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En su visita por el territorio chileno, O'Higgins fundó no sólo las escuelas citadas de Rancagua, Alhué y Copiapó sino otras varias de que no se conservan documentos; crigió cárceles y hospitales en varias ciudades y creó algunas villas, entre otras las de San Ambrosio de Vallenar, Santa Rosa de los Andes, San José de Maipo, San Francisco de Borja de Combarbalá, Nueva Bilbao, (hoy Constitución) el Parral, etc.

Sus trabajos en la capital son aún recordados de todos. Él hizo construír los tajamares del Mapocho, adelantó los trabajos en el palacio de la Moneda, mejoró los caminos públicos, especialmente el carretero entre Santiago y Valparaíso, é inició el enlozado de las aceras de la capital, casi intransitables antes de su llegada.

XII

Apenas habían trascurrido ocho años desde la fundación de la escuela de Copiapó, cuando llegó á este reino la noticia de haberse desaprobado por el rey la aplicación de bienes hecha para su sostenimiento. Fundado en la pobreza del real erario, el Consejo de Indias había creído necesario suprimir los servicios que no fueran absolutamente indispensables, con el objeto de atender con esos bienes á las obligaciones que gravaban la corona.

Entre estas contábanse las pensiones que el rey había acordado á los jesuítas expulsos, que vivían en algunas ciudades de la Italia y se sostenían con ellas. Si no era ésta una obligación apremiante, fué por lo menos la disculpa que dió el Consejo para suprimir casi todas las asignaciones acordadas á favor de los establecimientos de enseñanza. Esta misma medida estuvo á punto de ocasionar la clausura del Convictorio Carolino, recién establecido en la capital, y que se sostenía con bienes de las temporalidades de los jesuítas.

Á continuación va el decreto transcrito al presidente de Chile, Don Gabriel de Avilés, por el obispo de Salamanca, secretario del Consejo:

«Señor Presidente de Chile:

«Siendo Presidente de este reino Don Agustín de Jáuregui, en carta de 30 de septiembre de 1774, dió cuenta con expediente al Consejo Extraordinario que por auto de esa Junta, Superior, de

28 d junio de 1773 se determinó entre otras cosas que un solar y ciertas tierras correspondientes á la casa residencia de la villa de San Francisco de la Selva, que los regulares expulsos tenían en la provincia de Copiapó se vendiesen á censo de cinco por cien. to para dotar con su producto la plaza de un maestro de primeras letras en dicha villa, reservándose la aplicación de las demás fincas.

«Posteriormente el antecesor de V. E. Don Ambrosic O'Higgins en carta de 21 de septiembre de 1789, me ha instruído con testimonio de que á consecuencia de la reserva que en aquel acuerdo se hizo, la junta había resuelto en 17 de abril, del mismo, que sobre mil y cien pesos de capital que produjeron en venta las fincas adjudicadas en el año de 1773 se aplicasen todos los capitales restantes de las demás haciendas de la casa residencia que importaban 4,746 pesos y que lo que faltaba hasta completar 6,000 que considera necesarios para la dotación del maestro y subsistencia de la escuela, le supliese con parte de los réditos devengados por uno de los capitales mismos.

«Enterado de todo y á consecuencia de lo resuelto por S. M. en varias reales órdenes, he determinado se suspenda por ahora enteramente el efecto de la aplicación de las referidas cantidades para la subsistencia de la escuela y que se recauden sus réditos por el administrador del ramo como se lo prevengo con esta fecha para que los remita á España á fin de atender con ellos el pago de las pensiones alimenticias de los ex-jesuítas y otras cargas preferentes de las temporalidades.

«Se servirá V. E. comunicarlo á la junta para que tome las disposiciones necesarias á su puntual cumplimiento; recordándole la necesidad urgente en que se halla el ramo de que no se le recargue con más gravámenes que aquellos que sean claros y positivos y que además tengan la circunstancia de haberse cumplido expecíficamente por los regulares según la última visita de sus provinciales, como se previno en real orden de 15 de marzo de 1790. -Dios guarde á V. E. muchos años.

FELIPE, Obispo de Salamanca».

Madrid, 20 de agosto de 1796».

Felizmente la institución había echado ya en el pueblo hondas raíces y el cabildo acordó seguir pagando de sus fondos el sueldo del preceptor y costear asimismo los otros gastos que demandase la escuela.

