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ningun evento retrocediesen los infelices conscriptos, puso á su retaguardia los mas veteranos, y á mayor abundamiento otras columnas con numerosa artillería y órden de disparar á los que retrocediesen un paso. En un conflicto tan urgente, y que por todas partes les amenazaba la muerte, ¿que recurso les quedaba á los miserables conscriptos sino avanzar á los enemigos, aunque fuese pisando solo cuerpos de sus mismos compañeros?

Ufano Napoleon con estas victorias dió parte de éllas á la Emperatriz, como gobernadora de su grande imperio (1), y á todos

(1) Interin la campaña de Rusia, y quando se creyó tan poderoso Napoleon advertí que dexó encargado el gobierno de su imperio al senado, y tan desayrada á la Em

los franceses del modo tan ponderativo que acostumbraba, y lo mismo hizo á todos los generales, oficiales y soldados, de sus exércitos en España. Su ánimo era entusiasmar, singularmente á éstos, para que á lo menos se sostuviesen en lo interior de España, hasta que él pudiese socorrerlos y reforzarlos abundantemente. Pero le saperatriz, á esta desgraciada princesa, víctima seguramente de las angustiadas circunstancias en que se vió su padre á fines de 1809 Mas ahora que ya conoció Napoleon que podia tener necesidad del favor y las armas del Emperador de Austria, tomó este partido para congraciarse con ambos. A vista de esto, ¿qué podrian esperar tan augustos padre é hija sino haber sido tambien víctimas de la irreligion, perfidia y ambicion de aquel Tirano? Con la misma serenidad é indiferencia hubiera destronado al padre, que repudiado á la hija si hubiera tenido proporcion y llegado á creer que así le convenia para sus miras y engrandecimiento. Así no le tiene que pesar al emperador Francisco de haber vuelto sus armas, tan heróycamente contra él.

lieron vanas sus esperanzas; y aun parece que Dios quiso azotarle con sus mismos proyectos y correas; pues de aquí en gran parte ha provenido su total ruina. Porque ademas de lo que se ha insinuado que éllos se prometian volver pronto á la Corte, el autor de esta historia sabe las siguientes ocurrencias de dos sugetos fidedignos que se hallaban en Vitoria antes y despues de la batalla.

Con los cuerpos de exército que pudieron replegar llegaron á juntar en las inmediaciones de aquella ciudad de unos 60 á 709 hombres por lo menos, y eran de los mas aguerridos y disciplinados sin disputa. Así que el rey Josef y demas generales echaron sus cuentas alegres, como habian de costumbre, y teniendo por cierto

que ó los españoles no se reunirian con los ingleses, ó que, aun dado caso, serían todavía inferiores, no dudaron esperar la batalla con las esperanzas mas lisonjeras, por no decir seguridad de ganarla á todo su placer. Y así ya dispusieron perseguir á los ingleses en la retirada si no conseguian cortarlos, que era su principal intento. Para este fin dexaron al general Clausel con un buen trozo de exército entre Haro y Logroño. Y esta parece fue la verdadera causa de que no asistiese á la batalla, y de que no abasteciesen las plazas de Pamplona y S. Sebastian, como parecia regular. Para mejor conseguir sus intentos, ademas de las noticias generales que habian comunicado de las victorias y proezas de Napo

leon á los oficiales y soldados, se las dieron estos dias muy detalladas por los mismos Monitores. Y por fin concluia la proclama diciendo que Napoleon no esperaba menos proezas y victorias de sus antiguos y valientes soldados de España, que las que acababan de conseguir sus jóvenes en Alemania. Los franceses son de suyo amigos de celebrar y ponderar sus glorias. Pero los soldados de Na poleon es menester confesar que salian de juicio, por decirlo así, quando les daban un par de tragos de aguardiente, y en seguida les contaban á los infelices las victorias que con tanta heroycidad suponian habia conseguido su invencible Emperador.

Así que á virtud de estas noticias y esperanzas tan alegres,

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