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rodeado de sus religiosos & quienes exhortó hasta el último instante á la perseverancia en las misiones evangélicas y defensa de los indios. El padre Zamora refiere un hecho, en su historia, que caracteriza la santidad de este varon apostólico. Dice que la noche de su muerte vieron desde sus garitas los centinelas una de las casas de la ciudad arrojando tanta luz, que juzgaron seria incendio: fueron al otro dia á ver la casa que creian quemada y hallaron que era la en que estaba el difunto obispo, que habia muerto á la misma hora en que vieron aparecer el resplandor que parecia fuego.

*

Hubo gran duelo entre las personas buenas que reconocian las virtudes de su prelado, y en particular fué muy sentido de los indios, que lo amaban como á su padre. Los religiosos le hicieron las exéquias lo mejor que pudieron en la iglesia parroquial, donde fué sepultado; porque aun no se habia erigido catedral, aunque tenia las bulas para ello, tanto por falta de ministros como por los disturbios con el adelantado.

Fué electo para ocupar la silla episcopal de Cartagena don fray Jerónimo de Loayza, de quien hemos dicho ántes, que venido á Santamarta con los primeros religiosos, y pasado á Cartagena, habia regresado á España.

Entre tanto, las quejas contra Badillo habian surtido su efecto en la corte y Heredia logró ser absuelto para volver á Cartagena algun tiempo despues. Nombróse, pues, por gobernador al licenciado Santacruz con cargo de residenciar á Badillo. Este, que no tenia nada bueno que esperar de la visita, ideó hacer alguna cosa con que granjearse un mérito que le sirviese de contrapeso en la balanza de la justicia, ó por lo méhos que obrase en el ánimo del soberano á favor suyo. Con esta idea, ántes que llegase el visitador, marchó para Urabá al descubrimiento del Dobaybe, donde habia un templo afamado por sus tesoros: al de la montaña de Avive y Guaca en el Zinú, llevando mas de trescientos hombres de tropa y muchos jefes y oficiales. Andando en estas excursiones fué alcanzado Badillo por gentes que habia mandado en su busca el nuevo gobernador de Cartagena, quienes lo trajeron preso, y conducido despues á España con el proceso, murió ántes de ser sentenciado.

Electo el nuevo obispo de Cartagena admitió el nombramiento con la condicion de que se le habian de dar seis religiosos de su órden, ornamentos, campanas y 1,000 pesos para fundar convento en la ciudad. Todo le fué concedido, y con bulas del papa Clemente VII se consagró en la catedral de Valladolid; y luego hizo ea la misma iglesia la creccion de la catedral de Cartagena, el dia viérnes 28 de junio de 1538, bajo el título de Santa Catalina vírgen y mártir, y en el dia en que la iglesia celebra la conmemoracion del apóstol Santiago. Sacó de Sevilla el señor Loayza los seis religiosos dominicanos, trayendo por su vicario á fray. José de Róbles y con los cuales entró en Cartagena en el mismo año de 38. †

El gobernador Santacruz quizó continuar la conquista emprendida por Badillo y la encargó á don Alonso de Heredia. Hecho cargo de la empresa este jefe, atravesaron la grande 'extension de territorio com-,

Historia de la provincia dominicana del Nuevo Reino, Lib. 11, c. 3, pág. 73. Fray José de Róbles, fray José de Ávila, fray Juan de Chávez y fray Juan de Zea. Se desconocen los nombres de los restantes.

prendido entre Urabá y el Magdalena. En el tránsito encontraron á los indios malebuyes que sometieron por la fuerza; y siguiendo la expedicion hallaron un puesto elevado sobre una barranca á orillas del rio, en donde fundaron la ciudad de Santacruz de Mompox, nombrándola así por ser el nombre del gobernador de Cartagena y el del cacique de aquel lugar (1539). *

En el año 1539 llegó á Cartagena el licenciado Lacerna, nombrado oidor de la nueva audiencia fundada en Panamá. Este traia comision de residenciar á Santacruz. Abrió su visita y concluidas las diligencias partió para Panamá en union de Santacruz, quedando encargado del gobierno el cabildo hasta la llegada del adelantado don Pedro de Heredia, que volvió de España repuesto á su empleo y bienes.

