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mismo vaso dónde se habrá puesto lo contenido en la primera medida, y se menea con una varilla de vidrio cuatro ó cinco veces diferentes para mezclar bien el total: despues se deja reposar hasta que tenga lugar la precipitacion de todas las materias insolubles, y que el agua que sobrenada, se haya vuelto muy clara: entónces con esta disolucion bien clara se llena la misma medida pequeña que hemos mencionado, vertiéndola luego en un mortero ó un vaso de 3 decilitros proximamente (*). Toda esta maniobra tiene por objeto obtener la disolucion alcalina sobre la que se ha de obrar, y que como hemos indicado mas arriba, debe contener gramos de álcali que se quiere ensayar; cantidad que en efecto debe tenerse, tomando la mitad de una disolucion cuya totalidad contenga 10 gramos.

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Entonces se llena el tubo alcalímetro de agua acídula sulfúrica hasta que su nivel esté á la altura del cero de la escala: este tubo se inclina de modo que corra como un delgado hilo el agua acídula que contiene en la disolucion alcalina, siendo menester hacerlo con precaucion y lentitud, para que la efervescencia que es debida al ácido carbónico, que el ácido sulfúrico desprende de su combinacion con la sosa ó la potasa, no haga saltar chisporreando fuera del vaso algunas gotillas de la disolucion que se satura. Cuando se aproxima el término de la saturacion, lo que se conoce por la disminucion de la efervescencia, es preciso asegurarse por grado de que el ácido no está en esceso; y para esto se toma con la punta de la varilla de vidrio una gota de la mezcla y se pone en un pedazo de pa

(*) Para apresurar este ensayo, en vez de hacerlo por decantacion se echa todo en un filtro recibiendo lo que pasa en la medida hasta que esté exactamente llena.

pel teñido de azul con el tornasol; tambien es bueno meter otro pedacillo del mismo papel en el vaso en que se verifica la saturacion, dejándole hasta que su color empieze á cambiarse en rojo: este cambio precede por lo comun de uno ó dos grados al punto de saturacion completa, porque el ácido carbónico prendido todavia en el licor, es el que enrojece debilmente el color azul vegetal. Se estrae por el calor, agitando fuertemente en un frasco, todo el líquido que se transvasa á él para este efecto; y cuando por fin se ha empleado toda el agua acídula necesaria para que el paso al rojo al calor azul vegetal esté bien pronunciado, y que este efecto no cambie ya despues de fuertes sacumientos, ó de haberse calentado el líquido saturado, se examina á que grado del alcalímetro corresponde el nivel del agua acídula; y quitando una unidad del número señalado, por la cantidad de ácido en esceso, y que sería necesario para dar la misma acidez á un medio decílitro de agua pura, se obtiene un resíduo que espresa el poder saturante de la materia alcalina ensayada, indicando como mas arriba lo hemos manifestado, los céntimos de ácido sulfúrico concentrado que saturaria, ó su equivalente en álcali real, etc.

Observaciones. Puede emplearse agua caliente para disolver las sosas y potasas que á penas contengan materias insolubles; estos ensayos hechos en caliente, presentan tambien la ventaja de desprender con mas prontitud el ácido carbónico; pero sería muy malo obrar del mismo modo con las sosas brutas, porque conteniendo una considerable cantidad de súlfuro de cal que obra por medio del calor sobre la sosa, la convertiria en súlfuro de sosa. Este inconveniente se manifiesta en el trabajo en grande de algunas fábricas de sosa, en que

para refinar las sosas brutas, se opera la lejiviacion en caliente.

Los súlfuros y los sulfitos de sosa contenidos en las sosas del comercio hacen inciertos estos ensayos: efectivamente, estas dos sales que en general son inútiles ó perjudiciales á los consumidores, emplean sin embargo en su saturacion, una cantidad de ácido sulfúrico que eleva el valor vendible del álcali ensayado. La presencia de los súlfuros y de los sulfitos está indicada por el olor de ácido hidrosulfúrico ó de ácido sulfuroso que se desprende hácia el fin de la operacion; tambien la indica la alteracion del color azul obtenido por las flores de malvas, el cual manifiesta igualmente todos los estados diferentes de la saturacion. La disolucion alcalina la enverdece con mucha eficacia: este color verde disminuye gradualmente, y á medida que la saturacion se adelanta, pasa al amarillo, y se vuelve enteramente blanco si se desprende el ácido sulfuroso, hasta que el esceso de este ácido lo haga inclinar completamente al rojo.

