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correspondiente instrumento de cesión lo participe á esta superioridad proponiendo el sueldo que se haya de señalar al maestro que se destine á la enseñanza y el ramo ó fondo en que se deba situar.-Avilés.-Ugarte.-Doctor Rozas».

IX.

Aprobada ya por el gobierno la propuesta de Santelices, y en términos tan favorables para él, no se hizo esperar mucho la construcción de los edificios que se proponía edificar.

Seis meses después, en mayo del año entrante, se abrió al público la escuela, á cuyo acto fueron convocados por el cabildo, los principales vecinos y los padres de los muchachos, que en número de diezyocho esperaban en la puerta formados en dos filas la llegada del maestro. De toda esta ceremonia se levantó una prolija acta que fué remitida á la Capitanía General de Santiago, certificada por el escribano de cabildo de la villa.

Al día siguiente de la apertura de la escuela el cabildo acordó subvencionar al maestro con ochenta pesos anuales de sucldo y veinte más que debían invertirse en libros, plumas, tinta y papel.

La escuela funcionó durante muchos años bajo la dirección del mismo Don José de Sepúlveda. En 1808, á la fecha de la muerte del presidente Muñoz de Guzmán, Sepúlveda continuaba aún en su puesto y asistió con sus alumnos, entonces treinta y cinco, á la misa que en la iglesia parroquial de Petorca se dijo para el descanso de su alma.

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CAPÍTULO XII

LA ESCUELA DE COPIAPÓ

SUMARIO.-I. Origen de la villa de Copiapó.-Su fundación.-II. Los jesuítas se establecen allí.-III. Son expulsados.—Aplicación de sus bienes.-IV. Don Manuel Saravia abre una escuela y solicita auxilios.-Informe del procurador de la villa.-V. Petición del cabildo.--Informe del Defensor de Temporalidades.— VI. Visita de Higgins á Copiapó y nueva solicitud de Saravia.-VII. Informe del cabildo.-VIII. Se comisiona á Don Gabriel A. Vallejo para arreglar el local de la escuela.—IX. Actividad de Vallejo. -Avisa estar todo listo y se pide terna para nombrar el maestro.-X. Se nombra á Don Gregorio Huerta para este cargo. -XI. Apertura de la escuela. -Don Ambrosio Higgins de Vallenar.-XII. El Rey desaprueba lo obrade.--Real orden con este motivo.-Últimas noticias de la ⚫scuela.

I

Las noticias históricas acerca del estado de la instrucción pública en Copiapó en la segunda mitad del siglo XVIII, no son muy abundantes.

Esta ciudad debió su primera población al descubrimiento de ricos minerales de oro en su asiento, población que fué luego incrementándose con la llega la de nuevas gentes halagadas por el aliciente de la riqueza del suelo.

Descubiertas las primeras minas de oro en 1707, ocho años después, en 1715, contaba ya ese asiento con una población de más de mil almas, y gran número de casas de vecindad. Este aumento rápido de la población y la riqueza del suelo, decidieron algunos años después, en 1744, al entonces presidente de Chile, Don José Antonio Manso de Velasco, á echar ahí las bases de una ciudad.

Manso de Velazco gobernaba a Chile desde el 15 de noviembre de 1737. Era un militar brillante y de talento que se había distinguido notablemente en las guerras de la península. Llegado

á Chile se posesionó de que para acabar la conquista y conservar perennemente el país, era indispensable agrupar la población en centros sociales, haciendo comunes los intereses. A su iniciativa débese la fundación de las ciudades de San Felipe, Melipilla, Rancagua, San Fernando, Talca, Cauquenes, Los Ángeles, y otras más. Fué él también el que inició los trabajos en el edificio que se destinaba á la Universidad de San Felipe (1).

