de nuevo género, y aunque dió mucho que hablar al periódico La Voz de México, que acababa de fundarse para combatir el movimiento libre-pensador, el Concilio de familia fué extraordinariamente aplaudido, á pesar de su escabroso asunto, por demás irrespetuoso para las creencias de la mayoría. Su argumento era el siguiente: una compañía de cancaneras llega á un pueblo; pide permiso para dar una función y el Alcalde se lo concede deseoso de conocer el nuevo baile: su mujer, que es muy beata, y el cura del lugar, le reprochan su ligereza, y el Alcalde hace llamar al director para interrogarle acerca de la moralidad del nuevo espectáculo; el dicho director se defiende como puede, y para dar una muestra, presenta á sus bailarinas en la alcaldía y las hace ejecutar un Can-cán, que de tal modo entusiasma al tribunal que debe decidir, que el cura acaba por tomar de la cintura á la beata y con ella se lanza á bailar, ni más ni menos que el director y sus cancaneras. El papel del cura lo desempeñó Joaquín Ruiz, y el sainete fué aplaudido con frenesí, y recibido con gran contentamiento del numeroso y alegre público.

Nada me queda por decir de esa temporada anterior á la Pascua,

R. H. T.-T. III.-12

que vió abiertos cinco salones de espectáculos: el Teatro Nacional con la compañía González; el de Iturbide con Soledad Amat, Sofía Calderón, Josefa García, Matilde Montañés y García, Sara Canales, Angel Padilla, Martínez, Ríos y otros; el Principal con Amalia Gómez, Cristina Corro, Pilar Pautret, Josefa Pérez, José Poyo, Joaquín Ruiz, Manuel Arce, José Villanueva, y otros actores de zarzuela ó verso; el de Hidalgo con Cristina Dalmau, Pozo, Garibay y Zamora; y el Circo de Chiarini con Amalia Pinzutti, la niña Rosaura, Elisa Bell, María Rosalía, Camilo Rodríguez, los hermanos Buyslai, Pineda, Montaño y James Bell.

La literatura tuvo en ese tiempo una muy sensible pérdida con el fallecimiento de Esteban González Verástegui, ocurrido en Toluca el 25 de Marzo. González Verástegui, joven y patriota, fué hecho prisionero por los franceses en la heroica Puebla, y por ellos llevado á Francia, por no haber querido jurar neutralidad; cuando al cabo de cierto tiempo se le dejó allí en libertad, pero en abandono y sin recursos, Esteban, que tenía mucho de artista se mantuvo como dibujante en la conocidísima casa de Goupil: con el producto de sus ahorros pasó después á España y vivió unos meses en Granada, que cantó en preciosos versos, y, al cesar la intervención, regresó á su patria y figuró en distinguido puesto entre sus escritores. "La muerte, dice Altamirano, segó en flor esa vida tan útil, tan fecunda, tan juvenil, tan rica en esperanzas como en virtudes, porque Esteban no sólo tenía gran talento, sino que era rigorista en sus virtudes. La patria perdió un bravo defensor que honró las banderas republicanas, la literatura perdió una de sus más bellas esperanzas," y cuantos le conocimos y tratamos con intimidad, un verdadero hermano.

CAPITULO IX

1870.

Al acercarse la época de la nueva temporada cómica de 1870, en el · Teatro Nacional, Eduardo González hizo circular la siguiente lista de sus actores: Primera actriz, Pilar Belaval; Damas jóvenes, María de Jesús Servín y Concepción Méndez; Segunda actriz, Remedios Amador; Actriz cómica, María Mayora de González; Caracteristica, Rosario Muñoz; Actriz, Josefa Ramírez; Director general y primer actor, Eduardo González; Otro primer actor, Juan de Mata Ibarzábal: Pri

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