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general de campanas acabaron de coronar la fiesta del dia 21 de abril en que supieron los madrileños tan plausibles é importantes noticias, reducidas á que de resultas del destronamiento de Napoleon iban á quedar desocupadas las plazas que todavía ocupaban los franceses en España: que volverian todos nuestros prisioneros, y habria unas paces generales. ¿Que de dichos y agudezas, que de sátiras é invectivas las mas graciosas no ocurrian entonces á las gentes de todas clases respecto de los Napoleones, y los miserables que quisieron y tuvieron la desgracia de seguir su abominable partido fiados en su gran poder?

Todo esto aumentaba mas en los pueblos el amor al señor don Fernando, y su deseo de verlo

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quanto antes en Madrid. Mas sin embargo los de las Córtes seguian teniendo sus sesiones, y los de las galerías concurriendo á éllas, cón la misma seguridad y satisfaccion. Y siempre firmes en que no se le reconociese por Rey hasta que en el seno del Congreso jurase la Constitucion.

Para mejor conseguirlo, y conforme al decreto de 2 de febrero, salió el Cardenal Arzobispo de Toledo, como presidente de la Regencia, con el ministro de Estado á recibir á S. M. en Valencia, entregarle de nuevo la Constitucion, y enterarle de las intenciones y decretos de las Córtes. Para aquella ciudad salió el señor don Fernando desde Zaragoza ácia el 12 de abril por la via de Teruel y Segorve, siendo cada vez mas obse

quiado y vitoreado, y muy raro el pueblo, por infeliz, en que no fuese recibido con su carro y arco triunfal, o conducido en los hombros y palmas de sus mismos habitantes.

Todo esto iba poniendo de peor humor á los liberales, que en vez de mudar ó modificar su sistema, seguian sin embargo muy empeñados en llevarlo á cabo, sin reparar en que por esto mismo irritaban á los pueblos, y los excitaban á que principiasen á desobedecer sus decretos y Constitucion, como ya se contaba de varios, y

singularmente por los que

habia pasado el señor don Fernando. Pero el mas principal por entonces fue el de Toledo. En esta ciudad se suscitó una especie de alboroto por la observâncià de la Cons

titucion y lápida de la misma. Mas no se acobardaron por esto los del gobierno, ni mudâron en nada de parecer. Enviaron tropas para contener el alboroto, y con efecto lo consiguieron. Mas entonces ya pudieron conocer que los pueblos estaban propensos á desobedecer sus órdenes y Constitucion, y que se saldrian con ella si llegaban á te-ner mas proporciona

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Ademas de la tropa que ya traia el señor don Fernando, le salió á recibir á las inmediacio'nes de Valencia el general Elío. Y despues de besarle su real mano, -le ofreció la fuerza de su exército sin restriccion ni dependencia alguna de las Córtes y Constitucion, y en suma, como á legítimo Rey de España, segun que estaba reconocido desde el año de 1808.

Casi al mismo tiempo el Cardenal Arzobispo de Toledo salió al encuentro de S. M. con el señor infante don Antonio, que por una leve indisposicion habia venido en derechura á Valencia. Por esta -vista todavía se las prometia felices el partido liberal. Pues suponia, que en virtud de las conversaciones del Cardenal, y de las órdenes que llevaba, no se negaria el señor don Fernando á las propuestas y decretos de las Córtes. Pero tambien les salió falso su modo de pensar. Porque el señor don Fernando ya en aquel acto se hizo respetar del mismo Cardenal, mandándole que le besase su real mano y reconociese tambien como á su legítimo Rey, sin dependencia de las Córtes y Constitucion, Al mismo tiempo concu→

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