El nuevo obispo puso todo su conato en arreglar la disciplina eclesiástica, y prohibió á los clérigos saliesen á las conquistas á estilo militar, como hasta entonces lo habian acostumbrado muchos de ellos, para participar del botin de los indios como conquistadores y poder regresar luego á España con alguna riqueza. Desde entónces estableció, que los que quisiesen salir á las conquistas, fuesen únicamente en clase de capellanes, con el traje y maneras propias del sacerdote, y de ningun modo ejerciendo funciones militares. Dispuso la fundacion del convento de dominicanos, para lo cual donó, con obligacion de misas, el licenciado Juan Matesanos, primer dean de aquella catedral, unos solares en la plazuela que llamaban del juez, por haber tenido allí su casa el licenciado Santacruz, y que despues se llamó de la yerba. Con los 1,000 pesos librados por el rey, construyó una pequeña iglesia con vivienda acomodada para los religiosos, y de que tomó posesion, con título de prior, en 1539, el padre fray José de Robles, que la denominó de San José.

Los fundadores fueron los seis padres traidos por el señor Loayza, y los que su antecesor habia dejado en la ciudad para servir al vecindario en la administracion de sacramentos. Los que estaban en los curatos ó reducciones vinieron á juntarse con sus hermanos fundadores para celebrar aquel acto con mas solemnidad. El obispo contribuyó liberalmente. con todo lo que tenia para los gastos de la obra material y lo mismo el adelantado don Pedro de Heredia, á quien los trabajos habian enseñado á guardar mas consideracion para con los prelados, y á conocer cuánto importa fomentar la piedad cristiana en los pueblos donde se quiera civilizacion y garantías para vivir en órden y mandar en paz. Su hermano don Alonso y otros vecinos ricos de Cartagena contribuyeron tambien para los gastos de la obra, que se terminó pronto.

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De acuerdo con el adelantado y demas conquistadores, sobre los cuales tenia mucho influjo el señor Loayza, quizá no tanto por su sagrado ⚫ carácter cuanto por ser hermano del virey de Indias, dispuso la ciudad en mejor órden y forma; y arregló los pueblos de los indios de modo que gozasen de mas libertad. Dejó en el convento los religiosos necesarios para predicar, confesar y desempeñar otros ministerios de que necesitaban los vecinos, y á los demas los envió á las reducciones de Tierradentro con títulos de curas, erigiendo iglesias parroquiales con todo lo

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* Primeros alcaldes, el doctor Martin Rodríguez y Andres Zapata. Los primeros pobladores fueron dos hermanos Sedeños, Ayllon, Retas, Rentería, Juan Gómez Cerezo, Alonso de Carvajal, Villafañe, Juan Martin Uriza, Cogollos y Cano.

necesario para el culto y administracion de sacramentos. Envió otros á la provincia de Tolú que habia fundado Alonso de Heredia, los cuales debian desempeñar el ministerio de doctrineros entre los indios del Zinú.

El señor Loayza, como conocedor que habia sido desde su primera venida á Santamarta, del escandaloso abuso de los conquistadores que vendian á los indios como esclavos, trajo despachos de la corte severísimos para impedirlo. Habia solicitado y obtenido de la corte la fundacion de un colegio á cargo de los religiosos dominicanos, para educar é instruir á los hijos de los caciques y demas indios principales, no solo en la religion sino tambien en las letras y costumbres sociales. Pero tanto por falta de rentas, que segun el plan formado, debian salir de las encomiendas, como por la promocion del prelado al arzobispado de Lima, el proyecto se quedó en ese estado.

