La verdad sobre el Quijote: Novisima historia critica de la vida de Cervantes

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Gaspar, 1878 - 343 páginas
 

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Página 44 - ... en el dichoso día que siniestro tanto fué el hado a la enemiga armada cuanto a la nuestra favorable y diestro, de temor y de esfuerzo acompañada presente estuvo mi persona al hecho, más de esperanza que de hierro armada. Vi el formado escuadrón roto y deshecho, y de bárbara gente y de cristiana rojo en mil partes de Neptuno el lecho, la muerte airada con su furia insana aquí y allí con priesa discurriendo, mostrándose...
Página 42 - Ninguno salió de estudiante para soldado, que no lo fuese por extremo; porque cuando se avienen y se juntan las fuerzas con el ingenio, y el ingenio con las fuerzas, hacen un compuesto milagroso, con quien Marte se alegra, la paz se sustenta y la república se engrandece.
Página 262 - Valdestillas, y él, sin escudero, pasó por Salamanca, Avila y Valladolid, llamándose el Caballero de los trabajos, los cuales no faltará mejor pluma que los celebre.
Página 44 - Filipo nuestro, ya con descanso, ya cansado y laso, y en el dichoso día que siniestro tanto fue el hado a la enemiga armada cuanto a la nuestra favorable y diestro, de temor y de esfuerzo acompañada, presente estuvo mi persona al hecho, más de esperanza que de hierro armada.
Página 156 - En fin, en Carriazo vio el mundo un picaro virtuoso, limpio, bien criado, y más que medianamente discreto: pasó por todos los grados de picaro, hasta que se graduó de maestro en las almadrabas de Zahara, donde es el finibusterre de la picaresca.
Página 44 - A esta dulce sazón, yo, triste, estaba con la una mano de la espada asida y sangre de la otra derramaba. El pecho mío de profunda herida sentía llagado, y la siniestra mano estaba por mil partes ya rompida. Pero el contento fue tan soberano, que a mi alma llegó, viendo vencido el crudo pueblo infiel por el cristiano, que no echaba de ver si estaba herido, aunque era tan mortal mi sentimiento, que a veces me quitó todo el sentido.
Página 44 - Con alta voz, de vencedora muestra, rompiendo el aire claro, el son mostraba ser vencedora la cristiana diestra. A esta dulce sazón, yo, triste, estaba con la una mano de la espada asida, y sangre de la otra derramaba; el pecho mío de...
Página 48 - Pero el cielo lo ordenó de otra manera, no por culpa ni descuido del general que a los nuestros regía, sino por los pecados de la cristiandad, y porque quiere y permite Dios que tengamos siempre verdugos que nos castiguen.
Página 47 - Pues lléguese vuesa merced a esta parte, y tome este envoltorio de papeles, y advierta que ahí dentro van las informaciones de mis servicios, con veinte y dos fees de veinte y dos generales debajo de cuyos estandartes he servido, amén de otras treinta y cuatro de otros tantos maestres de campo que se han dignado de honrarme con ellas.

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