Á Don Gregorio Huerta sucedió en 1799, un antiguo discípulo de Don Manuel de Saravia y Cárdenas nombrado Don Cayetano Palacios. En 1807 regentaba aún la escuela de Copiapó, y en ese año solicitó del cabildo los fondos necesarios para cambiar el mobiliario de ella, que, probablemente con la acción de los años, ó el perjuicio consiguiente á su destino, estaría ya destruído.

El cabildo le dió ciento cincuenta y seis pesos, que era la suma que él solicitaba. En este tiempo contaba la escuela con setenta y ocho alumnos de primeras letras y dieciséis de gramática y latinidad.

CAPÍTULO XIII

ESCUELAS DE VALPARAÍSO

SUMARIO.-I. Establecimiento de los jesuítas.-Su escuela.-II. Los domínicos les suceden en la enseñanza.-III. Las temporalidades de Valparaíso.-Solicitud de los vecinos.-IV. El obispo Alday.-Informes del cura y del gobernador de puerto.-V. Auto de aplicación de las temporalidades.-VI. Reclamo de los domínicos. --Notas del provincial de la orden y del prior de Valparaíso.-VII. El cura Corvalán y Chirinos solicita se abra escuela pública. -Su nota al presidente Jáuregui.—VIII. Se le comisiona para preparar el local.—Cuenta que rinde.— IX. Apertura de la escuela.-Certificados.-Últimas noticias.

I

Hasta 1767 la enseñanza pública primaria en Valparaíso hízose exclusivamente en la casa residencia de los jesuítas. Á más de éstos, no había sino uno que otro sacerdote que privadamente tomaban á su cargo los hijos de alguna familia para hacerles aprender á leer, escribir, contar y rezar.

El establecimiento de los jesuítas en Valparaíso, databa desde el año 1724, en que, habiendo el vice-provincial, padre Antonio Sancho Granado, comisionado á los padres Antonio María Fanelli y Antonio Salvá, para que fueran á ese puerto con el objeto de dar algunas misiones, compraron una propiedad y fundaran ahí su convento.

Esta compra la hizo el padre Fanelli sin tener que dar un centavo; fué toda ella á censo, á favor del cura del puerto, que lo era Don Francisco Aldunate, grande amigo de los jesuítas, el que cedió íntegro el censo á la Orden, guardándose sólo la obligación de decir las misas. Otros muchos benefactores vinieron luego á completar la obra del cura Aldunate, entre éstos los vecinos Don Miguel de los Ríos, Don Juan Antonio Longa, Don Esperanza Urbina y por último aquel mismo Don Nicolás de Barrionuevo,

que dejó en su testamento 10,000 pesos para que se fundase uva escuela pública en Copiapó.

Los jesuítas por su parte, pagaban con creces esta buena voluntad de los vecinos; pues apenas quedó edificado su convento, abrieron en él escuela gratuita, y hacían dos veces por semana lecciones de catecismo en su iglesia á todos los habitantes, sin distinción de clases, edades ni sexos.

Á la fecha de su expulsión poseían los jesuítas en Valparaíso, á más de su convento, una casa de ejercicios, y las haciendas de Viña del Mar, las Palmas (el Salto), Limache y San Pedro, para subvenir á los gastos de su subsistencia, de sus misiones, ejercicios, escuelas, etc.

Hoy día esas haciendas valen millones de pesos; pero en aquel entonces eran terrenos incultos, de escasísima producción y que casi exclusivamente se destinaban á la crianza de ganados.

La escuela contaba en esa fecha con más de cuarenta alumnos y había dado en los pocos años que llevaba de existencia (1725-1767) un resultado no despreciable, pues de sus alumnos, muchos alcanzaron á ingresar en el sacerdocio, otros siguieron alguna profesión y otros, sólo con la enseñanza recibida allí, supieron como manejarse en el comercio y en la vida social de la colonia; quien sabe, aún, cuántos infelices, escaparon al crimen merced á esa enseñanza.

II

En octubre de 1767 el provincial de Santo Domingo, fray Clemente Venegas, solicitó del presidente Don Antonio Guill y Gonzaga se le cediesen los conventos y casas que los jesuítas, recién expulsados, tenían en Valparaíso, Quillota y Talca. Ofrecía en cambio de esta cesión á su orden, establecer en cada una de estas villas una escuela en que se enseñase la lectura, escritura, cuentas y religión.

Guill y Gonzaga pidió informe al Fiscal de la Real Audiencia, antes de resolver tan delicado asunto, y éste dió el que se transcribe en seguida:

«Señor Presidente, Gobernador y Capitán General:

«El Oidor que hace oficio de Fiscal en vista de la representación

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