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vocación de Nuestra Señora del Carmen, adornada con su correspondiente vestido, y la misma corona de cartón dorado;

Item. Por dos mesas, la una vieja, llana, y la otra nueva, en forma de escaparate, y cómoda para acopiar libros, y demás utensilios de la escuela, y también para el servicio de los altares;

İtem. Por dos corridas de mesones ó bancas de escribir, en once piezas divididas, y acarpetadas, con sus cubiertas de badanillas para la limpieza de las planas, con sus asientos inclusos, y cepos para la firmeza de los tinteros, con toda comodidad; y dos juegos de tinteros, uno de barro y otro de cacho; con más doce pautas de todas reglas;

Item. Por dos corridas de asientos, en los dos patios del cañón de dicha escuela, repacados de muchas tablas, y reclavados, con sus correspondientes espaldares de tablas de alerce y pintados de azul;

Item. Por cuatro mallas de cartón plateadas, con sus jarras de madera doradas, pero inservibles.-Hasta aquí el cotejo con el primer inventario.

Siguen otras mejoras necesarias fuera del referido inventario. Por seis banquillos, los cuatro, en que se ha tomado lección por los bedeles á los niños, el otro para asiento del vigía de comunes, y el otro para corregir planas el maestro;

Item. Por un escudo de las reales armas con su marco dorado, y guarnecido con la mayor decencia cerrespondiente en la testera de dicha real escuela;

Item. Por un camarote de madera forrado de tablas de alerce, y pintado de azulejo, para el descanso y decencia del maestro;

Item. Por dos bancas de firine en dicha testera y recibimiento del maestro, entabladas con tablas de alerce, en forma de cajones y pintadas de azulejo con sus espaldares muy decentes;

Item. Por una tinaja grande de dos arrobas de agua, para el refrijerio, especialmente en el verano, para los niños;

Item. Por una cruz de madera redonda, pintadas y doradas las perillas, con sus inris, y toalla morada, para ir á misa.

En el corralito de la escuela:

Por las comunes de un banco con ocho letrinas de madera forradas de tablas de alerce y patagua, corrientes;

Item. Por un tinglado de madera, cubierto de tablas de patagua clavadas, y embarradas por encima, que ha servido para los tiempos de tomarles á los niños los aguaceros en dicha escuela,

para el uso del descanso sobre la acequia por estar á descubierto las letrinas y la dicha acequia entablada;

Item. Por el costo de levantar las murallas de ladrillos, para dicho tinglado, su alacena de tablas, y cómoda ó cocina para calentar agua y tomar mate el maestro;

Item. Por dos vasijas ó cancos, para conservar la tinta, con sus tapas, y jarro de cobre y dos cántaros para conducir ésta, de la batanería, donde se hace dicha tinta;

Item. Por la composición de toda la techumbre correspondiente al cañón de la expresada escuela, como se manifestaba á todo el público, sumamente demolido, por ser piso común de los niños estudiantes de las aulas, con el juego de los volantines, hasta que el año de ochenta y cinco, se impidió la subida, con la puerta que le mandó poner á los altos, el muy ilustre señor presidente Don Ambrosio de Benavides, quien mandó poner la sala de armas en las aulas de arriba; y en este tiempo, se informó su señoría de que por mi celo y cuidado tuvo lugar su superior disposición, pues de lo contrario, desde el año de ochenta y uno en que refaccioné la citada techumbre, al de ochenta y cinco, se hubiera del todo destruido; y estuvo para mandarse me diesen ó pagasen todos los costos de su composición como consta á su secretario que lo era Don Tadeo Reyes. En el citado primer año de mi entrada, se gastaron tres millares de tejas con su correspondiente tierra para barro, peones, y maestro albañil. Y en los cuatro años siguientes á quinientas tejas, unos con otros, tierra, peones, y maestro: y concluyo diciendo que lo que llevo hasta aquí expresado, y demostrado, es muy poco a lo que tengo gastado, y consumido de mi corto sueldo, en los diez años que he servido al público.-Francisco Javier de Muñoz.»

IX

Mucho tiempo se había de pasar aún, antes de que Muñoz alcanzase á ser reembolsado de sus gastos. Habiendo interpelado por esta demora al asesor Martínez de Rozas, éste lo indujo, á su paso por Santiago, á que presentara un memorial al presidente del reino á su llegada á la capital.

En efecto, Don Ambrosio O'Higgins de Vallenar se ocupaba por entonces en practicar su visita en el norte del país. Á principios de 1791 debía llegar á Valparaíso de vuelta de su escursión. Lle

gaba de Copiapó, en donde, como se verá más adelante, acababa de fundar una escuela en aquella villa, aplicando á este efecto los bienes secuestrados á los jesuítas expulsados del reino en 1767.

Entre los documentos presentados por Muñoz para fundar su derecho figuran en copia el memorial y carta que acompañó.

Para esta comisión valiose Muñoz, de su yerno Don Cristóbal Valdés, (1) residente en el puerto, quien á la llegada del presidente, debía presentarle el memorial entregándoselo á su secretario Don Judas Tadeo de Reyes.

La copia que presenta Muñoz, es del tenor siguiente:

«Copias del memorial, y carta, que puse en manos de Don Judas Tadeo Reyes, secretario de cartas del supremo gobierno el nueve de enero de mil setecientos noventa y uno: en tiempo que regresó al puerto de Valparaíso el muy ilustre Señor presidente Don Ambrosio O Higgins y Vallenar, de la visita general de Copiapó, solicitando acomodo en la tercena de tabacos, vacante en el enunciado puerto; como todo consta y puede certificar el citado secretario con todo lo demás que pido.

