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VIII

Este largo informe del cabildo, redactado y escrito en el espacio de un día, manifiesta el verdadero interés que se tenía por la fundación de la escuela.

La medida propuesta por el cabildo de erigirla en la misma casa que ocupaba el cura, mereció la entera aprobación de O'Higgins, quien queriendo proceder con conocimiento completo del asunto, expidió el decreto que va en seguida, pidiendo se le informara sobre la conveniencia de la medida, y la posibilidad de llevarla á cabo:

«Copiapó, 11 de diciembre de 1788.

«Para proveer, el capitán de ingenieros Don Pedro Rico, acompañándose del subdelegado de esta villa y de los regidores Don Julián de la Sierra y don Alejo Vallejo, procedan á reconocer con todo el cuidado posible la situación del colegio de residencia que fué de los regulares de la Compañía y delineando el lugar por donde puedan cómodamente dividirse los cuartos de que se compone el único patio que le constituye, de manera que queden acomodados en él y con independencia, el cura actual y el maestro de primeras letras, elegirán de acuerdo la pieza ó piezas que estimen conveniente y oportuna para la enseñanza y me informarán incontinenti de sus resultas, para en su vista providenciar lo que convenga.-O'Higgins.-Doctor Rozas.-Varela».

Evacuado favorablemente por los comisionados el informe pedido, y no queriendo retardar la apertura del establecimiento de la escuela, comisionó el presidente á uno de los regidores de la villa, con amplias facultades, para que procediera desde luego á ejecutar las reformas exigidas.

El siguiente fué el decreto expedido por él con este motivo:

«Copiapó, 14 de diciembre de 1788.

<Teniendo consideración á la fundada representación que hace el Cabildo en este informe, procédase desde luego á practicar la división y refacción que se asienta poder y deberse hacer en el colegio de residencia de Jesuítas que fué de esta villa: y nombro para que corra con esta obra al regidor Don Gabriel Alejo Valle

jo á quien se le den los auxilios que necesitase para ella, sin la menor demora, ni retardación del caudal de propios ú otro arbitrio, bajo la calidad de reintegro que deberá hacerse al ramo, del dinero perteneciente á aquel destino, que ha enterado Don Pedro Manrique en la tesorería general del ejército de la capital de Santiago y para cuya remisión, y demás de que se habla en esta representación, se escriba en la primera oportunidad al señor regente para que la disponga y mande llevar y ver en junta, la justa solicitud de ese pueblo, para que se aumente la dotación en este establecimiento, como lo dice, y propone su cabildo.-O'Higgins. --Doctor Rozas.- Varela».

IX

O'Higgins, que sabía sin duda conocer los hombres mejor que cualquier otro, había elegido al más aparente para ejecutar en el breve plazo que se le pedía, las reformas que era necesario hacer en el local de la escuela.

A pesar de haber tropezado Don Gabriel Alejo Vallejo con toda clase de inconvenientes para llevar á cabo su trabajo, y no obstante haber tenido que hacer casi de nuevo todo lo edificado, y con escasa gente, le bastaron ocho días para dejar terminado el edificio y la escuela en aptitud de principiar á funcionar.

O'Higgins había encargado á Vallejo que le avisara con anticipación cuando terminara sus trabajos, para sin pérdida de tiempo proceder al nombramiento de maestro, admisión de alumnos y demás preliminares necesarios hasta dejar funcionando la escuela.

El 20 de ese mismo mes de diciembre de 1788, pasó Vallejo el aviso de que en dos días más estaría todo terminado en el local de la escuela y el mismo día ordenó el presidente se pidiera al cura de la villa propusiera los sujetos que conceptuaba más idóneos para ejercer las funciones del preceptorado.

Á continuación se publica el informe de Vallejo y el decreto del presidente O'Higgins:

Informe de Vallejo

«Muy ilustre señor Presidente Don Ambrosio O'Higgins de Vallenar: Por decreto del catorce del presente se sirvió Usía hacerme el honor de encargarme la formación del patio delineado

para la nueva escuela, y la refacción de la pieza destinada para ella, y habiendo puesto estas obras en conclusión y encontrándome con que el techo de la referida pieza estaba inutilizado y ruinoso en todas sus partes por la corrupción de la madera de que se componía, tuve que solicitar otras nuevas y emprender una obra nueva en cuanto á ésto, que me ha dilatado más que lo que lo que yo hubiera querido, á causa de la escasez de oficiales con que practicaba. Sin embargo tengo el gusto de comunicar á Usía que, según mis cómputos, podré poner este asunto en estado de poder ser útil y de servicio el día veinte y dos inmediato en que creo habré concluido con el patio, escuela, y cuarto de habitación del maestro, en cuya consecuencia Usía podrá deliberar, y providenciar lo demás que convenga á este útil establecimiento.--Dios guarde la importante vida de Usía muchos años. Copiapó y diciembre veinte de mil setecientos ochenta y ocho.-Besa la mano de Usía su más atento súbdito-Gabriel Alejo Vallejo».

Decreto del Presidente

«Copiapó, 20 de diciembre de 1788.