Gobernando la iglesia de Cartagena el señor Loayza, vino San Luis Beltran, religioso dominicano, de cuyos trabajos apostólicos y eminente santidad se hablará mas adelante. Su principal apostolado lo ejerció entre los indios de Tenerife, lugar fundado en 1540 por los conquistadores de Santamarta en competencia con los de Mompox, cuyo derecho reclamaron estos, y fué declarado á favor de los de Cartagena.

Al siguiente año don Pedro de Heredia, como comprendido en la concesion de su territorio, se apoderó del adelantamiento de Antioquia quitándoselo á don Sebastian de Belalcázar, á quien correspondia el de Popayan cogiendo y remitiendo preso á su lugar-teniente Jorge Robledo, que acababa de fundar la ciudad de Antioquia en ese mismo año y se dirigia á la corte á hacer valer sus derechos á aquella conquista.

*

Vacante la silla episcopal de Cartagena por la promocion del señor Loayza, tuvo por sucesor á don fray Francisco de Santamaría Benavidez, religioso jerónimo, el cual entró en aquella ciudad en 1543. Halló la diócesis en próspero estado á beneficio del buen gobierno de su predecesor; pero no fué tan feliz este prelado que gozase de la misma tranquilidad de que hasta entónces se habia gozado en Cartagena, porque al siguiente año fué asaltada la ciudad, saqueada y próxima á ser reducida á cenizas por el corsario frances Roberto Baal. Esta invasion tuvo por causa la venganza de un piloto á quien Alonso Vegines, teniente gobernador, hizo dar doscientos azotes en castigo de ciertos delitos que habia cometido. El piloto juró vengarse de Vegines y para conseguirlo se fugó de Cartagena y se fué á Francia, donde se concertó con el pirata para facilitarle, como práctico que era, la entrada en la ciudad, sin que nadie lo percibiera, dándole al mismo tiempo noticias de las muchas riquezas que poseian sus habitantes, para mas incitar la codicia del pirata, que ya se habia cebado robando á Santamarta poco tiempo ántes y reduciéndola á cenizas.

Era la víspera de Santiago apóstol, patrono de aquella iglesia, y la poblacion se entregaba al regocijo pensando en celebrar la fiesta del dia siguiente y las bodas de una hermana del adelantado, que en el mismo dia se casaba con el capitan Mosquera. Tarde de la noche y cuando todos se habian entregado al sueño, entró el pirata en el puerto; desembarcó su gente en silencio y al rayar del alba entró en la ciudad. Cuan

* Belalcázar, de los conquistadores del Perú, fundó la ciudad de Quito en 1684 y la de Popayan en 1536.

do los toques militares y ruido de guerra despertaron á los habitantes, muy lejos de alarmarse y entrar en cuidado, se regocijaron pensando que aquello hacia parte de las fiestas.

Pero poco duró la ilusion, porque luego no mas empezaron á oir que les echaban abajo las puertas á hachazos, y que los de la bulla eran soldados enemigos que amenazaban con la muerte y el saqueo. Los militares que estaban en sus casas corrieron á las armas, sin comprender qué clase de enemigos eran aquellos. El teniente Vegines fué uno de estos, y halló la muerte al salir de la puerta de su casa para la calle, donde lo atravesó con una alabarda el piloto azotado, que lo aguardaba allí para vengarse. Repartido el ejército enemigo por toda la ciudad, la confusion era espantosa, pues mientras unos daban voces de asalto otros las daban pidiendo auxilio ó huian despavoridos. La mayor parte de los militares ocurrieron á casa del adelantado, quien armándose á la ligera defendió la entrada, mientras las mujeres de su familia salian por unas ventanas á la bahía á tomar unas canoas para ponerse en salvo. Heredia logró la misma salida, y retirado al monte con otras personas, escapó de caer en manos de los invasores, como cayó su hermano que se hallaba enfermo.

