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zas de Pamplona y S. Sebastian, y fortificó en quanto le fue posible, las entradas de los Pirineos para quitar al enemigo la esperanza de otra segunda invasion. Pero el pensamiento de Dalmacia y de Napoleon no fue desistir de ella. Y aunque en el mes de agosto permanecieron pasivos, al parecer, unos y otros exércitos, Dalmacia se estuvo preparando para socorrer á S. Sebastian por la parte de Irun. Para lograr esta empresa (que de haberse verificado tambien hubie ra sido de las mas fatales á la España) arregló y reforzó de nuevo su exército, y lo dispuso de modo que dexando fuerzas suficientes para contener á los nuestros en los pasos y desfiladeros desde Pamplona á Francia, todavía le quedaron de 18 á 203 hombres dis

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ponibles para hacer su agresion y acometida por el punto de Irun. Pero estaba para defenderlo nues tro valiente general don Manuel Freyre con su exército, y lo hizo con tal bizarría y tino, que tambien fueron rechazados los orgullosos franceses. Diéronse tambien varias razones de esta famosa batalla; pero lo mas preciso de la que dió aquel ilustre general al lord Welinton vale por todas en mi concepto, y merece insertarse aquí, pues dice así:

Parte del señor general en gefe del quarto exército al Excmo. Sr. duque de Ciudad-Rodrigo.

"Excmo. Sr.: El 31 del mes próximo pasado al amanecer pasaron los enemigos el Bidasoa en

fuerzas por los vados delante de la cañada de Soroya, haciendo replegar nuestros puestos avanzados: se reunieron y formaron sus masas en un cerro pequeño de esta parte, inmediato á la orilla del ⚫rio, protegidos por sus cazadores

y artillería, y despues de un vivo fuego de guerrillas, empren dieron el ataque á la cañada de Soroya, posicion que formaba la derecha de nuestro centro, aumentando tan considerablemente el número de aquéllos, que llegó á re. ducirse á fuego de línea, el que se sostuvo por ambas partes: llegaron á costa de gran trabajo y pérdida á subir cerca de la cañada indicada; pero cargados con biza. rría por los regimientos 2. de As. turias, 1. Cántabro, voluntarios de la Corona, idem de Leon, idem

de Asturias y Guadalaxara, tuvieron que ceder y volver la espalda, habiendo sido perseguidos constantemente por nuestros cazadores hasta la falda del cerro de donde habian partido.

Al abrigo de la artillería, que ⚫ tenian situada á la orilla del rio, establecieron un puente provisional, cuya construccion nos fue imposible impedir por la escasez suma que teníamos de aquella arma; y despues de haber pasado por él sus columnas, intentaron romper nuevamente nuestra línea por su centro y derecha de la posicion de S. Marcial; pero fueron rechazados en este punto con igual valor que en el primero por la primera brigada de la quinta division, á cuya cabeza iba el comandante general de ésta el brigadier D. Juan

Diaz Porlier, y por el segundo batallon de Marina, que habia pa sado á protegerla desde la altura de Porto, persiguiéndoles hasta la falda de la colina.

Despues ya de un rato de sus pension se decidieron á dar la última tentativa contra la izquier da de la indicada posicion y la de Porto, que sostenia con la segunda brigada de la tercera division el brigadier D. Josef María Ezpeleta, y cerraba nuestra línea por aquella parte, atacando con dos columnas de infantería, que sostenian á un sin número de cazadores; y aunque llegaron á ocupar algunas barracas del campamento que tenemos establecido en lavcima del cerro, fueron cargados sánda bayoneta por la quarta division, á cuya cabeza se puso

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