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las batallas de Lutzent y Bautzent se vieron en precision de conve nir en un armisticio, y de entrar en negociaciones de paces, que de haberse verificado, habrian sido seguramente las mas fatales: prime ro parà la España, por quedarle libertad al tiranó de dirigir contra élla todas sus fuerzas, segun ya tenia ideado; y luego contra toda la Europa.p

Referidos, aunque tan sucintamente, estos gloriosos y mas principales sucesos militares, volvamos á contar los políticos de Madrid reducidos casi á que principiaron á publicarse algunos periódicos á imitacion de los de Cádiz, como el del Ciudadano, el Patriota yel Amigo del Pueblo, todos respirando por la libertad civil, nuevas instituciones, y singularmen

te por la tan decantada Constitu cion, y la suma justicia y sabiduría en haber extinguido la inquisicion. Bien al reves del titulado la Atalaya de la Mancha que publicaba el monge gerónimo Fr. Agustin de Castro. Éste, pues, á pesar de sus émulos, siempre respirando por nuestra religion, patria. y Rey, procuraba contener la demasiada licencia que los otros se tomában á virtud de la ilimitada libertad de imprenta. Con esto llegó á tomar tambien en Madrid un fomento extraordinario el espíritu de partidos, y al punto se dividieron, como en Cádiz, en serviles y liberales. Éstos pretendiendo que era la verdadera reforma la ideada por éllos; pues querian el mayor bien de la patria, y sobre todo del pueblo, que hasta enton

ces no habia hecho mas que sufrir, pagar y ser en buenos términos un miserable esclavo. Aquéllos por el extremo opuesto decian que era justo se hiciesen las mejoras y re formas convenientes en todas clases del estado, y que éstas no debian rehusarlas siempre que fuese para aliviar al pueblo. Pero que introducir de repente tantas no vedades sin preparar los ánimos y persuadirlos, era dividir mas á los pueblos, que consolidarlos y reunirlos en tiempo tan crítico y oportuno; que no se debia pensar mas que en abastecer bien nuestros exércitos, lanzar enteramente á los franceses de la península, y rescatar á nuestro Rey. ¡Terrible compromiso para esta desgraciada nacion! Y lo peor es que fue tomando tal incremento, que so

las estas circunstancias pudieron sumergirla en el lastimoso estado de la anarquía, y una guerra civil entre los mismos españoles.

En el tomo anterior anuncié que la extincion del tribunal de la inquisicion se supo en Madrid quando los franceses no pensaban desocuparlo. Así aun quando fue sensible para los juiciosos, por entonces no pásó á mas. Llegó el tiempo y caso que lo evacuaron, y una de las órdenes mas estrechas, que se conoce traxo el gefe político, fue la de hacer publicar en las parroquias, y desde el púlpito en uno ó mas dias de fiesta el célebre y tan ponderado manifiesto de las Córtes sobre la suprėsion de la inquisicion en la forma antigua, para probar la justicia de su

determinacion. Pero como en Madrid concurre poca gente á la misa mayor de las parroquias, no se hizo tanto alto ni caso sobre este suceso hasta que se publicó el referido manifiesto en la gaceta de 25 de junio.

Esta publicacion proporcionó á todos su lectura, y de aquí provino que el que menos quisiese hablar y disputar sobre el particular. Únos decian que con efecto era justa la determinacion de las Córtes, y que no habian quitado sino mudado la inquisicion: ótros por el contrario; mas aunque esto exâsperó y dividió bastante los ánimos, por entonces no pasó á mas en Madrid. Bien al reves en otros muchos pueblos y obispados. Resistieron vivamente el tal decreto y manifiesto sus obispos, curas y vi

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