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en Vitoria á fines del mismo julio. Para mejor conseguirlo alentó, exhortó, proclamó y entusiasmó de mil modos ás los oficiales y soldados, asegurándoles por último, que esta era la órden terminante del gran Napoleon, y que su mayor gloriassería enviarle á decir que la tenia cumplida al pie de la letra; pues él, como general, por su parte estaba resuelto á la victoria ó la muerte, cuyo exemplo esperaba que imitasen los demas soldados para merecer el au gusto título de franceses. ››

Con todas estas fuerzas y preparativos y mas de 40 cañones, emprendió su expedicion por los pasos de Mayan y Roncesvalles el 25 de julio. Em éllos estaban apostados nuestro famoso general Morillo y otros varios de dos aliados

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con sus respectivos cuerpos. Y al punto se trabó la pelea, que fue de las mas sangrientas que se han conocido. Mas al fin, resueltos Dalmacia y sus compañeros á salirse con su intento, no economizaron la sangre de sus infelices soldados. Y á puro avanzar, y en tanto número, consiguieron hacer retirar á los nuestros en dicho dia 25 y siguiente hasta el pueblo de Hugarte, no distante mas que una legua de Pamplona. ¡Terrible lance pudo ser este para el lord Welinton y la España! Pero al fin aquel gran general para reparar su falta corrió con tanta celeridad,

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que estuvo en poco no caer en manos de los franceses.

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Mas por dicha, libre de tan grande peligro, consiguió contener al enemigo en todo el dia 27,

de manera que quando el 28 emprendieron los franceses el ataque general y mas desesperado para llegar á Pamplona, ya lord We, linton habia reunido todas las fuerzas posibles y distribuídolas de manera que por mas ataques y es fuerzos que dieron é hicieron los franceses, no pudieron romper nuestras líneas y posiciones. Cinco ataques y cargas dieron á la bayoneta, y contra todas se sostuvieron los españoles, ingleses y portugueses. Viendo una resistencia tan heróyca los generales y oficiales franceses, y que sus soldados se resistian á avanzar otra vez, se apearon varios de sus caballos, tomaron las mismas águilas, y algunos hasta los tambores, para animar á los soldados y conducirlos de nuevo á la batalla. Mas

fue todo en valde; porque al paso que éllos estaban cada vez mas acobardados, los nuestros mas firmes y reforzados. Y así aunque el 29 todavía atacaron el cuerpo del general Hill, tampoco consiguieron ventaja alguna; y quando en la mañana del 30 recelaban los nuestros que volverian á ser atacados sucedió al reves. Pues vie→ ron que se retiraban los franceses, por cuya razon el Lord mandó atacarlos, y con fruto, en su retirada, y se les hicieron y cogieron muchos prisioneros, víve res y cañones. Segun los partes, aunque nuestra pérdida fue muy considerable, lo fue mucho mayor la de los enemigos.

Así quando el gran duque de Dalmacia pensaba hallarse triunfante en Vitoria, vióse rechazado

y obligado á retirarse á las fronteras de Francia con la mayor pérdida é ignominia. El Lord en el parte que dió al gobierno espa ñol, y se insertó en la gaceta de 26 de agosto, hizo particular mérito de varios generales ingleses y portugueses, y de los españoles Morillo, Labisbal, España, y singularmente de los regimientos de Pravia y del Príncipe, que fueron invencibles en los crueles ataques á la bayoneta. Diéronse varias relaciones de estas famosas batallas en los periódicos y gacetas; pero cotejadas con la del lord Welinton vienen á decir en substancia lo que se ha insinuado con la precision que exige esta historia.

Escarmentado el Lord con una ocurrencia tan grave, sitió de nuevo, y con mayor rigor, las pla

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