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quinientos pesos á que está afecto dicho colegio á favor de los consabidos, haciéndose igualmente cargo dichas temporalidades de los seis mil pesos á que están afectas las bodegas de nuestra fundación, cuyo rédito pertenece á este convento grande de Santiago, lo que de ninguna manera podrá ceder el expresado convento por no serle facultativo, no digo á nuestro muy reverendo padre maestro prior provincial de esta provincia; pero ni aún á nuestro reverendísimo padre General, lo que no deben atribuír SS. SS. á tenacidad en nosotros, por constar esto de varios capítulos de nuestra constitución á que se agrega las muchas leyes penales que tienen los prelados actuales, que contravinieren á la fracción de dichos decretos siendo uno de ellos el de suspensión de oficio y excomunión mayor ipso facto incurrenda para evitar por este medio el que no decaezcan los fondos que tienen dichos. conventos para su congrua sustentación.

«De todo esto resulta como cosa muy necesaria el que se nos adjudique alguna hacienda ó igual equivalente á lo que efectivamente cedemos, para que con sus productos pueda conservarse dicho convento y llenar sus religiosos aquellos destinos ú ocupaciones á que fueren destinados según la mente de SS. SS. y piadosas intenciones de nuestro soberano, cuyo lasto dele suponerse efectivo aún en caso negado de no verificarse en nosotros la expresada adjudicación de dicho colegio é iglesia, no sólo por lo que respecta á sus reparos, sino en pagar maestros que se dediquen á la enseñanza de la juventud, cosa necesarísima en aquel lugar, por no haber sujeto en él que le estimule la caridad á tan santo ejercicio, cuya preferencia parece muy de justicia en caso de que se haya de establecer ésto, el que la tengamos nosotros, así por la posesión que tenemos en este ejercicio, como por los méritos contraídos, enterado de que toda la dificultad y repugnancia en adjudicarnos el expresado colegio nace en USS. de la real cédula de S. M. (Q. D. G.) en que ordena á sus fieles ministros no se hagan nuevas erecciones de conventos en aquellos que quedaren por los regulares expulsos, no me parece verificarse en el presente caso, respecto de que há más tiempo de treinta años que se fundó en dicho puerto el expresado mi convento, por lo cual se verifica un mero traspaso de un sitio á otro en un misino lugar ó pueblo y aún cuando esto se entendiese que sólo se diesen los expresados colegios de los regulares expatriados, permutando los nuestros por aquellos, debe entenderse sólo de lo material de sus edificios y

nó de sus fundos con que subsisten, y como éste resulte del mismo sitio, como son productos de bodegas, aguadas de navíos, arrendamiento de sitios y de la huerta; cediendo unos debemos forzosamente ceder el todo; lo que nos aprovecharía muy poco el quedar con casa y sin ningún subsidio para nuestra conservación y subsistencia, por lo que me parece conforme à equidad y justicia' que cediendo nosotros todo lo que poseemos se nos adjudique é igualmente no sólo el colegio é iglesia con todos sus muebles que la adornan, sino también aquellos proventos pertenecientes al expresado colegio y entonces se vería verificada la verdadera permuta, como igualmente los piadosos fines de nuestro soberano, verificándose en un mismo día, no sólo la enseñanza de la juventud, sino á muy poca ó ninguna costa eregido el hospital que tanto se desea en un lugar por todas sus circunstancias el más sano, el más alegre, el más abundante de aguas en el verano lo que nunca se ha verificado falte allí aún escaseando en todo el lugar, cosa muy necesarísima para que se conserve con aseo dicho hospital.

«La utilidad de nuestra solicitud no es otra que la del interés del bien espiritual de aquellos vecinos por el sumo amor y aprecio que allí se tiene á mi religión por el aumento de la frecuente devoción del santísimo rosario, la que se logra generalmente por las proporciones del lugar en que está situado el expresado colegio, de que un puerto de mar de numeroso vecindario necesita para no contraer aquellas impresiones viciosas y desordenadas de la marinería y no hay duda que si faltase la exhortación evangélica, la explicación de la doctrina cristiana, y la medicina espiritual que radican los vicios é infunden el santo temor de Dios, sería consiguiente el desorden y total olvido de su salvación y más en un lugar donde no se oye tan amenudo la palabra de Dios á que se agrega la propagación de la doctrina tomística tan recomendado por nuestro soberano; y si de poner á otros preceptores sería de un costo considerable en la paga de sus salarios en los religiosos no sólo se logrará la enseñanza sino el benéfico auxilio del pasto espiritual y demás edificación cristiana á que nos promueve nuestro sagrado instituto, no teniéndose á cosa extraña dicha adjudicación por haberse ya visto hechas muchas de esta naturaleza en todo el reino del Perú, las que se han visto igualmente aprobadas de nuestro soberano, como tan deseoso de que se inviertan dichas temporalidades á favor de sus vasallos y de

que se llenen los huecos que ocupaban aquellos, por lo que, hablando con el respeto y veneración debidas, á USS. suplico se sirvan de admitir esta mi presentación teniéndola presente al tiempo de la desición de esta materia, suplicando igualmente se determine con la mayor brevedad por instar el tiempo de dichos reparos ó bien del expresado colegio ó bien de continuar la obra de mi convento que tengo emprendida y suspensa por la presente hasta la desición de esté asunto que todo será gracia y merced que con justicia espero de la benignidad de US., etc.

Fray Antonio Galiano, Prior.

Santiago, 6 de septiembre de 1775».

