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Todo esto parecia que haria indisoluble la alianza y amistad entre éllos. Los monitores de París y gaceteros del intruso José á cada momento se congratulaban con éllas, y se prometian los resultados mas felices, hasta decir que llegaria á tal grado la alianza y armonía, que el príncipe Bernadote vendria á pasar los inviernos á París por no experimentar los rigurosos frios de la Suecia,

Otro de los medios con que Dios quiso castigar, aunque no tan completamente al tirano Napoleon, fue la vuelta del famoso Victor Moreau, digno de memoria y de ocupar algun lugar en este reducido compendio. Todos saben que este grande general se hizo por sus be, llas costumbres y grandes proezas aun mas famoso en Francia que el

alevoso Bonaparte; por manera que quando éste trató de apoderarse del mando, Moreau fue convidado primero á lo mismo, y pudo hacerlo con mas seguridad y aceptacion. Sin embargo su moderacion rehusó la propuesta, y se retiró á una quinta con su familia. Aquí permanecia tranquilo quando en el año de 1804 fue inculcado y tenido por uno de los cómplices en la conspiracion de Georges contra Bonaparte. La Francia y la Europa entera vieron á Moreau con asombro preso en un calabozo y pregonado por uno de los conspiradores. Llegó el dia de verse su causa, y como buen juris-consulto y militar, la defendió con tanta razon y elocuencia, y fueron tales los vivas y aclamaciones de los circunstantes, que á pesar del empeño de Bona

parte, solo le condenaron los jueces á dos años de destierro. De resultas se retiró á los Estados-unidos de América, hasta que sabedor de la destruccion de los exércitos del tirano en Rusia, voló al continente de Europa, para unirse á los aliados, y contribuir á la libertad de su misma patria la Francia. La venida y fama de un general tan grande y estimado, dió mayor ánimo y esperanza á los fieles españoles, y probablemente la daria á todos los europeos enemigos de Napoleon, pues el que menos decia que solo el nombre y vista de Moreau valian en tales circunstancias mas que un exército grande. Todas es tas desgracias, revueltas y mutaciones parece que debieron contribuir á que Napoleon cambiase de frente y pensase en hacer unas

paces, en cuya virtud, y aunque fuese obligado á ceder algun terreno de su desmesurado imperio, todavía le quedase para ser grande y respetado. ¡ Mas quando tuvo límites la ambicion de un taltirano! Y lejos de avenirse á las propuestas de paz, con que le brindaban, nunca estuvo mas soberbio y presuntuoso, y aún parece que repitió las expresiones de Ismael. Nada importa que las manos y armas de todos sean contra las mias; que éstas serán bastantes y contra las de todos...

Y así roto el armisticio y principiadas las hostilidades con el mayor encono y ardimiento, Napoleon apostó sus exércitos en las riberas del Elba y singularmente ácia Dresde y Corte de la Saxonia. Hubo varias acciones de poca con

sideracion hasta la famosa del 30 de agosto, en la que si consiguió Napoleon algunas ventajas, no debieron ser muy grandes, sin embargo de que á los aliados sucedió una grande desgracia y pudo suceder otra mayor. Porque estando á una distancia regular de los fuegos el famoso Moreau con el Emperador Alexandro de Rusia, llegó una bala de cañon de los exércitos de Bonaparte, arrebató las piernas de aquel gran general, y á pesar de las amputaciones, y de quantas diligencias es facil discurrir se harian, murió de allí á tres dias aquel hombre virtuoso, aquel sábio general de la Francia, y por quien tantas esperanzas habíamos concebido.

Mas este infausto suceso, que se pensó contribuiria á desanimar

TOM. IV.

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