Á fines de 1744 comisionó al ingeniero Don Francisco Cortés para que hiciera los planos y distribución de solares en la villa de San Francisco de la Selva de Copiapó. El ocho de diciembre del año citado, Cortés delincó la ciudad, dividiéndola en 64 manzanas separadas por 8 calles paralelas de norte á sur y de oriente á poniente. Los solares en número de 240 fueron distribuídos entre los vecinos que lo solicitaron, habiéndose previamente separado uno al costado de la manzana, destinada á plaza pública, para levantar la iglesia parroquial y casas del cura. Inmediata á éstas separóse un local con el objeto de establecer una escuela pública de primeras letras, que se dotaría más adelante con los fondos del nuevo cabildo.

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Habiéndose donado también á la Compañía de Jesús, un cuarto de solar en uno de los costados de la plaza principal, el primer cabildo envió una nota al procurador de la orden invitando á la Compañía á establecerse allí; pero los jesuítas, de acuerdo con su instituto no podían fundar nuevos conventos, sin tener los bienes suficientes para sostenerse con independencia de los demás colegios. Esta circunstancia, sin embargo, no retardó mucho el piadoso intento del cabildo.

Un acaudalado vecino de la capital, Don Nicolás de Barrionuevo, fallecido en Santiago, en enero de 1744, dejó en su testa

(1) No obstante los inmensos servicios prestados por Manso de Velazco, como presidente de Chile y después como virrey del Perú, donde fué agraciado por el Rey de España, con el título de Conde de Superunda, tuvo un fin oscuro y desgraciado. Privado de su fortuna y honores á consecuencia de un consejo de guerra que se le siguió en la península, tuvo que dedicarse en sus últimos años, para ganarse el sustento de su vida, á ejercer el profesorado como maestro de escuela en la ciudad de Granada, donde murió.

mento, otorgado el 7 del mismo mes y año, la suma de 14,000 pesos destinados á la Compañía de Jesús, con cargo de fundar un convento de su orden en la villa de Copiapó y abrir ahí mismo una escuela de primeras letras (1).

Los padres Pedro de Ayala y Juan Nepomuceno Walter, recibieron esta suma de la testainentaría de Barrionuevo y la aplicaron, según las intenciones del donante, á la fábrica de su iglesia y casa de residencia, en la que separaron dos salas grandes para que funcionara allí la escuela de primeras letras, á la que añadieron un curso de gramática y latinidad.

La donación de Barrionuevo se vió luego incrementada con otras más. Un propietario de Copiapó, Don Juan de Mondaca, donó al año siguiente un molino y algunas cuadras de tierra; y el cura y vicario de la villa, Don Andrés Varas, unas tierras y scrranías nombradas el Potrero de Serna. Ya se ha hablado de la donación de un cuarto de solar hecha por el corregidor Don Fernando de Aguirre; otro corregidor de esa misma villa, Don Nicolás Luque y Moreno, les donó también unas tierras vacas que poseía la villa, en los afueras del ayuntamiento.

Todas estas donaciones se hicieron con la carga precisa de fundar una escuela de primeras letras y dar en ella instrucción gratuita á los muchachos pobres que la solicitaran. La escuela, pues, se instituyó en un magnífico pie y principió á funcionar desde principios del año entrante al de la donación de Barrionuevo (abril de 1745). En esa fecha alcanzó ya á contar con más de 40 alumnos, y es probable que este número fuera aumentando en los años posteriores.

III

El decreto de expulsión de la orden, vino á cortar la vida en 1767, treinta y dos años después de su fundación, á este establecimiento de enseñanza. Confiscados los bienes de los jesuítas en Copiapó, la junta de aplicaciones, al tratarse de éstos, tuvo, sin

(1) La mayor parte de los datos que se dan en este capítulo son tomados de tres voluminosos expedientes titulados «Expediente formado sobre establecer una escuela de primeras letras en Copiapós. Dos de cl'os pertenecen al archivo de la Real Audiencia y el tercero al de jesuítas depositados en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional,

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