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que las que probé en mis comentarios y principios de esta historia, parece que solo podia ser cometido por un hombre, ó mejor un monstruo (tal como despues hemos visto que era Napoleon) sin Dios, ley ni conciencia, ni aun aquellos sentimientos que inspiran la naturaleza y la religion. Y con esta fama tan sumamente mala no corria por decontado entonces Napoleon, al menos entre los españoles. Y así no es extraño que cayésemos en el lazo que nos armaba con tan solapada perfidia é irreligion aquel Tirano. Por tanto, habiendo despues violado todas las leyes divinas y humanas habiéndose burlado de las palabras y ofertas mas sagradas y solemnes, estábamos en el caso de que si, por una fuerza tan vil y traydora, y unos medios tan baxos y alevosos habia invadido la España y confinado á su Rey, ni éste ni aquélla tenian obligación de cumplir con él tratado alguno, interin que no se viesen otra vez en

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absoluta libertad para hacerlo y cumplirlo. Y así aun quando el señor don Fernando, y aun el mismo gobierno español hubieran hecho con Napoleon otro tratado aun mas perjudicial á la España, en haber tenido luego libertad se le hubiera respondido "que solo hace ley la fuerza mientras dura"; y que habiendo sido esta la causa de tan injusto convenio, no habia obligacion á cumplirlo. Digo que estas solas reflexîones eran bastantes para excusar y vindicar al señor don Fernando en la celebracion de este tratado, y mucho mas habiendo dexado pendiente su ratificacion del consentimiento del gobierno español. Mas puesto ya en el caso, y recien cortada la pluma, quiero dar á este suceso la última mano con recordar otro, que, apli cado al nuestro, no tiene á mi parecer réplica. Es sabido que Francisco I rey de Francia cayó prisionero del exército del gran Carlos V en la batalla de Pavía, y que de re

sultas fue conducido como á tal á Madrid. No es del caso repetir todas las aventuras y estratagemas que sucedieron, y de que se valieron para sacarle de la prision su madre y hermana, y todos los franceses, por cuya razon se hacia mas agravante y costosa la consecucion de su libertad. Y vamos al caso. Él habia sido hecho prisionero sin dolo alguno, y segun las leyes de la guerra. De aquí provenia que debia cumplir los tratados y cesiones que ofreciese para lograr su rescate, como en efecto lo consiguió en virtud de dichos tratados y cesiones. Mas sin embargo de haberlos ofrecido cumplir con juramento solemne ¿que sucedió despues? Que puesto en libertad y entrado en Francia', tanto el rey Francisco como todos sus franceses al punto dixeron que no estaban obligados ni debian cumplir los tratados, porque no habian tenido la suficiente libertad para hacerlos. Pues con quanta mas razon hubiéramos podido decir lo

mismo ahora los españoles y nuestro Rey á Napoleon y todos los franceses, y aun haberles dado en cara y convencídoles con estos mismos testos? ¿Los emperadores de Rusia y Austria, y el rey de Prusia no han hecho durante esta revolucion algunos tratados poco ventajosos, por no decir degradantes, con aquel Tirano? Aun despues que internaron sus exércitos en Francia, no le ofrecian todavía el imperio de la Francia como estaba á los principios? Si pues estos monarcas puestos en libertad y con fuerzas respetables, todavía concordaban con aquel cruel Tirano por no exponerse á perder todo su imperio, ó á que se derramase mas sangre, ¿que querian estos declamadores que hiciese un Rey joven, aprisionado tan sin razon, ignorante del estado de su nacion, ó quando le decian que era el mas infeliz por estar sumergida en los horrores de la anarquía? Lo que debieron admirar es como no entró con

todas, é hizo cien tratados á trueque de verse libre; pues á lo menos la política sencilla del pueblo español esto decia: Que debia pagarle en y con su misma moneda; para dar á entender, que aunque ofreciese en Francia por la fuerza, no debia cumplir puesto con toda libertad en España.

Oficio quese le pasó al autor para publicar la obra baxo el presente plan.

"S. M. ha visto la dedicatoria y prospecto que vm. le ha presentado de la Historia razonada de los principales sucesos de la gloriosa revolucion de España. Y me manda decir á vm. es de su real agrado que la dedique y publique baxo el mismo plan y prospecto que le ha presentado: lo que participo á vm. para su inteligencia, gobierno y satisfaccion. : Dios guarde á vm. muchos años. Palacio 23 de setiembre de 1814. Lardizabal. Señor Don Josef Clemente Carnicero."

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