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sostenerse á la defensiva, fortificando bien todas sus plazas, y singularmente las de las orillas del Rin, ¿quien no confesará que Napoleon acaso habria vencido, ó quando menos logrado hacer unas paces sumamente funestas para la España? Pero Dios le cegó por segunda vez, y él se obstinó como otro Antioco. Y en lugar de sostenerse á la defensiva, y enviar algunas tropas para mantener la conquista de España, fue sacando gran parte de las mejores que en élla tenia. Así me es forzoso repetir que la proteccion de Dios para con este católico reyno en medio de sus excesos y delitos no ha podido ser mas visible. Y por lo mismo todos sus habitantes le debéran alabar perpetuamente, y ser fieles observadores de su santa ley, porque

los ha sostenido y librado en medio de tan inmensas fuerzas y tantos peligros. Hecha esta piadosa observacion, principiemos á contar los sucesos políticos y militares mas principales que ocurrieron desde la salida de los franceses de esta ilustre corte, hasta la tan feliz y deseada entrada de nuestro amado Soberano el señor don Fernando.

Concluido el mes de mayo con la alegría y satisfacciones que se insinuaron, siguieron los de junio y julio todavía mas alegres y placenteros. Continuaron entrando muchos emigrados, los individuos de la audiencia y el gefe político don Joaquin García Domenec. Éste tomó por una de sus primeras disposiciones las acostumbradas de repesar el pan y otros

el

víveres, y con esto el pueblo como que se daba por satisfecho, hasta que á los dias siguientes advirtió que si no se burlaban, al menos se desquitaban los tahoneros y vendedores. Porque si no escasearon pan, lo hicieron mucho peor, y de iguales tretas se valieron los demas tragineros y revendedores para lograr las ganancias que se prometian. De esto se infiere que para abaratar los víveres en una poblacion tan grande como la de Madrid, no bastan las precauciones anteriores, sino se toman para qué los vendan de primera mano los mismos que los traen; para que haya una buena y cristiana educacion que enseña á contentarse con una ganancia moderada; á tener una ocupacion util y continua; y á no defraudar á sus convecinos.

De lo contrario es consiguiente que los regatones y revendedores monopolicen ó estanquen los víveres por decirlo así, y luego los encarezcan: porque todos éllos tienen casa en Madrid, comen, beben y visten bien, y así es preciso que por una ú otra via lo paguen los compradores. En el año tan calamitoso de 1812 principiaron varios particulares y mugeres á cocer el pan privadamente. Si esto se hubiera seguido haciendo y construyendo hornos y molinos al intento, no darian los tahoneros con tanta facilidad la ley al pueblo. Pero éste quiere hallarlo todo bueno, pronto y barato, y no es tan facil conseguirlo sin poner por sí mismo los medios, el tiempo, y dinero anticipados. Digo mas: que esto podia ser un ramo de indus

tria el mas util é inocente para muchas mugeres, que andan vendiendo y revendiendo de otras cosas por las calles, y las que en el año de la hambre se quejaban á veces, de que aunque tenian harina, no sabian amasarla. Mas como quiera los madrileños siguieron contentos porque en quanto á la baxa tan temida de la moneda francesa y josefina no hubo novedad. Siguió por el valor acostumbrado, y esto contribuyó sobremanera á la abundancia y baratura de víveres. Y solo hubo el quebranto de la suspension de los empleados antiguos. Por estos pasos llegó el dia del Corpus, y para mas autorizar su solemne procesion entró el famoso don Juan Martin, el Empecinado, con su division, á la que, como á su gefe, no se hartaba

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