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calle, y á la parte de las aulas todas muy maltratadas, que necesitan de una pronta composición para el seguro de dicha pieza;

Item. El piso que fué enladrillado, al presente se encuentra hecho pedazos, ya hoyado; es necesario para el común tragín de los niños terraplenar y enladrillar de nuevo dicha pieza;

Item. Un retablito que hace de altar con un nicho pequeño que sirve de trono, ó custodia á un bulto de media vara de la advocación de Nuestra Señora del Rosario, vestida de raso musgo con su corona de cartón dorado

Item. Dos mesas del uso de dicha escuela, la una con cajón y la otra llana, y una silla;

Item. Seis mesas, ó bancas destinadas para el ejercicio de escribir los niños, tan maltratadas que si no se componen no pueden servir en manera alguna;

Item Dos corridas de asientos en los dos patios de dicha escuela, tan maltratados como las bancas, así por faltarles algunas tablas, y las que están en ser desclavadas, y sin piso, ni espaldares. Item. Un frontal de altarito de baqueta, dorado, inservible por hecho pedazos;

Item. Cuatro mallas de cartón plateado con sus jarras de madera doradas, inservibles. Y por lo que respecta á los demás utensilios precisos y necesarios de una escuela; como son tinteros, salvaderas, plumas, papel, tinta, vasijas para tener ésta, pautas y otras menudencias anexas al ejercicio, no se encuentra cosa alguna, y para que conste lo pongo por dilijencia.-Francisco Javier de Muñoz.-Ante mí, Rafael Antonio Rengifo.»

III

Este ceremonioso recibimiento, cuya importancia estaba bien lejos de prever al mismo Muñoz iba á serle de grandísima utilidad, según se verá después.

A primera vista se nota por el inventario que precede, que la escuela estaba en un estado materialmente deplorable. Desde su ingreso en ella dedicóse Muñoz á hacer en ella todas las mejoras necesarias para dejarla en un estado medianamente decente y adecuada á su objeto gastando para esto de sus propios bienes.

En el ejercicio de su puesto observó una conducta ejemplar, no omitiendo sacrificio ninguno, así de su persona, como de su bolsillo, para conseguir de sus alumnos el mayor adelanto posible.

Con gran extrañeza de todos, el 19 de abril de 1790, nueve años y medio después de su ingreso en la escuela, presentó la renuncia de su puesto; y lo que era nás extraño aún, la fundaba en sus muchos años y en el mal estado de su salud, cuando era constante y notoria su ajilidad y robustez. ¿Qué podía determinarlo á elevar esta renuncia?

El secreto fué bien pronto del dominio público. Parece ser que el asesor del presidente O'Higgins, Don Ramón Martínez de Rozas, tenía particular empeño en colocar en alguna de las escuelas públicas de la capital, á un religioso franciscano, llamado fray Luis Miguel de House. Habiendo llegado á su noticia que el espresado Muñoz, como natural de Valparaíso, pretendía un puesto en las tercenas de tabacos de ese puerto, vacante hacía algunos meses, se acercó á él y le indujo á presentar su renuncia, halagándolo con la esperanza de conseguirle ese destino; pero sea que no pudiese alcanzarlo después, ó que su ánimo fuera sólo hacerlo renunciar, ello es que Muñoz no fué colocado en el puesto que se le había prometido.

La renuncia de Muñoz, y el decreto de aceptación y nombramiento del subrogante constan de los documentos que se copian en seguida:

Renuncia del preceptor Muñoz

«M. I. S. P.:

Después de diez años de servicios que tengo hechos en la escuela pública de esta ciudad en calidad de maestro y preceptor de primeras letras, me ha reducido la tarea y fatiga de este ejercicio al estado de no poderlo servir sin dispendio de mi salud y del sociego y quietud que necesito á mi edad y habituales indisposiciones. Á cuya causa me veo precisado á hacer renuncia y dimisión de este empleo en manos de V. S. para que se sirva substituírlo en otro que sea de su supremo arbitrio y satisfacción del público teniendo V. S. presente lo primero, los gastos que tengo erogados hasta aquí en la refacción de la escuela que se me entregó en un desorden y ruína casi total de sus muebles y demás aperos, según podré hacerlo ver siempre con los comprobantes de su reposición para lo que no tuve auxilio alguno de la ciudad. Lo segundo que con mi retiro y dimisión que hago quedo enteramente destituído

de todo auxilio y renta para mi subsistencia y la de mi casa y familia á que me es preciso ocurrir en todos eventos. Por lo que con respecto al mérito que tengo contraído de tantos años, no debo dudar el que V. S. me atienda ahora que lo necesito más que nunca, con algún otro destino correspondiente á mis fuerzas y equivalente al que dejo para el auxilio de aquellas urjencias. Dios nuestro señor sabrá mejor que yo corresponder á V. S. estos beneficios por las circunstancias mismas en que los practique. Á quien pido prolongue su importante vida muchos años.

Escuela Pública de esta ciudad y abril 19 de 1790.-Francisco Javier de Muñoz.»