Tambien apresaron al obispo don fray Francisco de Santamaría Benavidez y á los frailes dominicanos, encerrándolos en la casa del adelautado, mientras saqueaban la ciudad sin perdonar las dos iglesias, de donde se robaron los vasos sagrados y demas alhajas que encontraron. Cuando ya no tuvieron mas que saquear y trataban de irse, resolvieron incendiar la ciudad, que fué el mayor conflicto de todos. Entónces el obispo y los religiosos pidieron capitulacion y consiguieron rescatar la ciudad por $ 2,000 de oro. Este suceso dió lugar á que se emprendicsen las fortificaciones de aquella plaza para defenderla de otros asaltos.

CAPITULO III.

Sale Quesada de Santamarta con la expedicion para el Nuevo Reino-Innumerables trabajos y dificultades que experimentan-La tropa se resiste á continuar la mar cha-El padre Las Casas y el capitan Valenzuela apaciguan el motin-Suben por Opon-Llegan á la cumbre de la montaña y descubren nuevos campos y muchas poblaciones al Oriente-Llegan á Vélez á los once meses de haber salido de Santamarta-Siguen para el reino de Bogotá-Batalla de Tivitó-Tienen la semana santa en Chia-El cacique de Suba visita á Quesada,

Varios fueron los pretendientes que se presentaron al consejo de Indias, alegando sus méritos para el nombramiento de gobernador de Santamarta por muerte de García de Lerma. Uno de ellos era el gobernador de Canarias, D. Pedro Fernández de Lugo, y este fué el nombrado, con título de adelantado, por el emperador Cárlos V.

Nombró Lugo por su teniente general al licenciado don Gonzalo Jiménez de Quesada, y con gran número de capitanes y soldados desembarcaron en el puerto de Santamarta en el año de 1536. Hallaron gobernando la ciudad á Antonio Vesos, que acometido á cada instante por los indios tayronas y bondas apenas podia sostenerse no obstante el auxilio que le prestaban los gairas, duacinos y tagangas que estaban de paz y eran ya cristianos.

Tuvo el adelantado Lugo noticias de que hácia las cabeceras del rio Magdalena habia reinos muy poderosos por sus riquezas, y concibió el proyecto de descubrirlos y conquistarlos. Entre las instrucciones que se le habian dado en la corte, una de ellas era, que siempre que se tratara de nuevos descubrimientos consultara con los religiosos misioneros. Estos apoyaron el pensamiento del adelantado y se preparó la expedicion, al mando de don Gonzalo Jiménez de Quesada, para subir el Magdalena, Constaba ésta de ochocientos hombres con ocho capitanes, ochenta y cinco soldados de caballería y muchos indios cristianos. Fueron nombrados capellanes y misioneros los padres dominicanos fray Domingo de las Casas, fray Pedro Zambrano y dos clérigos, nombrado el uno Juan de Legaspez.

Salió la expedicion el dia 5 de abril de 1536, unos por tierra y otros por agua. Los primeros salieron por el centro de los chimilaes hasta Zampollon, cuyo pueblo principal era Tamalameque, donde hicieron alto esperando á los que venian por agua en cinco bergantines y dos carabelas, que no pudieron entrar por las bocas del rio á causa de una borrasca que se levantó. Los buques de la escuadra todos se dispersaron, perdiéndose un bergantin y una carabela. La otra fué á dar á la costa de Cartagena, donde pereció la gente á manos de los indios caribes de la punta de Morro-hermoso. Dos bergantines llegaron al puerto de Malambo: otro á Ancon de Zamba y el otro á la punta de Hicacos, de donde pasaron á Cartagena. El padre Zambrano, que era uno de los que iban en este buque, se quedó en el convento de aquella ciudad.

Algunos de los náufragos volvieron á Santamarta, entre ellos Hortun de Velasco, Antonio Diez Cardoso, Juan de Olmos y Luis Manjarres.

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