: (VI) y que la doy à la prensa "rogado de un Amigo, ni porque un Pro- to es ha Tampoco me detengo en hacer un elegio de lo trabajoso, difi- 9 > , que brear › que brear con mil palmos con este sublime Traductor? Ya veo estremecerse à estos criticos quando lean tantas frases, y voces, que encontrarán en esta traduccion, que aunque á mi me han parecido Castellanas no ajustarán à la delicadeza de sus melindrosos oidos. Còmo arquearán estos Puristas las cejas, arrugarán la frente, gritaran › patearan se despedazaran las manos, dando, palmadas sobre su mesa, y se quejarán de esta peste de malos Traductores. destruimos la Lengua ! Què exclamaciones harán al vèr, que este contagio de la introducion de voces, y frases francesas, sigue diferentes leyes, que las enfermedades, pues éstas con el tiempo se ener... wan, pero el de la Lengua và tomando cada vez mas fuerza! Yo no puedo menos de convenir con sus justas quejas, haciendome cargo, que no siendo las voces sino un-sacudimiento del ayre, es una singular prerrogativa, y honor para una Nacion el saberlo herir de mas modos : Y asi Y asi no les responderè otra cosa, sino que yo no he tomado este trabajo con el obgeto de que mi version sea el modelo de las traducciones y la norma de Euestro idioma. En quanto à las notas, que he puesto á la Obra, dirè, que las unas me han parecido necesarias , y las otras de puro adorno: De aquella clase son las que miran à los asuntos de Comercio, Navegacion, &c. que desde que escribio Bielfeld, han tomado otro aspecto, y de éstas el resumen històrico, , que he hecho de cada Reyno En el Capitulo de España, es donde he prodigado mas notas històricas y politicas siguiendo en esto el exemplo de los Franceses, quienes en las cosas de su Pais se detienen mucho mas, que en las de los Forasteros cuya conducta me parece muy justas pues cada uno debe procurar instruirse mas à fondo en las cosas de su Casa que en las de la agena. En muchas partes de la Obra MO me conformo con el parecer del Autor, pero esto no es decir no es decir, que yo sea el que en mis aserciones. El Lector pesarà en la balanza de su entendimiento las razones de ambos y adoptarà aquel modo de pensar, que le parezca que le parezca mas sem ato. En tales puntos se me tenga razon debe reputar » como a un Abogado, que defiende uma Causa licito hacer valer tosar de Bielfeld opuesta al modo de , y como a tal me es las razones, que contemple conducentes al derecho de la parte, que defiendo pero el Abogado no es el Jucz 3 quien solo toca decidir la question » que se con trovierte. Habiendo contemplado, que si me empeñaba en poner todas las notas de remision, hubiera llenado de tinta muchas paginas con poquisima utilidad, pues serán muy raros los Lectores, › que no se acuerden de lo que dice la nota à quien yo les remitie se A se ง he dexado de ponerlas. En esta inteligencia quando hablo de los Jesuitas, digo de una vez para siempre , que estos fueron extinguidos. De los Españoles que no son desidiosos, è indolencomo supone el Autor De sus manufacturas en cierto puito de elevacion &c. &c. tes ques, que están Finalmente nada tengo, que advertir à aquellos sugetos, cuyo talento sublime consiste en mutilar toda produccion, para extraher de ella aquellos trozos ridiculos ò reprehensibles y que se detienen en hacer una diseccion de las palabras y contar quantos quandos, porques y mases hay en una Obra para coronar el analysis de ella con un granizado de injurias, y de satiras torpes Pero à los juiciosos Lectores , que me quieran hacer el distinguido honor de criticar la traduccion, ò alguna de las notas les prevengo, que yo no tendré, que dar otra respuesta à sus justos reparos, sino corregirme y conservar > para los que me han hecho el singular favor de ponerme en el verdadero camino el reconocimiento que se debe à un Bienhechor y à una guia, solo al orgullo, y à la ingratitud corresponde insultar a un homque quiere darnos la mano para salir del atolladero bre hemos caido. > pues en que INSTITUCIONES POLITICAS. CAPITULO PRIMERO. De Portugal. AL Reyno de Portugal fue conocido entre los antiguos baxo del nombre de Lusitania; el qual se mudó en el de Portugal (a), quando el Rey Fernando el Gran (a) Esta Nacion gloriosísima, que tanto mortificó el orgullo Romano, que destruyó una multitud de Exércitos baxo las ordenes de Viriato, que con las repetidas victorias y batallas que en brevísimo tiempo logró contra estos Señores del Universo, hizo desmayar de tal modo á aquellos corazones guerreros que no conocian el miedo, que desesperados ya de vencerlos, encomendaron á la traycion y á la perfidia lo que no podian espe rar Nota del Tra ductor. de, Rey de Castilla y de Leon, cedió dicho Reyno, juntamente con la Galicia, á su hijo Don Garcia. La etimología que dan á .. este rar de sus armas. Esta Nacion, vuelvo a decir, que fue á quien debe la Europa el descubrimiento de las Indias, en cuyos vastos Payses manifestó un valor agigantado, una admirable presencia de espiritu en los mayores trabajos, una resolucion increible en las mas arriesgadas empresas, y tal intrepidéz en los combates que no había quien se les pusiera por delante, fue una parte de la España. El Rey Don Alonso VI. de Castilla y Leon se la cedió por dote á su hija bastarda Doña Teresa, con titulo de Condado, y obligacion de reconocer á los Reyes de Castilla. Esta casó con Enrique de Lorena, Duque de Borgoña, y poseyó á Portugal como Conde desde el ano de 1086, hasta el de 11 en que murió, Succedióle su hijo Don Alonso Enriquez :Ilamóse Infante, ó Principe de Portugal; y no contento con estos titulos, ensoberbecidos los Portugueses con la batalla que ganó á los Moros en Orique, le apellidaron Rey el año de 1139, lo que despues confirmó Inocencio XI. año de 1142, conservandose siempre el reconocimiento á los Reyes de Castilla, hasta el año de 1269, que el Rey Don Alonso el Sábio de Castilla levantó el reconocimiento al Rey Don Alonso III. de Portugal, y lo dejó desde entonces independiente. Unióse á la Corona de Castilla el año de 1580, en tiempo de Felipe II.: pues habiendo muerto en la batalla de Alcazar de Africa el Rey Don Sebastian, desgraciadamente, á 4 de Agosto de 1578 sin dexár succesion, entró en la Corona el Cardenal Don Enrique, hijo quinto del Rey Don Manuel : murió éste el año de 1580; y aunque hubo varios pretendientes., y Don Antonio, Prior de Ocrato, hijo de Don Luis, Duque, de Bejar, hermano del Rey Don Enrique, quiso tratarse como Rey, no se lo permitió Felipe II., pues tomando las armas para expugnar el Reyno, le sujetó á su obediencia, y le.conservaron sus Succesores hasta el año de 1640, que coronaron los Portugueses por su Rey á el Duque de Braganza. |