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cion de él? ¿Con que fin nos envia en esta á la sazon habiéndole guardado cuidadosamente por seis años, que tuvo esperanzas de do minarnos con las armas? ¿Que opina en este momento nuestro Rey acerca de los ingleses que debe→ rian ser espelidos de la península se, gun un artículo del tratado? ¿Quál ha de ser la suerte de nuestros infe lices prisioneros? ¿ Quál la de los ટ que hemos hecho á los franceses? ¿Se trata de este modo á una nacion que sobre las cabezas de tan tos de sus hijos se ha eregido un trono salpicado con la sangre mas pura y española? Tiene ánimo, die ce la carta, de comenzar su viage el domingo 13 de este mes: ¿y por que le emprende por Cataluña? ¿por que han venido por esta par? te todos sus embaxadores? Que là

Regencia, continúa, prepare quanto crea oportuno para recibirle.... ¿dice acaso, si acomodándose al tenor del decreto de 2 de febrero, podrá la Regencia disponer su recibimiento? ¿Y como no hace mencion de él, y forzado por su opresor se presentará á los españoles rodeado de fuerza armada (segun nos anuncia el Procura dor) y con una corte de corrompidos traydores? esta misma Regencia encargada de la exâcta execucion de los decretos soberanos, ¿le permitiria poner el pie en nuestro territorio inundado en sangre? En quanto al restablecimiento de las Córtes, concluye esta lacónica carta, de que me habla la Regencia, como á todo la que puede haberse hecho durante mi ausencia, que sea útil al reyno siempre merece

rá mi aprobacion...... ¿Con que lo hecho por la nacion representada en Córtes necesita la aprobacion real? ¿Con que la jurada y querida Constitucion desaparecerá para siempre, si el Rey no la aprueba? ¿Con que no seremos libres, si Napoleon quiere? ¿Con que serán inútiles tantos sacrificios?

¡Españoles! nuestro Rey no es el que habla en esta carta: ¿que hay de extraño en que un astuto usurpador haga firmar quantas quiera á un inocente, que está aprisionado por él? ¡Vasallos! he aquí el distintivo con que se nos marca: he aquí el fruto de nuestra heroycidad ¡Vasallos!... tal es el hierro de los esclavos... Fernando no, Napoleon y sus satélites que viven con nosotros son los que han fraguado semejante carta."

Por este documento y ótros que pudiera insertar, podrán conocer, repito, los presentes y venideros á qué grado llegaba el furor ó frenesí de estos hombres; y qué fermentacion no habria en la ilustre Corte de Madrid, quando así se explicaban estos periodistas. Porque si como pudo suceder el señor don Fernando hubiera ratificado el tratado sin dar parte alguna á su nacion: si en virtud del mismo tratado Napoleon hubiera enviado á España al señor don Fernando, y éste despues de puesto en absoluta libertad se hubiera empeñado en observarlo inviolablemente sin contar para nada con la nacion; podria habérsele notado de inconsecuencia ó ligereza. Pero no sabiéndose hasta aquel dia mas que tenia permiso

para regresar á España; fue el arrojo mas temerario el de éste y otros periodistas propasarse á criticar, que digo, á dudar que esta carta fuese escrita por el señor don Fernando. ¿Que querian estos entusiastas declamadores por el bien de la patria y la decantada Constitucion? que el señor don Fernando hubiera dicho: españoles, voy á verme entre vosotros por un tratado hecho con Napoleon; pero no os dé cuidado, que al punto que llegue á España, le daré por tierra, y me volveré contra él? ¿ Entonces no hubieran clamado por la contraria, y dicho, ¿que hombre por no exponerse á las iras de aquel tirano y todos sus secuaces no dice, y luego hace todo lo contrario? Porque en la carta dixese que venia á hacer la felici

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