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tibus si semper exactus sit sermo non erit gratus. Hic ergo erit consumatus.

LAUS DEO.

Sub correctionis Santa Mater Ecclesiæ.

Don Christobal Manso de Contreras.

V

TUMULTO ACAECIDO EN LA CIUDAD DE MÉXICO EL AÑO DE 1692.

Carta escrita desde México dando cuenta de dos sucesos importantes ocurridos en este año de 1692.1

México, agosto 10, año de 1692.

Aunque ha habido algunas cosas particulares en estos Reinos de Nueva España, ya de ellos mismos, ya de las Islas de Barlovento, ya de las Filipinas, se llevan la atención dos casos acontecidos dentro de la ciudad de México, que por particulares se llevan toda la atención.

El primero fué, que hallándose en esta ciudad, conforme á las reales órdenes, el señor don Fernando Valenzuela, después de quince años menos quince días de peregrinación [tanto tiempo hubo desde el día que salió de San Lorenzo el Real hasta el de su muerte], habiendo gastado nueve años y ocho meses cabales en su encierro del Castillo de Cavite en Filipinas, en estudio de buenas letras, de que fueron efecto los libros que compuso, que son: primero, Espejo de Validos en la Vida de San Juan Evangelista; segundo, La Sophonista, en verso heroico, su metro sextetos; tercero, Conmento

I Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, Por don Martín Fernández Navarrete, don Miguel Salvá y don Pedro Sainz de Baranda (y después por otros). Madrid, 1842 -95. Tomo LXVII. págs. 395-410.

de los Macabeos, primera y segunda parte; cuarto, Discurso Pseudophilosophico; quinto, El Tirano de las Indias contra el Chocolate, y sexto, varias obras poéticas. Yestos seis tomos, sin otras muchas obras sueltas de comedias, sainetes, y letras puestas en música, que son muchas.

Salió de dicho Castillo de Cavite y llegó al puerto de Acapulco, á 18 de diciembre del año 89, y á México á 28 de enero del año 90, adonde se ocupó en perfeccionar algunas de dichas obras y hacer otras de nuevo, entre las cuales fué una comedia armónica, intitulada: Sin mudar de sentir, mudar de afecto, al casamiento del Rey Nuestro Señor, con la Serenísima Señora doña María Sofía de Noebur. En esto divertía sus cuidados y engañaba el tiempo que se dilataba el volver á España, no sin esperanza de conseguir de Su Majestad el poderlo hacer á alguno de sus lugares, donde con la quietud de ánimo y consuelo de vivir con su mujer é hijo, le hallase la muerte con sosiego espiritual.

Pero fué Dios servido de que, hallándose bueno y sano, y aun más robusto, como dos meses antes de la desgracia, día del Patrocinio de Nuestra Señora, tocándole Dios el corazón, hiciese de su mano el testamento; y desde aquel día, sobre su regular y cristiano modo de vivir, comulgaba dos veces cada semana, hasta el día 30 de diciembre del año pasado de 91, entre doce y una del día, que haciendo tiempo para comer, se asomó á una ventana, y viendo que un caballo que iba enseñan

do se resistía á entrar por una puerta, bajó, y tomando una vara, le dió algunos golpes, y siendo con extremo manso le dió una coz en el empeine, con tanta violencia que le echó de espaldas, abriéndole como cuatro dedos de herida; y aunque al principio dijeron ser milagrosa y no de riesgo, corriendo este parecer hasta el miércoles 2 de enero de este año, en que comenzó á temer, se le fué agravando su mal, y prevenido con los Santos Sacramentos, y ratificando lo que tenía dicho en el testamento hecho, y señalando por su único albacea al Excelentísimo señor Virrey Conde de Galve, murió á 7 de enero de este año, lunes, entre nueve y diez de la noche.

Estuvo hasta casi los últimos alientos con advertencia de razón, aunque, desde el jueves 3 de enero, mal pronunciaba, balbuciente, las palabras.

Embalsamáronlo aquella noche, y estuvo en un salón de la casa en que vivía hasta el miércoles nueve, adonde se hicieron altares y celebraron sacrificios por su alma. Enterróse dicho día como á las doce, en San Agustín, con cuya religión tenía hermandad; y aunque parece había indicado fuese en un hospicio que tiene dicha sagrada religión fuera de la ciudad, como tres cuartos de legua, adonde se hiciese el depósito de su cuerpo, se hizo en el convento de la ciudad, con gran concurso de todos los tribunales, religiones todas, y particulares de la ciudad, que acudieron con gran puntualidad, por ser convite del señor Virrey, que asistió con su Audiencia. El túmulo fué cuanto permitía la igle

sia, y todo de hachas de á cuatro pábilos; haciendo el oficio, cantando misa y vigilia la música de la catedral. Celebraron sus honras el miércoles 16 de enero con igual concurso y solemnidad.

Dejó en su testamento se vinculase una santa espina de la Corona de Nuestro Redentor, engastada en oro y guarnecida de diamantes; mandas de 39 reales de á ocho, á un chino que le servía, y de quien parece tenía más confidencia; y á otro chino 19 reales de á ocho, por cariño que le tenía, por haberlo criado. A los demás chinos [que su familia se componía de sólo ellos y eran muchos], dejó en recomendación á su albacea. Dió libertad á sus esclavos, que parece que eran ocho.

Lamentaron su muerte las musas mexicanas en varios metros. Este fué el fin de don Fernando Valenzuela, Marqués de Villa-Sierra, Caballerizo Mayor de la Reina Madre Nuestra Señora, y primer Ministro de España y su Gobierno, Grande de primera clase, envidiado entonces de muchos, perseguido de su misma fortuna; y cuando la esperaba menos severa y que S. M. [que Dios guarde] le permitiese pasar á España en la primera ocasión, le quitó la vida fatalidad tan inesperada, en tiempo que se hallaba de muy robusta salud y lo interior tan sano que dijeron médicos y cirujanos que asistieron á abrirle, que á lo natural podía vivir muchos años, por lo sano de los intestinos y desahogado corazón que tenía. Requiescat in pace. El segundo suceso fué el tumulto acontecido en esta ciudad de México el día domingo 8 de junio

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