Decreto de aceptación

«Admítese al suplicante la dimisión que hace de la preceptoría que ha servido y ocurriendo oportunamente se le procurará emplear en un destino en proporción á las actuales circunstancias en que se encuentra: Yrespecto á que la notoria aptitud del hermano fray Luis Heuse de la Orden de San Francisco para las primeras letras y la casualidad de su existencia en esta capital presentan una favorable ocasión de hacer que esta reciba el beneficio de su enseñanza en la escuela pública vacante por esta renuncia, le nombro para que la sirva con el mismo salario de trescientos pesos asignados á esta plaza en los fondos públicos y se avise de esta resolución al R. P. Provincial de San Francisco, & fin de que conformándose en esta conveniente y necesaria determinación, preste por su parte á aquel hermano la licencia correspondiente.-Santiago, y abril 19 de 1790.—O'Higgins.-Ugarte.-Doctor Rozas.»

IV

Este decreto se pasó en copia al Provincial de San Francisco para que expidiera la licencia y patente necesaria á fray Luis Miguel House para entrar á desempeñar sus funciones. Este documento fué enviado al presidente, dos días después del decreto citado e iba concebido en los siguientes términos:

FRAY GERÓNIMO DE ARLEGUI de la regular observancia de nuestro santo padre San Francisco, lector jubilado, definidor, examinador sinodal, comisario de Tierra Santa, doctor teólogo, catedrático de Escoto en la Real Universidad de San Felipe, actual

ministro provincial de esta provincia de la Santísima Trinidad de Chile, y siervo, etc.

Al hermano fray Luis House, salud y paz en el Señor. Siendo de nuestra obligación contribuír al bien público, y muy en especial á la enseñanza de la juventud, como recientemente se ha mandado en uno de los definitorios, que por el mes de septiembre celebró esta nuestra provincia, y añadiéndose nuevamente el oficio, que hoy veinte y uno de abril nos ha pasado el Señor Capitán General: en el que después de hacernos saber la necesidad pública que hay de un sujeto hábil para enseñar los primeros rudimentos á tan superiores y justificadas órdenes, he convenido en el nombramiento que su señoría se ha servido hacer, y yo á continuación lo ratifico, y le nombro maestro de escuela en esta ciudad, y le exorto al cumplimiento de tan honrosa obligación, desempeñando con la mayor solicitud y celo, el cargo que se pone á su cuidado con el conocimiento de que dicho ministerio es puntualmente un servicio que hace á Dios, al rey y á la religión, y á esta nuestra provincia; y para que no carezca de mérito, le imponemos el de la santa obediencia, y para la misma mandamos que ningún inferior nuestro, impida estas nuestras letras. Dadas en este nuestro convento grande de Nuestra Señora del Socorro, en veinte y uno de abril de mil setecientos noventa..-Fray Gerónimo de Arlegui, ministro provincial.-Por mandado de su Paternidad Reverenda, Fray Pedro Silva, pro-secretario de provincia.»>

V

Junto con la patente que antecede remitió fray Gerónimo de Arlegui una carta y la copia del decreto que se le había pasado, á todo lo cual proveyó Don Ambrosio O'Higgins el siguiente de

creto:

«Santiago, 22 de abril de 1790,

Únase esta carta, y la copia de que es contestación á los antecedentes de este asunto, y se entregue al interesado la patente original, que acompaña, quedando copia de ella en el expediente: y en su virtud el teniente asesor con asistencia del procurador general de ciudad proceda á hacer reconocer, y poner en posesión de la escuela pública de esta ciudad al hermano fray Luis House, y

formando inventario exacto de los muebles y utensilios de la escuela antedicha autentique esta razón en toda forma, y agregada al expediente, haga se tome razón de ella, y de este nombramiento en el correspondiente libro de cabildo, junta municipal y contaduría de propios, y fecho me dé cuenta de todo para mi inteligencia. —O'Higgins.—Doctor Rozas.---Ugarte.»

De acuerdo con lo preceptuado en este decreto, al día siguiente una comisión compuesta del asesor de gobierno, Don Ramón Martínez de Rozas, del procurador general de ciudad, Don Francisco Javier Larraín, y del nuevo preceptor fray Luis Miguel House, se trasladó á la escuela de la Purísima Concepción, á efecto de poner en posesión de ella al último de los nombrados.

Esta ceremonia consistía en que el antiguo preceptor, en presencia de sus alumnos, dejase su asiento al nuevo maesto después de alguna alocución adecuada á las circunstancias en que regularmente se expresaba el sentimiento de dejar su puesto; pero la compensación que había en éste al ver que lo iba á ocupar un sujeto tan lleno de méritos, virtudes y cariño por la juventud, como era el que lo subrogaba. Seguíase á esto una escena tierna y patética: la despedida de los alumnos á su maestro; en algunos sinceramente sentida y expresada, en otros fingida; de todas suertes dolorosa para el pobre maestro, que en la generalidad de los casos tenía por cada uno de sus discípulos un cariño paternal.

VI

Talvez más que ningún otro Don Francisco Javier de Muñoz iba á sentir esta despedida. Durante diez años había mirado un hijo en cada alumno, corrigiéndolo, enseñándole, castigándole á veces, siempre con pesar.

Veinte años más tarde, algunos de sus alumnos, entonces hombres ya, hablaban con profundo cariño de este maestro ejemplar, que no omitió jamás sacrificio ninguno para ilustrarlos y hacerles llevaderas las tareas escolares, eximiéndolos á veces de trabajos manuales que, como el barrido y el acarreo del agua, era costumbre en otras escuelas, lo hicieran los muchachos pobres.

ero Muñoz llevaba más adelante aún su bondad para con sus

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