Para apreciar la influencia de estos súlfuros y sulfitos en la saturacion, se saturaba comparativamente la misma muestra de sosa ántes y despues de haberse espuesto á un aire húmedo (en la bodega): de este modo se convertian los súlfuros en sulfitos, y estos en sulfatos, y una vez en tal estado, no influian ya en nada sobre el grado alcalimétrico, pudiéndose por consiguiente valuar el error por la diferencia de los grados hallados en el primero y segundo caso.

Otro medio de evitar el poder saturante de los súlfuros y de los sulfitos en la saturacion, consiste en calcinar hasta el estado de rojo en un crisol de platina, los 10 gramos de sal de sosa que nos propongamos en

sayar, añadiendo uno, dos ó mas gramos de clorato de potasa, segun la cantidad presumida de súlfuros ó sulfitos.

En esta operacion el clorato de potasa cede su oxígeno al azufre ó al ácido sulfuroso, y los súlfuros ó sulfitos se convierten instantaneamente en sulfatos inertes en la operacion; este método da resultados exactos y prontos. (Welter y Gay-Lussac, Anales de Química febrero de 1820, tomo xIII).

El color azul vegetal que debe indicar el término de la saturacion, hace frecuentemente cambiar los resultados: asi es, que el estraido de las violetas (jarabe de violetas), es poco sensible, y no varia suficientemente al rojo sino despues que el punto de saturacion se ha pasado de 3 ó 4 grados. De las malvas se obtiene un color azul sensible á los álcalis, á los súlfuros y á los sulfitos, lo mismo que á los ácidos, y que como ya hemos dicho presenta fenómenos bastante curiosos durante la saturacion: para teñir papel con este color, basta frotar los pétalos de la flor apoyándolos bien sobre él, para que el jugo colorado se esprima. El papel tornasolado, que mas generalmente se usa en estos ensayos, es bastante sensible á los ácidos; mas como la materia colorante se estrae del tornasol por medio de una disolucion alcalina, y que por otra parte este color no es sensible á los álcalis, este papel, que es siempre alcalino, puede accidentalmente impregnarse de álcali con bastante fuerza, en cuyo caso puede concebirse que la accion del ácido no es directa sobre este color, y que no puede hacerle mudar al rojo sino despues de haber saturado la superficie alcalina que le cubre. Podemos preservarnos de este inconveniente dejando empapar en agua pura el papel tornasolado du

rante medio dia, y haciéndole secar despues.

P.

ALCANFOR. Este producto inmediato de los vegetales es conocido de los Arabes con los nombres de kamphur ó kaphur de donde se derivaron las palabras camphora griega y latina, y alcanfor que se aplican á la misma sustancia.

El alcanfor se encuentra en un gran número de plantas; se agrega casi en estado de pureza en muchos laureles; está unido al aceite esencial en un gran número de plantas de las labiadas, y algunas ombelíferas le contienen tambien; pero no se estrae con utilidad sino del laurus camphora, que crece abundantemente en la China y en el Japon, y de otro árbol que crece en Sumatra y en Borneo; éste no es todavia conocido de los botánicos, y en aquellos paises le llaman kapour-barros, del nombre de un sitio inmediato á Malaka donde crece con abundancia. El alcanfor se halla completamente formado en este vegetal entre la madera y la corteza, y no trasuda á lo esterior (Rumph, Herb. Amb, tom. vii, pág. 65). Se estrae mecanicamente; y este alcanfor tosco es mas estimado de los Orientales que el que se estrae del laurus camphora.

La estraccion del alcanfor del laurus camphora, se hace del modo siguiente, particularmente en el Japon: se corta la madera del laurus en pedacillos, se introducen con agua en grandes calderas de hierro sobre las cuales se pone un capitel de tierra, guarnecido en su interior de cuerdas de paja de arroz, se pone en ebullicion, y el alcanfor arrastrado por el vapor del agua, se sublima y va á pegarse á las cuerdas de paja en forma de granos de color gris. Terminada la operacion, se quita el capitel, y se desprende mecanicamente el alcanfor sublimado; se pone luego en toneles para espedirle

TOMO II.

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