«Muy ilustre Señor presidente, Gobernador y capitán general: Don Francisco Javier de Muñoz, maestro que fué de primera letras, en la escuela pública de esta ciudad, con título especial de este supremo gobierno desde el año de mil setecientos ochenta hasta el próximo pasado del noventa, parezco ante V. S. en la mejor forma de derecho y digo: que el día diezinueve de abril del citado próximo año, de superior orden de V. S. fué llamado por la persona de la ordenanza Don Miguel Fierro, para que me presentase luego, en la oficina del asesor letrado el Doctor Don Ramón Rozas; y habiéndolo ejecutado con mi mayor rendimiento me hizo saber que era del gusto de V. S. que hiciera renuncia del citado ministerio con la calidad, de que se me daría acomodo en mi propia patria del puerto de Valparaíso y habiendo premeditado en el mismo acto, las ventajas que conseguiría, con el pronto obedecimiento, lo ejecuté en el término de dos horas, de la propia mañana; haciendo dimisión en forma como consta del expediente que corre en la secretaría bajo de sólo dos puntos: el primero sobre los gas

(1) Don Francisco Javier Muñoz, aunque se titulaba «clérigo domiciliario en eq Obispado de Santiago» sólo lo era en el nombre, pues aunque hizo los estudios necesarios no aicanzó á ordenarse; habiéndose por el contrario casado en Valparaíso, donde conservaba algunos hijos.

tos que tengo ercgados en la refacción de toda la escuela, que se me entregó en un desgreño y ruína casi total de sus muebles y demás aperos, según lo tengo hecho constar de su reposición, para lo que no tuve auxilio alguno de la ciudad. El segundo que con mi retiro y dimisión que hice quedaba enteramente destituído de todo auxilio ó renta para mi subsistencia, y la de mi familia, á que me es preciso ocurrir en todos eventos: por lo que, con respecto al mérito que tengo contraído de tantos años, no debía dudarel que V.S. me atendiese en la ocasión que lo necesitaba más que nunca, con otro destino correspondiente á mi mérito, y á la renta de trescientos pesos que tiraba en este mi ejercicio: y siendo así que han pasado ocho meses y corren para nueve, en que me he mantenido en esta ciudad en la destitución y descarrío, que V. S. puede considerar, cuando no he tenido el menor auxilio de que echar mano aún para mis precisos alimentos; ocurro á la superior justificación de V. S. para que atendiendo á la inculpabilidad con que fuí separado de mi ejercicio, y á la espectativa con que se me esperanzó de mi acomodo, se sirva de proveerme por lo menos en la presente vacante de la tercena de tabacos, de este puerto de Valparaíso en que pueda lograr un sueldo competente para poder socorrerme en las necesidades que me estrechan, y relevarme de las muchas más que me esperan en lo sucesivo, al caso de mantenerme en la pobreza que hoy padezco: y por tanto á V. S. pido, y suplico se sirva mandar hacer en todo, según y cómo llevo pedido, que es justicia que con merced espero de la superior mano de V. S.-Francisco Javier de Muñoz.»

Carta

«Señor:

Por la representación en memorial que he puesto desde esta capital á ese puerto de Valparaíso, en manos del secretario de cartas Don Judas Tadeo Reyes, para que entregase á V. S. sobre la solicitud de la tercena de tabacos, vacante en dicho puerto, podrá enterarse V. S. de la infeliz situación en que me hallo al presente de resultas de la separación del ministerio de mi escuela en la enseñanza de las primeras letras desde el mes de abril del próximo año pasado. No digo más á V. S. porque su piedad y conmiseración, sé que suplirán en esta parte cuanto yo pueda exponerle por

la mía: de quien será como han sido contínuos los oficios para rogar á Dios Nuestro Señor le dé muchos años.

Santiago, y enero nueve de mil setecientos noventa y uno. Besa las manos de V. S. su más rendido servidor.-Francisco Javier de Muñoz.

Muy Ilustre Señor Presidente Gobernador y Capitán General, Don Ambrosio O Higgins y Vallenar.»

X

Este memorial, no obstante los términos en que estaba concebido, y la formal oferta del asesor de gobierno, no tuvo resultado alguno para Muñoz.

¡Admírese el lector! Diez años después, en 1801, litigaba todavía Muñoz el cobro de su dinero. Y en ese tiempo, convencido de que había sido engañado por el asesor Martínez de Rozas; pedía no solo su dinero, sino que se le pusiera nuevamente en su puesto de maestro de la escuela de la Purísima Concepción, alegando que su renuncia era falsa, no sólo por tener aún una buena salud, sino por habérsele obligado á renunciar por medio del engaño.

Hacía severos cargos al asesor de gobierno y solicitaba se le recibiera una información sumaria, no sólo con el objeto de acreditar su entera salud actual sino que, diez años antes á la fecha de su renuncia, era perfectamente buena.

Fray Luis House, á quien se le dió traslado de la petición de Muñoz, alegó por su parte que servía á la escuela en virtud de nombramiento del presidente del reino, expedido por haber renunciado Muñoz y que por su parte no dejaría un puesto que ejercía, sin lucro alguno y sólo por obediencia á la autoridad real y eclesiástica. Concluía House pidiendo informara el Director General de aulas públicas, Don José Santiago Rodríguez, sobre el estado de la escuela así en lo material como en lo moral y sobre su conducta en ella.

Muñoz, á quien se dió traslado de esta respuesta, y que no descuidaba tampoco el cobro de sus mejoras en la escuela, contestó el traslado en un escrito muy bien fundado, acompañando una cuenta expecificativa de los gastos hechos por él en la escuela. Ambos documentos se publican en seguida:

«M. I. S. P.

Don Francisco Javier de Muñoz, clérigo de menores órdenes y

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