«Agréguese esta carta al expediente de la materia y con ella se pase en el día al cabildo para que precediendo información del cura y vicario de la villa, y oyendo su dictamen, me proponga tres sujetos de los que le parezcan más idóneos para hacer recaer en uno de ellos el nombramiento que he de hacer de maestro de esta escuela: procurando evacuar esta deligencia con toda anticipación para en vista de ella providenciar lo que resta por proveer para verificar la apertura de este establecimiento en el próximo día veinte y tres.- O'Higgins.-Doctor Rosas.— Varela».

X

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pesar del apremio del presidente, el cabildo sólo pudo reunirse el día siguiente y el informe del cura no pudo hacerse hasta el subsiguiente.

Contra todas las dulces esperanzas acariciadas por Don Manuel Saravia y Cárdenas, no ocupó él el primer lugar en la terna, Profundamente horido con este desaire, abandonó por completo sus pretensiones; pero continuó aún por algunos años ejerciendo

libremente el profesorado en la villa, y en su escuela llegó á contar como alumnos á los hijos de las familias más pudientes de Copiapó.

El informe del cura, tal como él iba concebido, es el siguiente:

«Copiapó y diciembre 22 de 1788.

<En cumplimiento del superior decreto de Usía que antecede al margen digo que los sujetos que he hallado más á propósito para la enseñanza de la juventud, son los siguientes: Don Gregorio Huerta, Don José Urrutia y Don Manuel Saravia; bien entendido que para que á este último se le entregue dicho cargo es preciso que se le obligue á que traiga á su mujer para que haga vida maridable con ella.-Doctor Infante.-López».

Como se vé, la situación de las relaciones domésticas de Saravia no fué pequeña parte á impedir el logro de sus anhelos.

El propuesto en primer lugar, era casi un anciano. Contaba cincuenta y ocho años; pero a pesar de ellos, era de suma actividid y alegre carácter. Era español de nacimiento; poseía bastantes conocimientos de gramática, latín, filosofía y una letra bastante aceptable para la enseñanza.

El mismo día de propuesto, fué aceptado por Don Ambrosio O'Higgins, quien expidió el siguiente decreto, nombrándolo maestro, señalándole sueldo y citando para la apertura de la escuela:

«Copiapó, 22 de diciembre de 1788.

«Vistos los informes que anteceden, conformándome con el dictamen de preferencia que contienen en favor de Don Gregorio Huerta, le nombro por maestro de escuela de primeras letras de esta villa, con el sueldo anual de ciento veinticinco pesos, por ahora, consignados en el fondo destinado para esta obra: I procediéndose desde luego en el día de mañana á hacer su apertura, con la posible solemnidad y concurso, se me avisará de la hora en que este se formalice para presenciar yo aquella diligencia, y fecho se remitan estos autos en la primera oportunidad al Señor Regente de la Real Audiencia de este reino para los fines que se expresaron en el decreto de 14 del presente.-O'Higgins.-Doctor Rozas.-Varela».

XI

No quedaba ya nada por hacer. Al día siguiente á las diez de la mañana se llevó a cabo con toda solemnidad la apertura de la escuela, asentándose en el libro del escribano de gobierno una partida que daba fé de haberse llevado á cabo esta ceremonia.

Como esta partida proporciona todos los detalles exigibles para darse cuenta cabal del acto, se reproduce, tal como aparece en el expediente mencionado:

Fe de apertura de la escuela de Copiapó

«En la villa de San Francisco de la Selva de Copiapó, en veintitrés días del mes de diciembre de mil setecientos ochenta y ocho, noticiado el muy ilustre señor Presidente por el Cabildo de esta villa hallarse juntos bajo el portal de la casa de Ayuntamiento, porción considerable de niños, conducidos á aquel lugar por el maestro Don Gregorio Huerta, á efecto de ser dado á reconocer por su preceptor, pasó su señoría allí mismo acompañado del asesor general de esta visita, doctor Don Ramón Martínez de Rozas, y enterado de que estaban presentes hasta ochenta muchachos, y que concurrirían otros muchos á recibir la enseñanza que ofrecía este establecimiento. Después de haber hecho su señoría un oportuno razonamiento al maestro, sobre sus obligaciones y destino y encargándole principalmente cuidase de instruir á aquella juventud en los principios de la religión, obediencia y respeto al rey y la conveniente y necesaria subordinación á los jueces para for. mar con estos fundamentos buenos y útiles vasallos al Estado, se concluyó esta diligencia y se me mandó sentarla para que en todo tiempo conste. En su cumplimiento doy fe de ello; fecha, ut supra.

«Ignacio de Andía y Varela, Escribano sustituto del mayor de gobernación y guerra».

La escuela pues quedaba establecida y bajo un lindísimo pié, puesto que se inauguraba con toda pompa y contaba entre sus alumnos, desde el primer día, ochenta muchachos.

El presidente O'Higgins había llevado á cabo en trece días, lo que llevaba ya veintitrés años de esfuerzos inútiles. Este sólo hecho bastaría por sí sólo para hacer la apología de este hombre y de su gobierno, que fué una verdadera obra de reacción contra la calma é inacción que caracterizó la época colonial.

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