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fos sobre el general Blucher y los otros exércitos prusianos, todo le fue continuando en desgracia hasta que se verificó su ruina.

Para mas acelerarla contribuyó sobre manera la expedicion que; hizo el lord Welinton por esta parte de la Gascuña y Guiena. A pesar de los atrincheramientos y fortificaciones que los franceses tenian en la orilla opuesta del rio Adur, por cuya corriente estaba á cubierto Bayona, de todos fueron desalojados, y el gran dùque de Dalmacia, despues de perder muchos hombres y cañones, y en vez de venir á ser Regente de España á nombre del gran Napoleon, tuvo que retirarse vergonzosamente ácia las alturas de Tolosa, dexando por consiguiente en disposicion de sitiar la im

portante plaza de Bayona, y que la de Burdeos fuese tomada, co-' mo lo fue, sin dilacion por las divisiones inglesas á cargo del ge. neral Bellesfort. Los rasgos de valor con que nuestros generales y soldados se portaron en estas acciones, segun los partes del mismo Welinton, no pueden ponderarse dignamente, y en historia mas difusa que la presente, se ha. rá la mas honorífica relacion.

Entretanto la venida del señor don Fernando no se verificaba, y en Madrid y otros muchos pueblos del Reyno iba tomando un' incremento terrible la division de partidos entre serviles y liberales. Estos empeñados en sostener á fuerza y sangre la Constitucion y nuevas instituciones: aquéllós por la razon contraria. Los periódicos

parece que incitaban mas á ello. El furor llegó á tanto que los liberales compusieron unas canciones que llamaban Maricas constitucionales. Las hacian cantar á los ciegos, y su objeto era tratar á los serviles como enemigos de la Patria, del Rey, y de la Constitucion sobre todo, por lo que debian morir. Los serviles viendo tal sin razon, compusieron otras que riendo probar que los liberales á pretexto de la Constitucion eran los primeros que la infringian y querian perder la nacion. En cada calle, si no en cada esquina de las principales, habia de ordinario un gran corro oyendo estas canciones y disputas, ó metido en ellas de medio á medio. ¡Que dolor no sería para los buenos é inteligentes patriotas ver

comprometida por estas vagatelas á una nacion tan generosa, y en tiempo tan crítico que en nada debia pensar mas que en asegurar su libertad y la de su Rey! El que menos temia que esto traxese, y pronto, el mas fatal rompimiento entre los mismos españoles.

Pero Dios, que si bien por sus altos juicios y nuestros delitos, permitia estos escándalos por un lado, tenia dispuestos los medios de repararlos por otros. Á virtud del referido decreto de 2 de febrero pensaron muchos que Napoleon nunca retendria con mas ahinco á nuestro don Fernando, y que aunque avanzasen por donde estaba los exércitos aliados, lo trasladaria con anticipacion á lugar mas seguro é interior. Pero sucedió al contrario, y como era de esperar.

Porque viéndose Napoleon cada vez mas acosado, apenas le quedaba otro arbitrio que dexar en absoluta libertad al señor don Fernando, para dar satisfaccion y pruebas á los aliados, y aun á la misma España, si fuese necesario, de que él deseaba con sinceridad las paces. Así por el lado que se creyó retardar la venida del señor don Fernando, la aceleró la divina Providencia. El dia 24 de marzo se anunció esta tan plausible noticia por la siguiente gaceta extraordinaria de la Regencia del jueves 24 de marzo de 1814.

Artículo de oficio.

Carta del Rey à la Regencia del Reyno.

"Me ha sido sumamente gra

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