VII

Las exigencias, pues, de los padres domínicos eran exajeradas. Era efectivo y notorio el estado de ruína completa á que estaba reducida la casa que fué de residencia de los jesuítas; al paso que los padres de Santo Domingo empezaban á edificar la suya.

Esta proposición hecha á los domínicos había sido motivada por una nota que pasó el cura de Valparaíso, Dr. Don Clemente Corvalán y Chirinos, al presidente del reino, haciéndole ver el estado deplorable de la instrucción en ese puerto y la necesidad que había de arbitrar algún recurso que permitiera establecer allí una escuela.

La carta del Dr. Corvalán decía así:

«M. I. S. P. Don Agustín de Jáuregui:

«Con motivo de mi ministerio y lo que me ha mostrado la experiencia en el tiempo que llevo de establecimiento en este puerto; he notado el lamentable estado en que se halla la enseñanza de la juventud por lo que mira á primeras letras; de suerte que á excepción de tal cual religioso que se dedica á tomar á su cargo tres ó cuatro niños para dicho fin, no hay otro auxilio ni medio para que los muchos que tiene este vecindario, siendo la mayor parte de gente pobre, logren tan preciso é importante beneficio; por lo que he tenido por conveniente poner en la superior atención de US. tan piadoso y grave asunto y aunque considero á US.

sobradamente impuesto de las intenciones de nuestro soberano, por lo respectivo á aplicaciones de temporalidades y de que los hay pertenecientes al colegio que fué de los regulares de la Compañía, espero del caritativo ánimo de US. propenda con sus grandes facultades á fin de que al menos se dote un maestro de escuela, para que se dedique à instruirles en lo preciso de leer, escribir y contar, cuya falta tanto más se divisa, cuanto se debe considerar ser éste uno de los principales puertos del reino y poblado de copioso y honrado vecindario.

Con el más profundo respeto me ofrezco, etc. B. L. M. de US. Dr. Clemente Corvalán y Chirinos.

Valparaíso, y julio 22 de 1775.

VIII

Con fecha 20 de diciembre de ese mismo año, tres meses después de la nota del prior del convento de Santo Domingo de Valparaíso, el presidente Jáuregui comisionó al mismo cura Corvalán para que procediera á hacer, con la actividad que fuese posible, las reparaciones que exigía la residencia de los jesuítas, hasta dejarla habilitada para que los padres domínicos pudieran abrir en ella una escuela pública y satisfacer así una necesidad imperiosa, reclamada por todos.

Más de seis meses se invirtieron en llevar á cabo las mejoras proyectadas; pero éstas fueron radicales y transformaron por completo la vieja vivienda de los jesuítas. Se habilitaron en ella salas para escuela, piezas para el maestro y celdas para los religiosos y se mejoró la iglesia; limpiándolo todo, arreglando y pintando de nuevo las paredes, y haciendo otras obras nuevas que se detallan en la cuenta que rindió el cura del puerto.

Para comprender la actividad de éste hay que tomar en cuenta que las obras se hicieron en un período, el invierno, en que el trabajo era difícil y largo por los continuos temporales y lluvias, y por la gran escasez de operarios.

La siguiente nota del doctor Corvalán y Chirinos dá á conocer esos trabajos en todos sus pormenores; y hace un buen elogio del prior de Santo Domingo, á quien estuvieron más directamente encomendados:

«Muy Ilustre Señor Presidente:

«El Dr. Don Clemente Corvalán y Chirinos, cura y vicario del puerto de Valparaíso en la mejor forma de derecho, digo: que por auto proveido por la Junta Principal de Aplicaciones de Temporalidades que pertenecieron á los regulares de la religión extinguida que fué de la Compañía, se sirvió US. en 20 de diciembre de 1775 con su acuerdo, comisionarme para que procediese á la refacción y reparos que necesitaba el colegio de aquel lugar, de modo que pudieran continuarse en él las funciones espirituales y enseñanza pública á que habían dado principio los religiosos del Orden de Predicadores con la calidad de solicitar sujeto de satisfacción que llevara cuenta instruída y documentada de los gastos que se fuesen impendiendo para presentarla á su tiempo con las demás circunstancias que aparecen en el estampado á fs. 127 del proceso formado en el asunto.

«En cuyo cumplimiento y desempeño de esta confianza, reconociendo la idoneidad y prendas del reverendo padre prior de aquel convento, fray Antonio Galiano, le solicité para que redujese á ejecución unas obras á que tan de veras ha propendido con el mayor celo y aplicación: y con efecto, habiéndose dedicado á ellas, me presenta la cuenta que paso á manos de US., en que van comprobadas por menor los más menudos costos y gastos de unas operaciones que han pasado por mi vista é incesante asistencia con que los he procurado promover y economizar desde el día que llegó á mis manos la providencia mediante la cual en muy pocos. meses que han corrido se vé aquella casa reparada de sus ruínas y mejorada en muchas cosas de su estado primitivo; pues á la iglesia que ya se venía abajo por momentos se le quitó enteramente la techumbre y reconocida la mayor parte de la enmaderación podrida y en punto de hundirse, se repuso de otra muy selecta, se encoliguó toda y tejó prolijamente con mezcla de arena y cal, y retocado por dentro su entablado y pilares; se ha colorido y hermoseado cuanto las aguas desfiguraron, practicándose esta misma maniobra en la sacristía, que se entabló de nuevo, y observándose lo propio en la torre cuyo chapitel con sus barandas se costearon también de nuevo como el cuarto y corredor inmediato que por haberse derrubado se levantó igualmente desde los fundamentos aprovechando no más que los pilares y algo de la tablazón antigua, según está todo de manifiesto, y á vista de aquel vecindario, que en el día aprovechándose de este imponderable

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